Categoría: Recursos Naturales y Ecología
Crónica: A la caza de caimanes en la laguna
Su captura, por parte de personal del DRNA, es necesaria para controlar su población

Tomé el salvavidas y me lo coloqué inmediatamente. Abordé el bote, un modelo de 16 pies de eslora, cuatro pies y medio de ancho e impulsado por un motor de 30 caballos de fuerza.
Estaba lista para la expedición. Me había bajado de mis tacos y los había sustituido por unos Converse (el que me conoce sabe que eso no es tarea fácil). Me puse una chaqueta tipo “safari”, de esas de manga larga, que tienen muchos bolsillos para cargar de todo sin tener que llevar la acostumbrada cartera.
En un bolsillo llevaba par de bolígrafos, en otro las llaves y en un tercero iba el celular, aparato con el cual acostumbro grabar a los entrevistados. Como toque final, me había echado repelente para los mosquitos. Vamos, qué más podía necesitar que no fuera la libreta que ya tenía en mano.
La primera advertencia fue clara: “Cuidado y no te caigas en el agua”.
“Disfruten, que no se mojen… aunque esa sería una experiencia nueva”, nos dijo uno de los miembros del Cuerpo de Vigilantes del Departamento de Recursos Naturales (DRNA) que permaneció en tierra. “Hay toallas acá”, agregó.
Nunca había visitado la laguna Tortuguero en Vega Baja. Me habían hablado de sus paisajes, de sus riquezas naturales y de las especies que allí habitan que la convirtieron en una reserva protegida por el DRNA.
Me habían dicho también que es el cuerpo de agua donde más caimanes habitan en Puerto Rico y eso, precisamente, era lo que me traía hasta este lugar paradisíaco.
La noche estaba simplemente perfecta, al menos eso pensaba yo. Al llegar quedé extasiada, aunque para ser sincera creo que las palabras no reflejan las sensaciones que son capaces de sentirse cuando te encuentras ante semejante escenario. Había luna llena. Su cara iluminada se reflejaba en el agua que permanecía en completa calma.
Parecía ser además una clara invitación para las especies que con sus cantares completaban perfectamente el escenario. Era una de esas tomas que te dejan con la quijada caída en medio de una de esas películas románticas que todos hemos visto, aunque sea una vez en la vida.
Estaba clara que, aunque iba a conocer en detalle la belleza del lugar, no me podía distraer, pues iba a atrapar caimanes, actividad que el Cuerpo de Vigilantes del DRNA realiza cada dos semanas para controlar la población de este reptil en la laguna Tortuguero.
Eran cerca de las 8:25 p.m. cuando inició el recorrido. Me habían advertido que entre más entrada la noche, mejor era para salir a cazar. Los caimanes acostumbran salir en horas de la madrugada. Sin embargo, la luna llena y la hora –relativamente temprana para realizar esta expedición– nos podría jugar en contra, dijo el comisionado del DRNA, Ángel Cruz.
Contrario a las embarcaciones de mar, el fondo de esta embarcación era más ancho y plano, lo que le provee la estabilidad que requiere el navegar por aguas dulces. “Por eso es que esta embarcación no tiene proa. Es apropiada para este tipo de trabajo”, señaló.
“Vamos por el lado norte hasta llegar al canal principal, un caño donde se une el agua salada y el agua dulce”, detalló Cruz.
Me tocó sentarme justo en el medio de la lancha. En la parte posterior iba Manuel Rey, quien iba manejando, y el fotoperiodista Jorge Ramírez. En la parte frontal estaban el comisionado y Yamil Pérez, ambos irían tras la presa tan pronto fuera identificada.
Poco a poco nos fuimos alejando de la orilla y dejándonos seducir por la brisa, la luz de la luna y una que otra estrella que lograba robar mi atención entre tanta claridad. Los caimanes acostumbran estar en los alrededores de la laguna, un área llana, sumamente pantanosa y cubierta de hierba de enea, elementos que no sólo hacen difícil llegar a la zona, sino que además proveen las condiciones perfectas para su reproducción.
La caza ocurre de noche porque es en este período que los caimanes salen en busca de comida. Su dieta es mayormente de peces, pero no se descarta que también se alimentan de aves acuáticas, como los patos.
Se estima que en la laguna Tortuguero habitan unos 500 caimanes que van desde bebés hasta adultos, de unos cinco pies y medio de largo.
A las 8:46 p.m., 11 minutos después de nuestra salida, ya habíamos detectado el primer caimán. Para ser justa, realmente ellos lo identificaron. “Mira uno ahí, mira uno ahí, dale derecho”, le dice Cruz a Rey.
“Sin la linterna, ustedes no ven los ojos, ¿verdad? Díganme que no”, indagué. Mi insistencia era porque yo no lograba ubicar el animal.
