Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
Cuando el edificio de la Junior High se construyó, no existía esa máquina monstruosa que lo demolerá. Tampoco había la propuesta del graffiti que adorna una de sus paredes pidiendo recortes en el Gobierno. La energía eléctrica solo existió posteriormente en su interior con velas o quinqués y el agua llegó después, pues no existían depósitos de agua ni tubería, por lo que hubo que instalar dos pozos de agua.
La imágen surrealista de la fotografía, no habla de la vida plena que le dió a esta esquina en una calle donde antes hubo un cementerio, negocios, escuelas, fábricas, talleres, la entrada de atrás del Hospital Sánchez Castaño y las escaleras interminables del Hospital Municipal Jesús M. Armáiz. Baldorioty para los demás puertorriqueños significa un nombre, para muchos vegabajeños, una calle de familia, negocios y comunidad.
Ese espacio terminará libre para la creación. De las cenizas se podrán levantar nuevas alas, como el ave Fénix. Pasemos suave el trago amargo de la inacción y convirtamos la tragedia cultural en una oportunidad para renovarnos.