Una voz en el desierto

Por Luis Arnaldo Rivera Torres

Es lastimoso para un ciudadano tener que denunciar públicamente malestares por los que tiene que pasar diariamente cuando sus reclamos siendo genuinos caen en oídos sordos. Y quienes están obligados se han hecho de “la vista larga”, o la burocracia los limita.

El compueblano José “Willie” Rodríguez Burgos lleva denunciando ante el gobierno municipal de Vega Baja una situación que realmente debe ser motivo de vergüenza y preocupación para cualquier municipio y su administración.

Personalmente y por muchísimo tiempo llevo observando una pasmosa dejadez sobre este asunto y lo digo por haber leído a funcionarios municipales comprometiéndose con el ciudadano mediante comunicados, a resolver el penoso asunto pero sin consecuencia ni seguimiento alguno.

Hoy me doy a la tarea de aportar mi contribución ciudadana con este escrito, pues se trata de un serio problema en un sector de nuestro Pueblo y en él, enclavado un antiguo edificio que sirvió de hospital en épocas de glorias municipales y luego como escuela. Se localiza en la calle Corchado del casco urbano, el mismo está a disposición y usufructo de vándalos, adictos, prostitutas, y sabandijas de todo tipo. Convertido en un “cortijo delincuencial”.

En otras palabras es un asunto de salubridad pública que por años el ciudadano de quien hice referencia, con todo el derecho, insistentemente denuncia sin que nadie en el gobierno municipal vegabajeño haya tomado como serias esos reclamos.

“Señores de esta administración”, hagan causa común con las necesidades del Pueblo, y sí es por colores, aparten por favor la política que divide y clasifica. Vayan al lugar, comuníquense nuevamente con el ciudadano, pero háganlo con un compromiso real y firme, y sí posible preséntense con el personal de limpieza listo y dispuesto. Vayan con materiales adecuados para sellar y clausurar ese lugar. Todos somos vegabajeños y a todos nos afectan estas situaciones por igual.

Luis Arnaldo Rivera Torres