
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Para el ser humano en todas los lugares del mundo, el teatro brinda un espejo del pasado, del presente, del futuro, dentro del alma y de la mente humana. Tanto en los pueblos primitivos como en los modernos hay esa necesidad de personificar y actuar en dos dimensiones, para su propia experiencia en el escenario y para el espectador.
Quienes aprenden y desarrollan el arte del teatro como dramaturgo, director, sonido, iluminación o a cargo de la utilería, como actor principal o de reparto, nace una experiencia de vida, imaginación y creatividad. Esa experiencia tiene dos propósitos, educar y sentir.
En todos los pueblos del mundo hay tradición de teatro. Tal parece que nace con el ser humano. Nuestros aborígenes lo tenían, a su manera. Luego los españoles nos lo trajeron y los vegabajeños lo desarrollamos con nuestros propios autores, actores y una comunidad participante.
Dice Dice Don Emilio Pasarell, en su obra, Orígenes y Desarrollo de la Afición Teatral en Puerto Rico que en el año de 1873 había teatro en Vega Baja:
“En Vega Baja, en el 1878, los aficionados organizaron y fundaron el teatro “El Ramillete”, inaugurado el mismo con la obra Inocente y Culpable…El 10 de diciembre de 1882 se estrenó en Vega Baja o Villa de la Vega, un pequeño teatro organizado por D. Federico Font Carreras, para solaz y estudio del bello sexo. ”
El pasado año de 2015 estuvimos en esta misma sala dedicando el Día Internacional del Teatro y proclamando la presente como la Sala Evaristo Otero Rosa. Esta iniciativa de integrar a nuestro Teatro América en una conmemoración mundial y honrar a vegabajeños en un día tan especial es del actual Director de este teatro, David Muñoz, quien actualmente hace una gran labor no solo administrativa, sino creativa, que tenemos que reconocer y agradecer como pueblo.
Este año David acudió a la Junta Directiva del 240 Aniversario de Vega Baja y nos preguntó muy respetuosamente a quién se le podría dedicar los actos conmemorativos del Día Mundial del Teatro. Unánimemente pensamos en la dama Elsia Cruz Torruellas. Les diré porqué.
Mi padre, quien quisiera estar el día de hoy celebrando este reconocimieno a nuestra homenajeada y no lo ha podido hacer porque cuida de mi madre, esbozó la historia del teatro vegabajeño en su escrito “Afición Teatral Vegabajeña”, revisado hace pocos años y el cual nos hemos obligamos a dar continuidad. Allí se cuenta el desarrollo de un teatro repleto de personas voluntarias en distintos teatros, escenarios y momentos de nuestra historia. Sobre ella, escribió lo siguiente:
“Para el mes de septiembre de 1975 llega a Vega Baja, contratada por el Departamento de Instrucción Pública, la joven Elsia Cruz Torruellas, quien nació el 6 de febrero de 1953, en Santurce, Puerto Rico. Desde niña su afición preferida fue montar obras cortas con sus amiguitos, y participar en la dramatización de obras y poemas. Realizó sus estudios en Humanidades, graduándose con una concentración en Teatro, en la Universidad de Puerto Rico, en mayo de 1974. Hace su maestría y recibe la 1icencia del Departamento de Instrucción como Maestra de Teatro. Con desbordante entusiasmo empieza a ofrecer clases de teatro en la Escuela Superior Lino Padrón Rivera, con una producción de teatro escolar que resultó extraordinaria al correr de los años…”.
Pero hay más.
Cuando en el Diario Vegabajeño comenzamos a referirnos a ella como vegabajeña, ella se sintió orgullosa de serlo, lo aceptó y lo justificó. Y cuando le correspondió presentar una obra, ya fuera del teatro escolar al que dedicó tantos años de su vida, la presentó en este Teatro América. De hecho, El Principito, que se habrá de presentar en breve. fue una de las que escenificó en sus tiempos de educadora en la Escuela Lino Padrón Rivera, específicamente en 1977.
Venir a Vega Baja y convertirse en vegabajeña, ha sido una de las mejores cosas que le ha pasado a este pueblo. Porque nos hemos beneficiado de una extraordinaria educadora que no solo inspiró a una generación participante del teatro, continuando una tradición, sino que ella misma personalmente levantó a una familia teatrera. Su hija, Maritza Beatríz Ramírez Cruz, escribió estas palabras, sobre la vocación de su madre y la de ella:
Soy una maestra de teatro…(extractos)
“Se llora mucho, se ríe mucho… ¡se hiperventila mucho! Se suele ser optimista, de repente pesimista y se vuelve a ser optimista. Se duda, se reniega, se observa, se cuestiona, se combate, se analiza, se investiga, se maximiza, se responsabiliza, se compromete, se cree, se quiere… se quiere y se vuelve a querer…
Es que hay tanto amor en esto envuelto. No se puede ser de otra manera cuando se escoge esta vida y esta vocación. Es una responsabilidad muy grande cuando el trabajo se ata de frágiles y fuertes hilos de emociones e ideales. Este nudo dogmático-teatral es el norte de mis libertades…
Esto soy, y soy inmensamente fiel a lo que decidí ser… una maestra de teatro. Hoy, cayeron vencidos mis Quijotes… sé que mañana mis Sanchos los alentarán…”
Tomando las palabras de tu hija como pié forzado, a ti, Elsia, te recuerdo esa parte de la canción de tu favorito Joan Manuel Serrat en la canción Vencidos:
“Ponme a la grupa contigo,
dama del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo pastor…»
Gracias, Elsia, por ser laboriosa con nuestra juventud y paciente con los demás. A fuerza de tantas semillas sembradas has labrado un espacio en la historia de la cultura de este pueblo. Hoy lo celebramos en el Día Mundial del Teatro y lo recordaremos eternamente.
Buenas tardes.