Por Thomas Jimmy Rosario Martínez, Escuela de Historia Vegabajeña

Es un privilegio para los vegabajeños que lo más granado de la élite que historia a Puerto Rico nos visite. Todos pertenecen a un selecto grupo de personas que han ocupado su vida o parte de ella a investigar, analizar y educar sobre lo que nos aconteció en el pasado con miras siempre a mejorar nuestra sociedad en el presente y el futuro.
Los historiadores, son, pues, arquitectos del tiempo. Planifican conociendo las bases donde está ubicado el resultado de la actividad humana y tratan de hacer algo mejor, sin olvidar las raíces.
Algunos de ellos pueden manifestar su prejuicio personal, porque la huella que nos deja la vida siempre nos acompaña en nuestros juicios. Eso es parte del legado pero son las generaciones siguientes las que tienen que rectificar errores, excesos y construir nuevos valores y paradigmas para forjar la historia que otros contarán. Empero, la labor que realizan es una actividad investigativa que se tiene que regir por la rigurosidad de la apreciación de la prueba para que constituya evidencia y se pueda llegar a conclusiones que nos puedan servir en nuestro destino personal y colectivo.
La Escuela de la Historia Vegabajeña es el producto del aprecio por la historia como herramienta humana. Nosotros no concebimos estudiar el pasado si no nos sirve para el futuro. El apego a nuestros valores, incidentes de la vida, grupos sociales y el compartir eventos reconocidos es parte de una nostalgia emocional que puede ser punto de partida para investigar pero no el norte del historiador. Lo que hemos visto hasta el momento nos confirma en el camino correcto de nuestras metas.
Eso es una base para acumular experiencias y conocimientos que nos permita hacer conclusiones y hasta recomendaciones. Los historiadores, a diferencia de los cronistas, que relatan sucesos o describen personas o eventos, son científicos sociales que todas las ramas del conocimiento humano necesitan para entender las distintas disciplinas.
En la Asamblea de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores nos estamos nutriendo del conocimiento y las técnicas de investigación. Con ejemplos sobre diversidad de temas, métodos y ubicación de fuentes y recursos, una nueva dimensión de trabajo se nos asoma. En la sesión del sábado hemos detectado dos ilustres historiadores ponentes que tienen raíces en Vega Baja y uno de ellos trata el tema de los trabajos arqueológicos del Paso del Indio en el sur de nuestra ciudad.
Para los vegabajeños es un honor que seamos la sede de la Vigesimotercera Asamblea. Como consecuencia, llega en la época propicia para reflexionar sobre la celebración anunciada de los doscientos cuarenta años de nuestra fundación. Ayer el Profesor Jalil Sued Badillo nos recordó que no es correcto celebrar nuestra fundación sin los elementos administrativos y eclesiásticos que había que cumplir en 1776 para constituír una separada entidad. Esto fue un asunto que en ocasión de celebrar nuestro bicentenario discutimos con nuestro historiador Luis de la Rosa Martínez y que resolvimos a base de la existencia del núcleo poblacional entonces existente como una realidad del comienzo de nuestra identidad, separada de La Vega y de Vega Alta, que se fundó, con todos los requisitos posibles, el año anterior de 1775.
Comoquiera, cuarenta años después de aquella celebración, tenemos que reflexionar sobre este y otros asuntos de nuestra historia. Es menester hacerlo para descubrir la mejor evidencia. El manjar que nos trae la Asociación es plato exquisito para nuestra adrenalina vegabajeña.
Parafraseando a mi profesor Gervasio García, tenemos que armar nuestra historia, sin coartadas.