Inmediatamente, Cruz se pone en pie. El área es sumamente bajita, probablemente unos dos pies, lo que limita el podernos acercar a la presa. Bajarse no es una posibilidad, quedaríamos atrapados debido a lo pantanoso del área, advirtió Cruz. Nos acercamos con la esperanza de que atraparíamos un caimán en nuestro primer intento. Nada.
“¡Ayyyyyy, se fue… y estaba ahí!”, digo.
Continuamos alejándonos de la zona. Desde la embarcación, Cruz y Pérez alumbran las áreas de hierba de enea en busca de dos bombillos, esos ojos particulares del caimán. “Vas a ver como cuando alumbras un gato de noche, así mismo se ven los ojos. Amarillos”, alertó el comisionado con la ilusión de que al final del recorrido yo pueda identificar esos ojitos sin mayor esfuerzo.
El plan era identificarlo gracias a la luz de la linterna, dirigirnos hacia el animal, apagar el spotlight cuando estuviéramos cerca, volverlo a encender y rogar por que se quedara quieto y no se fuera al fondo.
La conversación durante el recorrido no se detiene. Ya sabes, en medio de un escenario así, un habla de la vida, de la pasión que genera en nosotros la labor que realizamos y, no podía faltar, la serie “Moisés y los Diez Mandamientos” y como esa noche, justo cuando se supone cayera la última plaga sobre el pueblo egipcio, estábamos en medio de la laguna.
El tema de los caimanes surgió también. Cruz nos contó que esta especie invasora llegó a Puerto Rico para la década de 1970 con la entrada a la Isla de las tiendas Woolworth, que vendían esta y otras variedades de animales. Como sigue ocurriendo hoy día con las especies exóticas en cautiverio, las personas la adquirían, y cuando el animal crecía demasiado, lo liberaban. Poco a poco se fueron reproduciendo y hoy día, habitan a través de toda la Isla.
A las 8:52 p.m. se avistó el segundo caimán. Se trató de otra falsa alarma. Así, sucesivamente, se observaron otros a las 8:58 p.m., a las 9:06 p.m., a las 9:13 p.m., a las 9:17 p.m., y a las 9:22 p.m. El tiempo transcurría y no caía ninguno.
“Hoy tenemos muchos factores en contra”, dijo Cruz, en referencia a la luna llena y a la hora en que estábamos navegando.
Eran las 9:28 p.m. Cruz le dice a Rey que apague la luz de la linterna. Y finalmente cae uno. De inmediato, tomo una de las linternas en mi mano para alumbrar y que el fotoperiodista pudiera captar el momento en fotos y vídeo.
En medio de todo, intento tomar notas y observar cómo el pequeño y, hasta en cierto punto, indefenso animal intenta infructuosamente desafiar el lazo que es colocado en su cuello.
Se trata de un juvenil, de aproximadamente año y medio y de unos tres pies de largo. Los vigilantes le atan las patas y el hocico con cinta adhesiva. Son estas las partes más peligrosas, incluyendo el rabo. “Él mata con el rabo y atrapa con la boca”, comenta Cruz.
Una vez atado, lo colocan en un envase plástico color rojo que permanece en la parte posterior del bote. Él sigue moviéndose en clara oposición a sus captores hasta caer rendido.
“Ya yo estaba lista para irme en coca”, digo mientras nos alejábamos.
Seguimos nuestro camino. Para nosotros no había acabado. Teníamos la esperanza de que al menos caería otro ejemplar más, optimismo que poco a poco se fue desvaneciendo.
Ya eran las 9:49 p.m. Decidimos regresar. En ese viaje de vuelta, nos lanzamos sobre otro caimán, pero, de nuevo, no resultó. Llegamos a la orilla, salí de la embarcación con sumo cuidado. Nuestro trabajo prácticamente había culminado.
A los vigilantes les faltaba limpiar la embarcación y sacarla del lugar. Todos los reptiles que son capturados se suelen llevar al Centro de Confinamiento de Especies en Arecibo, donde permanecen para que los estudiantes que visiten el lugar tengan la oportunidad de verlos.
Cuando la población cautiva sobrepasa un número determinado, los sacrifican.
Quizás, lo ideal habría sido capturar varios ejemplares y, en mi caso, salir del lugar habiendo aprendido a identificar dónde hay un caimán sin la necesidad de que me alerten. Pero, para eso es necesario la experiencia que solo el conocimiento y los años de arduo trabajo otorgan.
Al final, valió la pena. Salir de la rutina, conocer uno de esos tantos tesoros naturales que nos regala nuestra isla, disfrutar de la brisa húmeda y de la luz de la luna llena. Un panorama que te deja con ganas de más, de regresar.
