Por Norman Ramirez Talavera
En la madrugada del viernes 30 de agosto de 1985 fui arrestado junto a otros compañeros y compañeras en un operativo donde participaron cientos de agentes de las fuerzas especiales del FBI por todo Puerto Rico. También fue allanada mi residencia, la de mi hermano y cuñada, y mi taller de imprenta. Nunca se mostró una orden de arresto ni tampoco de allanamiento, a pesar de habérselas pedido. De hecho, ni la ropa se me permitió poner. Decidí desde ese momento no hablar más. Fui llevado al edificio federal de la Calle Chardón, me sentaron en un pasillo donde fueron pasando con otros de los compañeros arrestados entre estos la compañera Ivonne Meléndez Carrión todavía en ropa de dormir y a el compañero Elías Castro al cual no conocía hasta ese momento, ambos con una venda en el rostro. Al compañero Elías unos agentes lo querían obligar a firmar un documento con los ojos vendados. Me llevaron a un cuarto de interrogatorio donde trataron de utilizar información de disputas internas, pues lamentablemente estábamos divididos en tres grupos, yo era parte del tercer grupo. Mientras ellos hablaban me acordaba de un poema de Nicolás Guillen y pensaba: Ay yo bien conozco a mi enemigo. Nos extraditaron en la tarde del domingo 1 de septiembre.
Cuando nos llevaron a la corte de Hartford me querían imponer un abogado a lo cual me negué. Luego autorizaron a un abogado que entrara hablar con nosotros. Nos dijo que cuando el magistrado me preguntara donde estaba mi abogado le señalara a la izquierda. Para sorpresa mía, y me parece que también para los abogados del gobierno, había un grupo como de veinte abogados norteamericanos dispuestos a defendernos. Cuando el magistrado me pregunta donde estaba su abogado yo le contesto allí, señalando al grupo de abogados. El magistrado vuelve y me pregunta que diga su nombre. Le respondo que no lo sabía, pues no me habían permitido comunicarnos con ellos, le dije: yo sé que va a estar allí. Los abogados del gobierno dijeron que no sabían de donde habían salido todos esos abogados, y que parecía una película. El Magistrado accedió a reunirnos con el grupo de abogado para proseguir con las vistas de fianza.
En el proceso de las vistas de fianza, la fiscalía federal pidió que la misma se me negara. Por el terrible crimen de haber regalado juguetes a los niños pobres, a nombre del EPB-Macheteros. La fiscalía argumentó que me había disfrazado para tan horrendo crimen. El magistrado para calmar a la fiscalía me impuso una fianza de $500,000. Uno de los cofundadores del Partido Independentista Puertorriqueño y hermano masón Arturo Jiménez se ofreció como fiador. Pero la fiscalía fue en apelación argumentando que si salía en libertad bajo fianza representaba un peligro para la comunidad. El magistrado manifestó: que este era un caso sumamente raro, entonces bajó la fianza a $250,000 pero que solo mi familia podía presentarse como fiadores. Gracias a mis tíos Natalia y Cesar y a la labor del Comité de Amigos y Familiares salí a los cuatro meses bajo fianza. Los demás compañeros estuvieron varios años encarcelados sin derecho a fianza.
Durante todo el proceso tuve la oportunidad de conocer seres extraordinarios que son parte del pueblo norteamericano. Lo que demuestra una vez más que una cosa es el pueblo y otra cosa es la mentalidad del gobierno como poder imperial. Y un ejemplo de esto es el equipo de abogados norteamericanos que se logró juntar para nuestra defensa. No era tarea fácil nuestra defensa. En primer lugar, veníamos de un enfrentamiento luego de la adopción de una línea de partido la cual no fue correspondida con los cambios necesarios a nivel organizativo, estructural, formativo para establecer correspondencia con los nuevos retos, y que había terminado por dividirnos antes del arresto. Solo la represión nos había vuelto a unir, al igual que la solidaridad que recibíamos de nuestro pueblo. Pero lamentablemente ese enfrentamiento, aunque no se exteriorizara, insidia en la toma de decisiones en las reuniones sobre las estrategias de defensa. Pero aun así el equipo de abogados de defensa se fue templando en la amargura de nuestras discusiones. En segundo lugar, estaba todo el recurso del gobierno que había utilizado en contra nuestra. Algo nunca visto en el uso de la tecnología y los recursos militares. También utilizaron recursos de propaganda psicológica para hacernos ver ante el pueblo norteamericano como terroristas, el despliegue de armamento de la marina de guerra, como helicópteros para trasladarnos a bases militares, y colocar barricadas de concreto armado para detener coches bombas y fuerzas especiales con armas de asalto frente a la corte de Hartford.
