Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Los últimos cuatro alcaldes que tuvimos fueron, en cierta manera, controversiales. No implico que fueron malos, un juicio valorativo responsable de sus ejecutorias es otra cosa. Pero recordando a Rafael Cano Llovio, a Luisito Meléndez, Edgar Santana y a Iván Hernández y comparándolos a Marcos Cruz Molina, pudiéramos decir, sin temor a equivocarnos, que la presencia del actual alcalde ha traído respeto, ausencia de escándalos y una política administrativa que quizás muchos critiquemos porque no es perfecta, pero aceptable y correcta desde la perspectiva del honor y la vergüenza del vegabajeño.
En los últimos tres años y medio no hay un solo asunto de corrupción local que nos haya movido a afirmar o reafirmar que el mal sigue gestándose en la Casa Alcaldía. Mientras otros alcaldes reciben informes desfavorables de los distintos foros fiscales o son acusados criminalmente hasta por asuntos de moral, el nuestro sigue en la ruta del cuadre presupuestario y final fiscal, a extender la sábana y hacer más con menos. Ha resuelto no solo los asuntos económicos inconclusos que dejaron los predecesores, sino que también ha creado alguna obra permanente y no ha cesado de ofrecer a los ciudadanos las ofertas de trabajo disponibles en el mercado y a administrar con sabiduría y respeto.
Se dice que hay una gran cantidad de préstamos adicionales a los que habían. Yo he estudiado el detalle de las obligaciones contraídas y puedo asegurar que no es cierto. Si vemos las partidas individuales, encontraremos refinanciamiento de deudas viejas que incluyen gastos inapropiados y dudosos del pasado y alguna inversión nueva en obras permanentes.
En una manera, Vega Baja se torna en una isla virtual. Lo nuestro ha ganado en este tiempo porque se diferencia de todo lo que antes hubo que era procurar la complacencia de los miembros de partido y contratistas allegados. Además, ha retornado el orgullo por nuestra ciudad que vale más que la obra material, porque eso es el combustible que enciende el progreso. Ojalá que los mensajes de los políticos opositores que tienen que hacer su campaña y dar orientación a su proselitismo no vean en el detalle la generalidad para atacar a la administración actual. Eso contaminaría el ambiente que otros estilos sin duda lo harían mejor y creíble.
El aislamiento, o sea, separarse de todo lo demás para crear algo nuevo y único, diferente a lo que hemos tenido y lo que aun anda por otros lugares, es una de las empresas exitosas de nuestra historia.