La Playa de Vega Baja desde el aire
Cuidemos nuestro balneario | Vida marina
Debajo de las aguas del balneario Puerto Nuevo en Vega Baja podemos ver la diversidad de vida marina y especies coexistiendo en un mismo lugar, unos mas curiosos que otros a la camara, asi que si observan detenidamente podran apreciar la vida que poco a poco va poblando nuevamente el lugar que lo disfruten tanto niños como grandes.(Erizos, candiles, langostinos, cangrejo flecha, entre otros)
Cuidemos nuestro balneario | Morena amarilla
Morena amarilla
En nuestro paseo por el cayo del balneario nos encontramos con esta juvenil amiga pasando inadvertida entre la naturaleza del lugar asi que si ponemos atención podemos ver a esta nueva amiga del lugar una morena amarilla de nombre científico (Muraenidae) este es el nombre de su especie.
Cuidemos nuestro balneario Puerto Nuevo| Cangrejo araña
El cangrejo araña o cangrejo flecha del caribe uno de los habitantes del balneario que es mas dificil ver entre la vida marina del arrecife es el Cangrejo araña del caribe o cangrejo flecha, hoy tuvimos la bendición de filmar este habitante de nuestro arrecife del cayo, que lo disfruten
Abimael Malpica| Cuidemos nuestro balneario de Vega Baja
Les presento a mi joven compañero de snorkeling hoy en el balneario, y muy fotogénico hace mucho tiempo que no nadabamos con uno como el en el area espero que lo disfruten ahhh y claro es para niños (RECUERDEN QUE PATROCINAMOS EL CUIDAR NUESTROS RECURSOS NATURALES NO DESTRUIRLOS Y MUCHO MENOS LA PESCA DE ESPECIES QUE SON SUPER ESCASAS Y SOBRE PESCADAS EN EL BALNEARIO )
A las seis de la mañana|La Playa se nos puede agotar
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
La Playa Puerto Nuevo es el principal lugar de recreación natural de Vega Baja. Es la puerta al mar del que no viaja en lancha, es el lugar ideal para mudar la piel de nuestros pies al roce con la arena, recibir los nutrientes del agua salada en nuestros cuerpos y echar a correr la mente y la imaginación con el paisaje hermoso y placentero.
Tiene una historia propia a partir de su nombre, pero Dios nos la había dado antes de que su nombre cambiara de Yeguada Oriental al abrirse el nuevo puerto o como lo conocemos, Puerto Nuevo. La belleza es legendaria, la plasmó Guillermo Venegas Lloveras, el laureado autor de Génesis, en el tema del Trío Vegabajeño.
Pero aunque la Playa Puerto Nuevo tiene la capacidad de regenerarse, su uso y abuso ha causado mucho daño acumulado en los últimos cien años. Ya no hay pesca notoria en sus orillas, sus componentes, como los corales, han mermado y siguen en peligro los existentes y hay contaminación, a pesar de los esfuerzos por eliminarla. Un lugar tan expuesto, no se puede dejar al garete.
¿Cómo cuidamos nuestra playa? Al igual que se ha procurado que se declaren reservas en el interior de Vega Baja y que se proteja el coral del oeste de la Playa, hace falta que se controle su uso. Como las playas son constitucionalmente libres de acceso, no podemos restringir su uso pero es posible limitar la invitación y no crear, como otros pueblos hacen, actividades multitudinarias que mermen la calidad del recurso natural.
En la década de 1940 la Asamblea Municipal prohibió la extracción de arenas. Hasta ese momento, había unas dunas de arena gigantes que la gente las redujo para construcción. Bajo el edificio inútil que se construyó por la administración de Edgar Santana y donde se celebra el Gastronómico de la presente administración, hubo una zona importante de arena que dio paso a casas, estacionamiento, bitumul y cemento. Nadie hoy día extraña esa carencia porque nunca la han visto, pero aun queda algo de esa arena que extendía la Playa hacia el sur.
Alcaldes como Joaquín Rosa de Manatí, Felisa Rincón de Gautier de San Juan y Rafael Cano de Vega Baja, construyeron sus viviendas de veraneo cerca de la orilla o en la orilla de la Playa. Un comerciante llegó hasta edificar una vivienda sobre la peña.
Para el que no lo sepa, aun hay yacimientos arqueológicos en esta zona, que están inactivos y que pueden perderse eventualmente. Bajo la anterior administración iba a haber una entrega total del área de la Playa a inversionistas políticos para crear una zona hotelera, lo que afortunadamente no se dio.
He visto, con mucha pena, que en estos días, cargados de por sí de una temporada veraniega que inunda de visitantes nuestra Playa Puerto Nuevo, se crea una actividad multitudinaria de música, bajo el auspicio de la administración municipal. En la misma se anuncian intérpretes y orquestas de otros lugares, para atraer también a gentes de otros lugares también.
