Nota del editor: Este artículo forma parte de una serie de reportajes sobre investigaciones que se realizan en la Ponce Health Sciences University y que cuentan con una subvención del Fideicomiso para Ciencia, Tecnología e Investigación de Puerto Rico.
Pedro A. Menéndez Sanabria
Voces del Sur
Por las pasadas décadas, miles de investigadores han liderado esfuerzos para estudiar distintos tipos de cáncer, sin embargo, en casos como el que se produce en los ovarios la probabilidad de sobrevivencia a esta enfermedad ha variado muy poco en ese tiempo.
Ante esta realidad dos jóvenes científicos de la facultad de la Ponce Health Sciences University unieron esfuerzos para investigar cómo el estrés crónico puede promover el crecimiento del cáncer de seno y ovario en la población puertorriqueña.
“Actualmente, en el caso del cáncer de ovario las drogas que se utilizan en el tratamiento de pacientes se inventaron en la década de los setenta y parte de nuestra investigación busca darles más herramientas a los doctores para poder ayudar a los pacientes”, expresó a Voces del Sur el doctor Guillermo N. Armaiz Peña, egresado del MD Cancer Center de la Universidad de Texas.
Tras su regreso a la isla para unirse a la institución educativa ponceña, el científico puertorriqueño buscó una manera de poder contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de personas a través del conocimiento. Una tarde y en medio de una conversación con su colega, la epidemióloga española Patricia Casbas Hernández, ambos encontraron un objetivo común donde sus destrezas y habilidades técnicas se podrían combinar para responder una serie de importantes interrogantes.
“Si conseguimos demostrar que el estrés realmente ayuda a promover la iniciación de un tumor, esto nos podría dar una base científica sobre la cual podremos decir que esta persona que está en riego realmente tiene que llevar una vida más tranquila. Nuestros estudios pueden llevar a dos cosas: prevención y tratamientos. Aunque estamos en las fases iniciales no sabemos por cuál se va a decantar, pero en principio los resultados pueden tener un impacto tanto en la salud pública como la prevención y hasta a nivel clínico”, explicó Casbas Hernández.
De acuerdo a la epidemióloga molecular, de lograr probar que el estrés abona al desarrollo de cáncer de seno y ovario también se podrá trabajar de manera preventiva con personas que están predispuestas a sufrir estas enfermedades, como puede ser aquellas que presentan una mutación en el gen BRCA que ha sido señalado como un indicador, de manera que sean sometidas a tratamientos más personalizados de manejo de estrés.
Investigación en tres frentes
Los investigadores auscultan cómo la tensión y ansiedad crónica afectan el crecimiento de estas enfermedades desde varios flancos que incluyen modelos celulares, estudios con ratones y análisis de casos de voluntarios.
“Gracias a la subvención que obtuvimos por parte del Fideicomiso para Ciencia, Tecnología e Investigación de Puerto Rico estamos tomando la información que tenemos aquí en el Biobanco de tejidos de cáncer y organizándola para determinar marcadores de calidad de vida y estrés y demarcadores del sistema inmunitario, y viendo cómo aquí en Puerto Rico, específicamente, afectan a la mujer puertorriqueña”, detalló la científica europea, quien añadió que la meta es ver la problemática desde varios ángulos para tener una “foto general de lo que está pasando”.
La también educadora destacó que en la actualidad la ciencia es un deporte en equipo y que la imagen del “científico aislado en un laboratorio sin ventanas” ya no se sostiene debido a que para tener un impacto en la ciencia hay que trabajar en equipos.
Por su parte, Armaiz Peña señaló que los tres estudios están interrelacionados pese a que en cada uno se ausculta un aspecto diferente. En el área molecular se analiza un tipo de proteínas denominadas citoquinas encargadas de la comunicación intercelular, mientras que las pruebas con ratones se incluye la filtración de macrófagos y en el análisis de datos del biobanco se observa la calidad de vida del paciente.
“El primer objetivo es a nivel de la célula. Estamos añadiendo unas hormonas que se producen cuando una persona se encuentra bajo estrés crónico y vemos cómo las características de la célula cambian a nivel molecular y cómo se comportan ”, describió el galeno que en su juventud estudió en la Escuela de la Comunidad Especializada en Deportes del Albergue Olímpico (ECEDAO) Eugenio Guerra Cruz de Salinas.
En la fase con animales, agregó Armaiz Peña, analizarán el desarrollo de cáncer en ratones que serán sometidos a estrés crónico. En el caso de los donantes del biobanco, estos tienen que llenar un cuestionario de 100 preguntas incluyendo su calidad de vida.
“No estamos detrás del estrés del día a día. El tipo de estrés que estamos hablando aquí es el fuerte, como el que enfrenta una persona a la que se le murió un familiar cercano, la que atraviesa por un largo proceso de divorcio o perdió un trabajo. Es un estrés que dure más de seis meses”, subrayó el galeno.
En cuanto a por qué afrontar la problemática desde tres puntos de vista distintos, el dúo mencionó que intentan compensar por las desventajas que tiene cada acercamiento con las ventajas de los otros dos.
“Por ejemplo, si tú solo lo miras en células muy bien te va a decir lo que pasa a ese nivel, pero no te va a decir si tiene relevancia realmente en personas. Si lo miras en humanos solamente hay un millón de factores que pueden afectar el resultado, pero si lo probamos también en células y ratones eso nos da una tendencia y por eso es bueno trabajar en equipo porque cada uno trae su área de conocimiento y gracias a todo eso al final la respuesta es más valida”, declaró Casbas Hernández.
Sobre el análisis de los datos del biobanco, la educadora añadió que al igual que en todo estudio epidemiológico siempre se intenta hacer una asociación entre un factor y la enfermedad, empleando fórmulas matemáticas en las que se toman en cuenta toda esa serie de factores.
“Para encontrar la relación entre el estrés y el cáncer tenemos que tomar en cuenta dónde vive la persona, su edad, si tiene menopausia, si ha tenido hijos, si los ha lactado, su peso, altura, su nivel socioeconómico, si hay historial del cáncer en la familia. Todos esos factores se controlan durante el experimento a través de los cálculos, así que si has hecho bien el estudio has eliminado cómo pueden influir los otros factores”, precisó.
Resultados a largo plazo
La experta en epidemiología molecular aclaró que en este tipo de estudio siempre hay un factor de variabilidad, por lo que se repite en otros lugares para determinar si existe una tendencia.
“El impacto a lo mejor no se podrá ver hasta después de dos o tres años, pero una vez encontremos la manera en que el estrés afecta el crecimiento tendremos un objetivo en el cual enfocarnos, por lo que el alcance será bien amplio”, sostuvo la científica.
Mientras que Armaiz Peña resaltó el hecho de que una vez publicados los resultados, sus hallazgos pueden ser integrados a los de otras investigaciones en otras partes del mundo, de manera que sea cual sea el resultado de su investigación, supondrá un beneficio para pacientes de cáncer en todo el planeta.
Otras investigaciones en la Ponce Health Sciences University:
Publicado: 20 de octubre de 2016
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