
Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Hoy será un día histórico en Vega Baja. Cuatro exitosos deportistas vegabajeños, dos de ellos conocidos mundialmente, habrán de ser exaltados a la inmortalidad mediante el reconocimiento de una institución que ha servido excelentemente a nuestra ciudad desde 1996.
El inicio de conversaciones entre deportistas y el Gobierno Municipal comenzó en 1995, cuando era alcalde Luis E. Meléndez Cano. El propició durante toda su incumbencia la posibilidad y el crecimiento de la institución.
Contrario a la creencia general, el Gobierno Municipal ni el alcalde toman decisión alguna sobre los seleccionados. Esta función es exclusiva de una Junta que se autoconvoca, selecciona sus miembros y toma las decisiones. Ha sobrevivido cuatro administraciones municipales distintas más las interinas que ha habido desde que se formalizó en el Departamento de Estado mediante una corporación sin fines pecuniarios.
El primer Presidente fue Freddie Ramos. Desde entonces se han realizado siete exaltaciones, más de una treintena de deportistas exaltados y equipos deportivos. También se ha reconocido a otras personas que han contribuído al deporte.
El deporte es la actividad humana continua de mayor participación en Vega Baja. Los deportistas practican sus disciplinas desde la niñez a la ancianidad. La diversidad supera cualquiera otra, incluyendo la política y la religiosa.
Reconocer el éxito es una consecuencia social para ejemplificar. Cuando de la historia de un grupo o una persona se publican sus valores, se crean parámetros de aprecio positivo. El efecto es una nueva generación emergente con guías de vida fructífera.
Eso ha hecho, hasta el momento, la Junta Directiva del Salón de la Fama. Ha preservado la historia del esfuerzo y la consecución de metas de los vegabajeños que se dedican al deporte.
El Gobierno Municipal ha empleado recursos para conservar en bronce, que es un metal valioso, las hazañas de nuestros héroes y heroínas. Para cada exaltación se convoca la prensa y a personalidades y se celebra la gesta por los exaltados, su familia y el pueblo .
Fuí honrado por la Junta al permitirme ser miembro de la misma. Luchamos dentro de la vorágine del gobierno de Edgar Santana Rivera que en siete años quiso hasta hacer una Junta que le respondiera a la política partidista y fracasó. El breve mandato de Iván Hernández, quien hasta en sus discursos hablaba de lo que iba a hacer, no permitió tampoco ni una exaltación.
Los compañeros de la Junta que he conocido son personas maravillosas con un compromiso inquebrantable con el deporte. Pero si por algo deben ser recordados es por haberse constituído en la resistencia en estos últimos ocho años que nos ha precedido. Defendieron el bastión y la independencia en un gesto de decencia personal e institucional. Me han enseñado sobre el valor más grande que debe tener un deportista, que es la lealtad.

Uno de ellos, Rafael Martínez, nuestro Presidente, se fue hace poco tiempo. Pero no se fue porque quiso abandonarnos. Yo sospecho que tenía una carga emocional fuerte por la impotencia de no poder honrar a sus colegas deportivos por casi una década. Estoy seguro, empero, de que habremos de sentir su esencia en la actividad cumbre. Aunque no sea exaltado, para mí, el también se convirtió para nosotros en otro inmortal.
Esa es la historia de la historia. Igor, Iván, Yongo y Aguedo merecen ser honrados porque han sido ejemplos de competitividad, esfuerzo y honradez deportiva. Nosotros los escogimos para este año luego de pasar por un proceso de calificación y deliberación.
Yo voy a celebrar por ellos, pero también por otros que serán los anfitriones. Toda mi vida también tendré en el altar de mi aprecio a Miguel, Wilfredo, Carmen, Elpidio, Manel, Tilín, José, Carmelo y Julio, que han pasado estos ocho años de sequía entre el temor, la frustración y la desilución. A Marcos Cruz Molina, por hacerlo posible, mi admiración y agradecimiento y por devolvernos la fe, a nombre de un pueblo deportivo a quien nos debemos.