Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
La política partidista es una de las artes más subjetivas que existen sobre la tierra. Si bien hay principios sobre cómo conducir a un gobierno, se vale más de la retórica de sus líderes, lo que hablan y lo que escriben, para definir una impresión que se le ofrece al pueblo como una virtual realidad.
En el saldo de una función gubernamental, poco vemos de las promesas que se hicieron en la campaña que llevó a una elección. Generalmente ni los programas de los candidatos son lo que el candidato mismo quiere o cree, pero para aunar masas promete lo que en ocasiones es imposible de cumplir.
En Vega Baja y en Puerto Rico hay muchos ejemplos de incumplimientos. El actual gobierno estatal desconoce lo que prometió su líder Alejandro García Padilla. De hecho, aun después de las pasadas elecciones, su palabra en general se tornó increíble por sus continuos incumplimientos. Fue tan decepcionante, que su partido heredó un problema de falta de liderato confiable para estas elecciones de 2016 y los precandidatos y candidatos están tratando de cambiar la imagen, como si de otro partido se tratara. El problema principal fueron las afirmaciones y confirmaciones de una política gubernamental absurda que se siguió al pié de la letra en las cámaras legislativas y muchos municipios.
Luis Muñoz Marín gobernaba como si fuera un militar. Ordenaba y se cumplía; se asesoraba y decidía y entre poesía y realidad, mantuvo cautiva a más de una generación. Luis Ferré, de suaves maneras hasta en el hablar, no hablaba para no ofender aunque dominaba tres idiomas. Siguió al triunvirato de gobernadores que inició Sánchez Vlella de los que no pasaron de un cuatrienio. Don Roberto fue aislado de los demás, como se hizo con Piñero, primer gobernador de Puerto Rico. Después empezaron a llegar los demás hasta que desde hace tres gobernadores y con Alejandro cuatro, no ha habido reelección de ninguno.
En Vega Baja tres alcaldes, Sandín, Cano y Meléndez Cano, estuvieron gobernando esta ciudad por 64 largos años. Quien rompió la tradición popular fue quien menos estaba preparado para hacerlo dentro del inventario de personas cualificadas. Edgar Santana probó que cualquiera puede ser alcalde de Vega Baja y Alejandro, que cualquiera puede ser gobernador de Puerto Rico. Hay quien dice que los mejores gobernadores (Muñoz, Ferré y Rosselló) no eran abogados de profesión. En Vega Baja ningún abogado ha sido alcalde pero se estima generalmente que los mejores han sido los maestros (Sandín, Cruz) y los farmacéuticos (Pastor, Náter y Meléndez Cano).
Hasta nuestro representante Rafael (Tatito) Hernández le han puesto el sobrenombre de Taxtito por su continuo apoyo, por tres años consecutivos, a las iniciativas legislativas de imponer y subir impuestos. El, como Presidente de la poderosa Comisión de Hacienda, justificaba diariamente, en los medios, cada paso que se daba en perjuicio del pueblo, so pretexto de que era necesario. Tiene, empero, un historial de beneficios a Vega Baja.
Especialmente en el aspecto educativo, tiene unos aciertos de asignaciones y participaciones, aunque se habla de intereses creados para beneficiar el recinto de enseñanza de sus hijos y el barrio de la familia de la esposa. Al contraponerlo al otro precandidato que favorece el prepotente alcalde de Dorado, uno se siente intimidado porque no se convierta el otro en alguien que se olvide de nosotros, especialmente bajo la influencia de ese alcalde que puso el escenario para que el Consorcio se fuera para Barceloneta.
Entre frío y caliente, he escuchado que los populares de Vega Baja recomiendan a Tatito porque tiene más vínculos con nuestra ciudad. Luego los electores verán cuál de los varios representantes al Distrito 11 del Partido Nuevo Progresista será seleccionado contra el que gane del PPD.
Archivo del Diario Vegabajeño de Puerto Rico Segunda Etapa de Diciembre 2012 a Octubre 2016 