A todo ese equipo de defensa que logro poco a poco torpedear parte de la evidencia en las vistas de supresión de evidencia. A los que no están físicamente con nosotros: Lenny Weinglas, William Kunstler y Leonard Boudin siempre los tendremos en nuestra memoria. Al equipo de defensa de los Reyes Magos, el Ldo. Jim Bergen y mi abogado el Ldo. Juan Ramón Acevedo Cruz (Juanra, se dé todas las noches que rompiste preparándote para mí defensa) también al Ldo. Mark Kostecki, a tod@s las compañer@s que trabajaron en la solidaridad como, Gloria Gerena, Victoria Barreras, Nancy Allisberg, a Juan y Herminia, todos aquellos solidarios de Hartford y Nueva York. A los de Puerto Rico, Josefina Pantoja Oquendo, Rita Zengotita, Rosalinda Soto, Mercedes Rodríguez y María Dolores Fernós. Al equipo de abogados que dijo presente el día de los arrestos en Puerto Rico entre ellos, mi abogada en la vista de extradición, Lcda. Rina Biaggi, a la Lcda. Linda Backiel por toda su labor en mi excarcelación. No me puedo olvidar agradecer la labor de coordinación de los grupos de apoyo y la defensa del Lcdo. Rafael Anglada López, a mis compueblanos de Vega Baja, a Evaristo Otero, a mi familia y todo el pueblo puertorriqueño que dijo presente desde el primer día de los arrestos, gracias.
Si algún día mirando hacia atrás se preguntan si valió todo ese esfuerzo, solo les puedo decir que en el tiempo que se debatía en corte la fianza, había soñado que tenía dos hijas a las que le había puesto por nombre Libertad, le comenté el sueño a un compañero y me dijo que no pensara en eso pues nosotros no íbamos a salir. No le di mucho pensamiento, en esos cuatro años que estuve bajo fianza nacieron nuestras Libertades. Gracias a mi cómplice en esta conspiración, mi compañera y esposa Lydia Beatriz Valencia Nazario. Hoy ellas son como su nombre, mujeres preparadas para su pueblo, han alcanzado grados de maestría, una en el campo del trabajo social y la otra en el de la salud pública. Gracias al apoyo y solidaridad de todos aquellos que han sido clave en su formación, a sus padrinos Manuel Maldonado, Lety Russe y sus hijas, nuestros amigos, Luis Muñiz y Gladys Colón, la Fundación Rosemberg y también a la Escuela Nacional de Bomba y Plena Rafael Cepeda Atiles, una gran familia.
Sobre la situación en Puerto Rico luego de estos 31 años; les digo que el árbol de la colonia esta corroído, ahora con lo de la junta de control colonial, nuestro pueblo se enfrentara al despotismo del gobierno norteamericano cara a cara, y comprobara, que la democracia que dicen defender los yanquis y sus alzacolas de la colonia, solo es una espuria y decorativa. La cual jamás va a defender los derechos de nuestro pueblo como Nación. El fruto está maduro y la independencia de Puerto Rico no solo es viable, es necesaria, es el cambio total y radical de las estructuras corroídas en nuestro país, es la herramienta para cambiar el orden social. El cambio lo van a exigir los que necesitan cambio. Si compañeros, valió el esfuerzo. En palabras de William Morris que nos dice: «Únete a la batalla en la que ningún hombre fracasa, porque, aunque desaparezca o muera, sus actos prevalecerán. «
¡Viva Puerto Rico libre, libertad para Oscar López Rivera y Ana Belén Montes!