“En la tristeza podemos hacer grandeza”. Esa fue la lección que aprendió en carne propia el guitarrista vegabajeño Mike Arroyo al grabar su nuevo disco “Gospel Roots”, en el que combina la música sacra con el jazz.
“El momento de frustración es tu mejor momento para producir, porque ahí es cuando utilizas hasta tus últimos recursos. En esas ocasiones sale lo más genuino de ti”, afirma el músico y pastor, que presentará su nuevo álbum mañana, domingo, en Ventana al Jazz, en el Condado.
Según relata Arroyo, apenas diez días antes de comenzar a grabar, su hermano Jaime falleció de un infarto a los 52 años de edad. El golpe lo afectó profundamente. “Lo que hizo la muerte de mi hermano fue que me añadió dependencia de Dios. Cuando sientes que no estás en el estado de ánimo necesario para hacer algo, pero de todos modos tienes que hacerlo, debes depender de una fuerza mayor”, manifiesta. “Como dice Filipenses 4:13, ‘todo lo puedo en Cristo, que me fortalece’”.
“Nosotros somos una familia bien unida, por lo que nos dolió mucho su fallecimiento”, asevera el músico, recordando las numerosas veces que viajaban en automóvil a Castañer, donde nació su padre. “A lo largo del camino, él, que también sabía de música, iba diciéndonos cómo debíamos tocar”.
La tristeza, sin embargo, inspiró al guitarrista a producir probablemente el mejor de sus cinco álbumes, que fluye con agradable empatía. “Así es este disco, todo el mundo tocó de manera bien natural”, dice Arroyo sobre sus compañeros de grabación: Iván Renta en saxo tenor, Brian Charette en órgano, el experimentado Alvester C. Garnett en batería y Carlos Maldonado en congas y percusión.
“El jazz se puede usar para adorar a Dios. Por ejemplo, el disco incluye temas góspel que llevan muchos años tocándose y son los fundamentos de la música sacra, tales como ‘Closer Walk with Thee’ y ‘What a Friend We Have in Jesus’. Esa es la base de la adoración musical”, enfatiza Arroyo, quien compuso “The Last Christmas”, un sentido homenaje a su hermano fallecido, e incluyó además el jubiloso “Feeling the Spirit in Puerto Rico”, un medley de dos coros pentecostales, “Pon aceite” y “Fuego, fuego”, interpretados en ritmo de bomba. “En los atrios estoy”, un himno de René González a quien Arroyo considera “el compositor de música sacra más importante que ha dado América Latina en los últimos años”, redondea el repertorio del álbum.
Apodado “Pastor 335” por su amigo, el también guitarrista Al Santiago -en referencia a la guitarra Gibson 335 que ya ha utilizado por más de 25 años-, Arroyo reconoce que la fusión de la música sacra y el jazz no siempre es bien vista. “La resistencia siempre la ha habido”, admite, recordando el ejemplo del pianista Thomas Doyler, quien en los años 30 del pasado siglo fue uno de los pioneros en la fusión de ambos géneros, pero quien fue incomprendido por muchos.
El músico también reconoce la importante aportación de Richie Ray y Bobby Cruz, quienes también enfrentaron el rechazo de algunos sectores cuando comenzaron a hacer salsa cristiana hacia 1975. “Richie Ray ciertamente es una de mis influencias”, indica Arroyo, quien además de pastor es capellán de la Policía y tiene su propia academia, Mike Arroyo Music, en Vega Baja.
Influenciado por titanes de la guitarra como George Benson, Wes Montgomery y Grant Green, Arroyo cuenta que en los dos últimos años ha estado tocando con las bandas de Pijuán y Quique Talavera, con quienes ha aprendido significativamente. “Esa vieja escuela usa muchos acordes de jazz”, asegura.
Varios factores se combinaron para el surgimiento de “Gospel Roots”. “En primer lugar, me dije, ‘hace mucho tiempo que no escribo mis propios arreglos’”, dice Arroyo. “Leer la autobiografía de George Benson fue otra influencia para impulsarme a seguir adelante. Sus tropiezos y rechazos le hicieron confiar más en sí mismo. El mensaje de ese libro puede resumirse en la frase ‘Cree en ti mismo y sigue produciendo’”.
Arroyo siente la responsabilidad de mantener vigente una visión y una misión. “Hace tres años fui a tocar al Conservatorio invitado por Luis Marín. Me presentó como un difusor del jazz, alguien que ha llevado esta música a sitios donde nadie hubiera considerado llevarla, como las iglesias. Es algo en lo que yo nunca había pensado. Pero eventualmente surgirán otros que seguirán impulsando esta misión”.
“Uno simplemente es un instrumento. Dios te da la perseverancia de hacerlo”.
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