Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Después de unas primarias como las que hemos tenido, la temperatura de algunos candidatos y fanáticos aun está alta. En el pasado, los derrotados tomaban tres rumbos, el del retiro, participación pasiva o la del cambio de partido. Así nació el PIP y el Partido del Pueblo, como desprendimientos del Partido Popular, el PNP del Partido Estadista Republicano y el Partido Renovación del PNP. Personas como Justo Méndez, que incluso pretendió ser Presidente del Partido Nuevo fue luego hasta senador del PPD e ideólogo del Estado Lbre Asociado. Igual el vegabajeño Jesús Hernández Sánchez del PPD pasó a PNP y fue Portavoz Alterno en el Senado de Puerto Rico. Elsie Valdés fue independentista, luego renovacionista y finalmente novoprogresista. Fue la candidata a alcaldesa en 1992.
Los ideales de las personas van evolucionando. No hay nada malo en que la gente descubra nuevas luces en su vida. El mejor ejemplo nos lo dieron los anteriores esposos de la Gobernadora Sila Calderón, que cruzaron filas de su anterior partido para votar en una primaria del Partido Nuevo Progresista y el representante y candidato a alcalde por el PPD en Vega Alta, Javier García Cabán, quien en esta pasada primaria se postuló para un cargo legislativo por el PNP. Eso ocurre porque la experiencia en los partidos, la aceptación en su grupo político y sus posturas individuales frente a las institucionales hacen que la gente cambie de manera de pensar y se alíe a otros grupos políticos distintos.
Por esa experiencia histórica es que preventivamente, los triunfantes en primarias piden unidad. Saben que el corto trecho hasta una elección puede hacer disidentes u oponentes y permitir que las huestes de los del partido contrario engrosen.
Pero ¿porqué un político derrotado en una primaria puede pedir unidad? Puede ser porque en su corazón albergue un amor fuerte por su partido y quienes lo componen, aunque no haya sido favorecido. También, una persona que interesa escalar, no le importa perder porque siempre el factor reconocimiento le va a favorecer en el futuro. Richard Nixon, por ejemplo fue un perdedor antes de llegar a la presidencia. Luis Ferré también perdió la gobernación cuando militaba en el Partido Estadista Republicano. Ser derrotado en 1988 a la candidatura a Comisionado Residente, puso en turno a Pedro Rosselló para ganar en dos ocasiones la gobernación.
Edgar Santana perdió en las elecciones de 2000, ganó en 2004 y 2008 e incluso en esta última ocasión le ganó a Luis Meléndez Cano, quien lo había derrotado en su primera incursión electoral. Dicen que desde su reclusión, Santana no votó por el partido cuya insignia ostentó, por su enojo con Iván Hernández y Luis Fortuño en 2012. José Galán y Miguel Angel Figueroa también vienen de perder anteriormente. Nadie duda que de alguna manera estos jóvenes sigan en la política de alguna manera, aun si Galán, no se convirtiera en alcalde en noviembre.
Hay candidatos que sabiendo que no tienen oportunidad o que fuera mínima, se postulan y hacen campaña para luego de su derrota figurar entre las personas con las que se puede contar si su partido gana. Por eso tenemos que mirar qué eran antes de postularse y si por sí mismos podrían sobrevivir fuera de la política. Porque los cargos son solo por un tiempo definido de cuatro años ciertos salvo renuncia, destitución o muerte. En eso, lo hemos visto todo.
La motivación es importante, porque hay personas que interesan que su principal ingreso sea el del gobierno y eso no es malo, pero se convierte en un abuso cuando se postulan para servir un tiempo y quieren seguir guisando y hasta se creen con el derecho de hacerlo. Ahí nace la prepotencia y el mal manejo de los bienes y servicios públicos al pensar que todo lo que se les da para administrar, les pertenece.
Hay que leer a los candidatos. Saber su historia pasada y sus planes. Si son generosos y responsables, la gente los recordará cada cuatro años y será difícil vencerlos. Si no son responsables como Vega Borges, aunque sean generosos, serán vencidos antes de llegar a una próxima elección. La gente se cansa de aguantar a los que ostentan cargos públicos, especialmente cuando se proclaman sabios e insustituibles. A los insuficientes o abusadores que no les prodigan la derrota electoral, los organismos gubernamentales de fiscalización se encargan de diezmarlos o desde allá arriba una fuerza divina les ordena descansar.
Se debe ser auténtico para pedir unidad, no oportunista. El pedido de unidad es más efectivo cuando no se lastima al adversario y cuando se deja espacio para mejorar la relación con su oponente y no para terminarla.
A quien más le conviene la unidad es al pueblo, pues se elimina voces amargadas que contaminan y confunden el ambiente.