Camino a solucionar el status

 

TJRM por Edgardo Pabón

 

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Cuando hablamos de nuestra relación con los Estados Unidos, inmediatamente nos percatamos que nuestro poder para negociar es desigual. Siempre lo ha sido y lo será, no importa la decisión final que tomemos.

Es casi unánime la percepción de que el Estado Libre Asociado no es lo que nos dijeron los políticos que era desde el principio ni era cierta  la representación que los americanos hizo ante el mundo de las posguerra en las Naciones Unidas. Siempre  lo dijeron los independentistas, los estadistas fueron condescendientes ante el temor de perderlo todo y ayudaron a mantener la colonia a través de los años. Los estadolibristas, mayormente dueños de los poderes locales no les importó perpetuar la gran mentira de que un ELA no solo no se podía culminar, sino que tampoco gobernaba en última instancia porque el poder residía en el Congreso de los Estados Unidos. 

La solución que mejor despeja el camino a nuestra verdadera independencia, soberanía y autonomismo es la independencia. Una vez libres, no tenemos que aceptar consejos, recibir consentimientos ni esperar que otros decidan finalmente si lo que hacemos lo podremos materializar. A la vez que un orgullo vano nos llena, es el estado político que más sentido de inseguridad nos brinda y nos hace vulnerables respecto a las demás potencias y países del mundo para recibir invasiones de ideas, gente y costumbres extrañas a nuestra idiosincrasia. El orgullo real no tiene que ver con estatus, tiene que ver con la puertorriqueñidad que ha sobrevivido en la colonia y sobrevivirá en la estadidad. 

Siendo una colonia  sin poder, no sé como podremos trabajar una alianza libre y voluntariamente con los Estados Unidos de América para hacer un estado intermedio que cumpla con los requisitos internacionales para la liberación de las naciones del colonialismo. La libre asociación, por ejemplo, la tenemos que negociar a partir de la independencia y no antes, porque si no, seremos una parte débil en una negociación. Y no podremos esperar paternalismo de los que tienen que defender la nación de allá, mientras nosotros habremos de defender la de acá.

No nos engañemos. La ciudadanía de Estados Unidos de América no podrá ser objeto de negociación. No podrán quitárnosla a los que la tenemos, pero es posible que los que la ratifiquemos no podamos votar en las elecciones ni tener beneficios de ciudadanos en Puerto Rico. Inmediatamente nos convertiremos en extranjeros en nuestra tierra a menos que se cree una doble ciudadanía y nos permitan a los que continuemos siendo ciudadanos de Estados Unidos de América ser ciudadanos de la República de Puerto Rico o del Estado de la Libre Asociación de Puerto Rico. 

Si tenemos recursos económicos, podremos continuar participando del Miss Universe Contest, que es una entidad privada con fines pecuniarios que nada tiene que ver con tratados internacionales, que funciona a partir de franquicias privadas. Igual, lo que nos produce orgullo de vez en cuando y bochorno en otros momentos nos permitirá enviar una delegación costosa de atletas y competidores a los eventos olímpicos internacionales.

Si luchamos por ser parte de la nación más poderosa del mundo, nos nos podrán tratar con discrimen y cuando eso ocurriese, habrá todo un sistema de justicia federal para combatirlo. Si nuestros competidores son verdaderamente excelentes, tendrán un filtro dentro del deporte de Estados Unidos lo que les obligará a probarse mucho más para pertenecer a una delegación mejor estructurada y de mayores posibilidades para la excelencia. Y si nuestras jóvenes son de las más inteligentes y bellas del mundo, no sólo serán Miss Puerto Rico, sino Miss United States y desde luego, continuaremos produciendo reinas para el mundo.

Hay quien plantea el puertorriqueñismo como algo que se va a perder en la estadidad. No conozco ningún estado que no celebre sus tradiciones y su cultura particular. De hecho, eso es lo más que me  gusta de los vecinos del norte. Cuando voy a Florida, voy a los lugares de los indios y a la ciudad de San Agustín, donde hay cinco naciones en su pasado. Cuando visité New Mexico, igual fui a los pueblos que se establecieron antes de la modernidad. Plymouth en Massachussets, los museos en Washington y Nueva York y muchos más espacios culturales de la historia particular que en muchas ocasiones son subsidiados por el dinero federal.

Dejémonos de sueños imposibles. El pasaporte americano es uno de los mejores haberes o bienes que puede tener cualquier ciudadano del mundo. La ciudadanía americana es valuada muy bien en todas las partes del mundo por sus posibilidades. Si no, pregúntele a los inmigrantes ilegales o a los que de todas las parte del mundo arriesgan su vida, su salud y su integridad por conseguirla. No mantenerla para las próximas generaciones de puertorriqueños es un crímen moral para nuestras próximas generaciones.

Yo creo que exigir la estadidad nos da una certidumbre real de cómo seríamos si fuéramos un estado en igual circunstancias que los demás. Supongo que nuestro ineficiente y confiscatorio sistema contributivo podrá ser estructurado lógicamente dentro de un federalismo que nos costará como contribuyentes, pero con mejores resultados a corto y largo plazo que lo que tenemos y aun mucho más real que con los pajaritos preñados que otros que nos han presentado como solución.

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