Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
El pasado miércoles en la noche tuvimos la visita de Tito Lugo Vélez, un músico que los vegabajeños adoptamos hace muchos años, cuando vino a trabajar en nuestra ciudad como educador. Su carácter agradable, su talento y su historia fueron el centro de atención en un lleno total en nuestro pequeño local sede de la Escuela de la Historia Vegabajeña.
Tito brindó una cuota grande de servicio a los vegabajeños. Nos enseñó lo que mejor sabía, que era la música. Pero nos dio muchos años de un compartir sano, de una calidad de persona constantemente llena de amor, solidaridad y talento. Aquí dirigió la Banda Municipal, participó en la política partidista, asumió responsabilidades y actividades que no le hubieran correspondido pero con mucha dedicación hizo una labor noble, especialmente con la niñez y juventud vegabajeña.
Un día, un poco decepcionado por la impotencia de no hacer más, tomó la novia de su vida, que es la flauta y se dirigió a donde podía ser más notorio su talento. Completó su educación formal hasta llegar al doctorado pero con una fórmula mejorada, desde su lugar de estudios y trabajo en Boston, Massachussets, ha llegado a ser reconocido entre las cien personas más influyentes de la comunidad latina.
Durante todo este tiempo, Tito, que no es apodo, sino nombre, ha mantenido contacto con los vegabajeños. Sigue con su corazón entre los vegabajeños. Y nosotros atesoramos la experiencia de vida que hemos compartido con él. Es uno nuestro, en el más estricto sentido de la definición de vegabajeño como sentimiento. Ha venido a continuar dando la parte de su corazón que nos pertenece.
Anoche, en Casa Portela, otro gran vegabajeño retornó a la mansión del vegabajeñismo. Jan Martínez, fue poeta en sus orígenes pero también se forjó como gente buena del urbanismo histórico de nuestra ciudad. De pura cepa, como algunos dicen, nos deleitó con su presencia, sus poemas y una historia de su calle José Julián Acosta. De la maravillosa gente que forjó la historia de Vega Baja… y su propia historia.
La velada se llamó «Un Poeta de la Calle», acompañada de la exposición del pintor Rafael Trelles titulada Homenaje y la presentación del último libro (Re)dobles, de Jan. También pudimos conocer su obra literaria en los libros que llevó para que pudiéramos adquirir.
Tito y Jan son dos valores de nuestra ciudad. Afortunadamente, no han venido al final de sus caminos. Aun les queda mucho por dar al mundo y por volver a encontrarse con las raíces que aquí les esperan, todas las veces que quieran.