Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Los motivadores utilizan muchos recursos con imágenes mentales para propiciar el cambio de ánimo. Uno de esos recursos es el de bombardear con temas positivos para alejar las mentes del pesimismo. En Estados unidos, Dale Carnegie y Norman Vincent Peale y en Puerto Rico, Silverio Pérez y José Nogueras, entre otros.
Los vegabajeños somos afortunados en relación con los demás pueblos de la isla. Pero a veces no vemos la realidad porque los valores adoptados nos agringolan el panorama de la verdad. Si somos populares de la mata, vemos al alcalde como un ser incorruptible y perfecto. Si somos penepeístas, no vemos sus aciertos. Al juzgar a los profesionales, vamos por sus errores como si eso definiera su trabajo o lo que han desarrollado en su vida. De los médicos molesta la espera en sus oficinas, de los abogados el temor de que «se vendan», de los mecánicos que nos conviertan en sus esclavos económicos al no hacer su trabajo bien o que dañen el vehículo más de la cuenta.
Pero de igual manera que hay un mundo invisible donde pululan las ideas y los pensamientos, hay otra dimensión dentro de nuestro interior que nos hace distinguir la paja del grano en materia de vida y que nos permite ver las cosas posibles dentro de la confusión. De hecho, hay quienes prefieren el caos, la anarquía y el misterio en lugar de la claridad de la oportunidad, la sensación de que se anda en lo correcto y el orden, pero la única verdad es la que proclama que los trechos disminuyen el camino de la experiencia y que la experiencia nos lleva a rutas más seguras.
Hay que apostar al optimismo. No es que ignoremos la carencia ni que evoquemos otros tiempos donde habían más oportunidades para decir que las cosas están malas o peores. Este es el que nos tocó vivir, por lo que hay que ver las cosas con los ojos de este siglo, de este año y de esta hora. Lo demás, es habitar la fantasía y vivir apesadumbrado. Esa carga hay que quitarla.