
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
Desde hace varios años tomé la tarea de organizar toda la colección de imágenes que mi padre ha producido en sus ahora setenta años como fotógrafo. No cuento para mi misión, como me hubiera gustado, miles de fotos y negativos que tomó en sus primeros años del 1943 al 1947, ni de las fotos que no tienen negativo porque fueron hechas en forma instantánea con películas Polaroid o sus equivalentes. La fecha de 1947 marca su emigración a New York y su ingreso voluntario el Ejército de Estados Unidos, en la armada. Afortunadamente de 1947 a 1950 hay negativos y series de su estadía en el ejército, donde fungió como periodista y fotógrafo y hay series de fotos de sus andanzas en Colorado que aparecen en dos discos compacto que produjimos hace poco tiempo.
Los negativos de su primer periodo (1943-1947) se perdieron ya que fueron echados a la basura por familiares, por limitaciones en conceptos de valor histórico. Algunas de esas fotos las ha podido recuperar por reproducción, entre las que se encuentran las que tomó a sus compañeros estudiantes y otras de importancia histórica como la del primer cartero de Vega Baja, Cacheo Ponce y la de la parada del regimiento del 65 de Infantería en una parada que tuvieron en la Calle Betances. Las fotos de esta época son distinguibles porque en un cuadro inferior están sus iniciales J y R.
Durante el pasado fin de semana tomé uno de los archivos que están sin catalogar para examinarlo, asignarle número y preparar la ficha individual de cada negativo o retrato que allí estuviera. La caja de metal lee «Bodas 1965 1966 1967»pero adentro hay retratos de otros años, especialmente de aquellas personas que solicitaban reproducciones de los retratos de años anteriores y que luego se archivaban con éstos. Mi padre los depositaba en caja de metal y en sobres de papel fino para evitar que el comején y la humedad los afectara. Su inversión para conservar esas imágenes era grande a pesar de que muchos de esas imágenes nunca nadie las interesó hasta cuatro décadas después, cuando me he preocupado de revivir y conservar esa parte de la historia de nuestra ciudad.
Retratar bodas era una de las actividades que como fotógrafo realizaba. Era para ese tiempo el fotógrafo de más actividad en Vega Baja, aunque había otros, de los cuales habremos de hablar, con grato recuerdo, posteriormente. Sus tomas las hacía generalmente con una cámara Speed Graphic Graflex de película 4″X 5″ que todavía tiene, aunque solamente la usa para exhibición y explicar cómo retrataba con ella.
En esa caja había cerca de doscientos sobres. Unos siete sobres no estaban debidamente identificados, pero para el futuro tal vez podamos hacer alguna labor detectivesca y logremos saber quienes son los que aparecen allí. El contenido de los sobres refleja muchas circunstancias de vida, lugares, maneras de vestir y las imágenes de las personas. Algunos están identificados por barrio; mi padre caminaba todo Vega Baja cuando de retratar se trata. Así hizo muchas amistades y conocidos; relaciones personales y comerciales.
Se archivaba generalmente por apellidos pero en ocasiones en lugar de Boda Avilés-Ruiz se identificaba con Boda Mary Algarín o Boda Cheny, Boda Mimí, Boda Hija Benigno Náter, Boda Hermano de Provi Cajera de Pablo Eguía, Boda Seijo, Boda Hijo Benjamín Ríos, Boda Rosa La Maestra y así por el estilo. Quien tomaba la órden, generalmente mi madre Yuya o mi propio padre, escribía el nombre que se acordaba o el del familiar más conocido.
Muchas de las personas las reconozco porque mi padre me llevaba a casi toda asignación que tenía. En un momento dado, empecé a tomar visores y luego hasta retratar bodas completas. Esas personas que aparecen en los retratos generalmente eran también clientes de discos, postales, rollos de película, de desarrollo de retratos y otra mercancía que vendíamos y servicio que dábamos en Fotografía Rosario, la Casa de los Discos y las Postales, Jimmy’s Photofinishing Plant y Jimmy’s Color Lab.
Las imágenes que aparecen en esos negativos y retratos, son obviamente, de novios que se casaban en una casa, iglesia o club, ante un juez, ministro o cura. Allí aparece generalmente los familiares de ambos cónyuges y varias fotos usuales como la del desfile, los novios solos o acompañados tambien de amigos y celebrantes. Aparece también las fotos en el vehículo que les conducía hasta el lugar de la celebración y en el lugar de celebración el baile, el bizcocho e individual de las damas.
Algunos de los retratos nunca fueron ordenados, y si preparados, tampoco recogidos por los novios ni sus familiares. Sobre esto hay muchas historias que conocimos sobre las razones de ruptura de las parejas poco después de la celebración, pero eran más los que prevalecían en matrimonio.
Otros no tenían el dinero para pagar los retratos, especialmente algunas personas que mi padre las retrataba sin compromiso, porque no podían dar el depósito o aquellos que se encontraba en iglesias donde iba contratado a retratar una boda pero terminaba retratando todas las de la noche porque algún familiar se lo pedía. Originalmente las parejas caminaban desde la iglesia hasta el estudio fotográfico y mi padre le tomaba los retratos en su local comercial.
Estas fotos reflejan también costumbres y tradiciones. Desde las técnicas y equipos utilizados por el fotógrafo hasta lo que cada familia o los contrayentes escogían para su momento sublime tan esperado. Para ese tiempo el matrimonio era una verdadera institución que ambos trataban de mantener para siempre.
Hoy día, generalmente descendientes de las personas que se casaron y que mi padre las retrató en ese paso de la vida, son los que ordenan duplicados. La curiosidad y satisfacción de saber la historia que pasó lleva a las nuevas generaciones a buscar las respuestas a sus dudas e interrogantes sobre un momento que ellos no presenciaron. Me agrada la expresión de las personas que, en ocasiones, conocen por fotos a sus padres jóvenes que no recuerdan o a los abuelos que nunca conocieron. Es un conocimiento que todos debemos tener.
Jimmy Rosario tuvo el cuidado de captar la crónica en imágenes y guardar con mucho celo esas cientos de miles de imágenes, para que pudiéramos ver la película real de cada uno de esos seres humanos, los espacios que ocuparon y los actos que realizaron. Esa muestra de negativos y retratos de bodas solo son un fragmento de la maravilla en que consiste la Fototeca que mi padre ya le ha legado a nuestra ciudad.
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