A los vegabajeños se nos olvida la máxima orden de la naturaleza que es la armonía. Un agua saludable en la Playa no necesita afluencia de más personas sino menos personas. No necesita más contaminación de sonidos ni de luces porque muchos de los procesos que enriquecen nuestro cuerpo de agua se dan en el silencio sonoro del océano y la necesaria oscuridad. Quien rompe ese vínculo, atenta contra nuestro recurso.
Hay que repensar el uso futuro de la Playa. Lo mejor es dejar que la naturaleza se exprese sin las limitaciones humanas. Que vuelvan a crecer palmeras, árboles y uveros. Que regresen los peces y los corales. Que la arena, producto de millones de años, tenga un nuevo comienzo.
Todo lo que hagamos en esta generación, no será suficiente. Pero si hubiéramos respetado la naturaleza, no habríamos perdido la orilla que una vez había y que ahora desapareció en la Carretera 686. Dios, en su infinita sabiduría, como dueño del tiempo y de las cosas, escuchará nuestros anhelos de un mejor ambiente y atendiendo nuestra fe, mejorará lo que una vez hizo perfecto.
El Charco Azul de Vega Baja no es el único
Cuatro ríos distintos llamados Charco Azul
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Por: Karla Martínez, bloguera y periodista
Uno de los mejores atractivos que existe en Puerto Rico son sin duda sus ríos, muchos de ellos de aguas cristalinas y bastante frías.
La isla cuenta con 224 ríos y 553 quebradas con nombres, de los que la mayoría nacen en la Cordillera Central que a su vez forma vertientes en todos los puntos cardinales y discurren las aguas hacia el Mar Caribe, el Océano Atlántico, el Pasaje de Vieques y el Paso de la Mona.
Los ríos sirven de área de recreación para los seres humanos, son hábitat de una gran diversidad de animales acuáticos, son fuente de alimentación y evitan la entrada de agua salina a los acuíferos.
En Puerto Rico, a todos los cuerpos de agua dulce que visitamos les llamamos ríos, cuando verdaderamente son quebradas, como es el caso del Charco Azul.
Según datos del Departamento de Recursos Naturales no existen ríos registrados con este nombre, sin embargo si existen cuatro quebradas que por las características que las distinguen son conocidos así.
Lee la lista para conocer si hay un Charco Azul cerca de ti:
- Patillas: El Charco Azul de Patillas pertenece a las quebradas del Río Grande de Patillas que nace en la Sierra de Cayey y desemboca en el Mar Caribe. Se encuentra en el Bosque Carite entre Patillas y Cayey. Para llegar a el debes pasar las lechoneras de Guavate y caminar 20 minutos desde el estacionamiento. Tiene áreas de acampar y para celebrar actividades que se pueden utilizar con autorización del DRNA.
- Vega Baja: Es parte de las quebradas del Río Grande de Manatí el cual nace en Barranquitas y cruza los pueblos de Corozal, Naranjito, Barceloneta, Orocovis, entre otros. Se encuentra cerca de la antigua gallera de Vega Baja y el camino toma alrededor de 10 a 15 minutos caminando. Es conocido gracias a la composición y transformación que tienen sus rocas las cuales han formado cuevas de distintos niveles y en el medio de ellas está el famoso Charco Azul.
- Adjuntas: Todos las quebradas de Adjuntas provienen del Río Grande de Arecibo que también forma el Lago de Adjuntas y el Lago Dos Bocas de Utuado. Está ubicado en el barrio Limaní y sus aguas son muy frías.
- Barranquitas: Mejor conocido como el Cañón San Cristobal. Se encuentra entre Barranquitas y Aibonito y pertenece a una de las muchas quebradas del Río La Plata, el río más largo de todo Puerto Rico. Este precioso ecosistema, era utilizado hace muchos años como vertedero, pero ahora es uno de los accidentes geográficos más impresionantes de PR y del Caribe. El lugar está protegido por el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico quienes realizan actividades, charlas y eventos para visitar el lugar.
Es responsabilidad de todos proteger los ríos y los recursos naturales de la isla. Es importante no depositar aceite usado, escombros o basura, no modificar su cauce natural y tomar las debidas precauciones cuando se visitan cuerpos de aguas como ellos.
Para descubrir más lugares eco-turísticos, visita www.Koolturista.com o en búscame en las redes sociales Facebook e Instagram.
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Vídeo: Escogen las playas favoritas de Puerto Rico
Puerto Nuevo, la 5ta Playa Favorita
Aquí las diez más impresionantes, según los lectores de Primera HoraVídeo: Escogen las playas favoritas de Puerto Rico
Ultimo monitoreo quita la bandera amarilla para la Playa Puerto Nuevo de Vega Baja
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