Por Liliana Torres Miranda
El día 14 de mayo de 2016 fui al viejo San Juan con mi hijo Alejandro, joven Síndrome Down. Mi vehículo sufrió un desperfecto, por lo que tuve que utilizar un servicio de grúa para regresar a Vega Baja. Saliendo de San Juan la grúa comenzo a tener desperfectos mecánicos hasta que se paró. En esos momentos me sentí asustada, por lo que me bajé de la grúa con mi hijo y nos quedamos parados a la orilla de una carretera de mucho tránsito. En mi mente dije: “Dios no tengo control sobre lo que sucede, te entrego esta situación”.
Como a los diez minutos pasó la alcaldesa Carmen Yulín con un grupo que se dirigían a hacer labor comunitaria en apoyo a los damnificados de las inundaciones. Se paró y estuvo cerca de hora y media ayudando con la situación. En esta ocasión conocí a la mujer sensible, dispuesta a ayudar a otros en momentos difíciles, pero a la misma vez la mujer luchadora para defender lo que es correcto. No se separó de nosotros hasta que nos vio partir seguros hacia Vega Baja.
De todo corazón les doy las gracias a todas las personas que amorosamente (tengo que aclarar que tengo 78 años) fueron un escudo de seguridad y de afecto en una situación tan difícil. Agradezco haber vivido esta situación pues había perdido la fe en nuestros políticos.
La alcaldesa contará con mis oraciones para que pueda seguir ayudando al pueblo de Puerto Rico. Gracias.