Luis Arnaldo Rivera| Reminiscencias de mi niñez

Me los compraban en la Farmacia de Bou y la de Tuchín.

Cosas del pasado...

Con frecuencia nos preguntan ¿Qué tienen que ver “las cosas del pasado” con nuestro patrimonio construido? Los objetos nos transportan a un lugar, una gente, una vestimenta, un incidente, a una celebración, una rutina, un paisaje, todo lo que rodeaba y acontecía en un espacio. Nos evocan sentimientos, vivencias, sueños y experiencias que marcaron nuestra vida y la de nuestros antepasados. La vida de sus habitantes que es la savia de una estructura. Sin ello, el entorno histórico construido es solo un cascaron vida, una materia momificada.

¿Porque guardamos mementos, souvenirs, “keepsakes”? Son una llave al baúl de los recuerdos, una máquina que nos permite viajar en el tiempo a ese lugar, a esa época que parece surgir mágicamente en nuestro interior cuando vemos ese objeto.

¿Se han dado cuenta que la visita a un lugar histórico, se disfruta más y cobra mayor significado cuando está ambientado con los objetos, muebles y hasta la música de la época en que fue construido?

Pero el hecho de que sean cosas del pasado no significa que estos objetos sean obsoletos o hayan perdido su utilidad o vigencia.

Tomemos la rueda, inventada hace 7 mil años. Un objeto simple, básico; sin embargo, una civilización industrializada es inconcebible sin ella, su utilidad es innegable. Es un objeto intemporal, “timeless”.

Lo mismo sucede con el patrimonio construido, son espacios que no pierden su vigencia, su función, su actualidad sólo porque fueron edificados en el pasado. La vida que han albergado les da mayor profundidad, más sustancia, más relieve, un incalculable valor añadido que sólo el tiempo puede aportarles.

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