Irving Piñeiro: Lo que sé de él

IRVING PINEIRO COLONPor Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

En una noche en que se celebraba el triunfo de Edgar Santana después de las elecciones de noviembre de 2004, el fenecido abogado José Reyes se me acercó para notificarme que Edgar Santana me había elegido para Presidente del Comité de Transición y que tendríamos una reunión en Manatí donde nos iban a dar unas instrucciones para trabajar en la transición. En esa reunión, celebrada en un edificio municipal, el instructor resultó ser Irving Piñeiro, quien se identificó como un agradecido del Partido Nuevo Progresista porque lo habían mandado a estudiar su maestría y doctorado y que siempre lo habían apoyado. Nos dió una lección de lo que decía la ley y trucos para que fuera una transición efectiva.

Una de la compañeras del Comité de Transición que es educadora me dijo por lo bajo en aquella ocasión que «ese es un tramposo, tuvimos dificultades cuando estuvo en la Junta del Retiro de Maestros y ya venía con un pedigree de este municipio (Manatí) cuando a Bin lo acusaron. El fue el verdadero culpable del desmadre que hubo aquí. Si ese va para ayudar a Edgar, la verdad que veo la cosa mal».

Palabras proféticas. No tengo ninguna duda de que Irving Piñeiro no fue el cerebro principal del despilfarro de dinero que hubo en Vega Baja desde 2005 a 2011 ni tiene toda la responsabilidad, pero sí fue el medio activo que ideó todos los atrechos para que el dinero se perdiera, causando obras incompletas y mal hechas, desaparición de dinero y recursos, contrataciones dudosas y un déficit constante. Tampoco tengo duda de que además del dinero que tomó legalmente, se convirtió en un depredador de los recursos fiscales municipales junto al alcalde.

El escogió una manera de actuar dentro del Gobierno Municipal para pasar invisible en cada transacción ilegal que se hizo.

Primero, se convirtió en un ministro sin cartera. El tenía un contrato, no era un funcionario y ni siquiera un empleado público, así se liberaba de dar explicaciones, de firmar documentos y de asumir responsabilidades. Por eso el Fiscal Especial Independiente no lo acusó; no tenía jurisdicción, tuvo que hacerlo el Departamento de Justicia y por eso tampoco fue preso, porque la cárcel no era mandatoria en los delitos que cometió y por los que se declaró culpable.

El contrato como asesor económico que tenía, era algo raro. Gozaba de todos los privilegios como si fuera un Director de Finanzas y nada se hacía si no se consultaba con él. Pero él decidió la designación de todos los directores de finanzas hasta Myrna Rivera Muñíz y lo hizo utilizando distintos medios para prevalecer. A la primer persona designada, la escogió de su propia familia, una hijastra. De la última se dicen cosas que no me constan pero aseguran que coincidieron el interés trepadorista con el sexual. Conociendo el historial de los dos protagonistas y de que la Casa Alcaldía de Vega Baja nunca ha sido un recinto religioso, aun cuando no hubiera evidencia, uno pone la bandera de la duda histórica para que otro lo afirme o lo niegue en el futuro. La norma establecida por el alcalde Santana era tener a la amante a una puerta de la oficina de la Primera Dama. Esa otra sospecha del pasado la confirmó el mismo alcalde con sus actos posteriores a su divorcio.

Segundo, Irving Piñeiro fue el negociador con el bajo mundo. En el caso de la extorsión con San Miguel no estaba contento con lo que recibía y convenció a Edgar Santana de quitar al mediador para bregar con los contratistas de negocios millonarios, y economizarse -para ellos- esa aportación de dinero. Le pareció fácil porque ese era el mundo al que se había acostumbrado y ellos tenían la llave de la pluma del dinero. Pero San Miguel, con un orgullo de prepotencia histórica que le había llevado ya a una fama de negociador de estos interés con el gobierno central y algunos municipios, se le adelantó con una inmunidad y un choteo sin precedentes. Yo estoy seguro de que no hubo una obra bajo la incumbencia de Edgar Santana con la que no se hubiera extorsionado, incluyendo estatuas, planos, compras, edificios, construcciones y hasta contratistas, con las condiciones de que si no había aportación, no habría renovación.

Tercero, Irving Piñeiro estuvo pendiente de todo dinero que entraba y hasta planificó el futuro de la entrada del dinero a las arcas municipales. En el primer año de cada cuatrienio se ocupó de que se subiera el interés a pagar por los ciudadanos por concepto de las contribuciones mueble e inmueble. Eso automáticamente le permitía al Gobierno Municipal optar por más préstamos, porque en teoría, eso traería más ingresos. Pero no sabía sumar ni restar, pues lo que produjo año tras año fueron déficits con los presupuestos de ingresos elevados y dinero que nunca iba a entrar.

Una de las partidas que pudimos detectar desde el principio que era fraudulenta fue la de cinco millones del Proyecto Playa Hermosa. Según Piñeiro, ese proyecto de 700 millones de pesos produciría en el año fiscal 2005 a 2006 esa cantidad en arbitrios de construcción. Pero lo cierto es que descubrimos que no tenía los permisos, lo confrontamos y él dijo que en poco tiempo se conseguirían. Nos quedamos esperando la autorización de las agencias. El presupuesto se aprobó con esa deficiencia, porque a los legisladores municipales los controlaba el alcalde mediante amenazas o beneficios con sus familiares empleados en la parte ejecutiva del Gobierno Municipal. Edgar Santana y él utilizaron este truco por varios años para gastar dinero que sólo había en unas partidas huérfanas del presupuesto como dinero a recibir que nunca se recibió.

Hubo personas que se resistieron a darle crédito e importancia a Irving Piñeiro e incluso a guardar distancia de ese personaje. Uno de ellos fue Reinaldo del Valle, el Presidente de la Legislatura Municipal. En el Departamento de Finanzas y en Recaudaciones había algunos empleados que ponían en duda todo lo que venía de sus manos, porque a su entender, «todo venía cargado». Hubo movimientos sospechosos de empleados trasladados a la Oficina de Compras y la presencia indeseable de un jóven de nombre Angel Rivera al que le llamaban «Bebé» y quien siendo empleado municipal, servía de agente catalítico para que se sacaran con prioridad los cheques de los suplidores y contratistas preferidos. El Departamento de Finanzas, por siete de los ocho años del Partido Nuevo Progresista, se convirtió desafortunadamente en la caja de recursos privada de Piñeiro, Santana y otros.

No es un error que haya afirmado que Irving Piñeiro no era el cerebro principal del gran fraude continuo a las arcas municipales. Pero como era tan señalado en su tiempo, le gustaba pasar por debajo el radar. Cuando era confrontado, sonreía pero gagueaba o se quedaba mudo. No era una persona de mantener discusiones o argumentos. Se limitaba a hacer lo que quería y ahí terminaba. Hasta medio simpático me parecía.

Me dicen que lo han visto por ahí, en lugar de estar en su casa bajo restricción de libertad luego de salir culpable y convicto por confesión. Dicen que sus estudios doctorales los hizo en medio año, como queriéndose implicar que todo lo consigue fácil. Pero yo no he dicho que no sea inteligente. Cuando lo cogieron guiando en estado de embriaguez, una juez, su pariente político lejano, lo absolvió. Cuando lo acusaron, se escondía detrás de un libro para que no lo retrataran los reporteros. Se adelantó a Edgar Santana y se declaró culpable de los delitos imputados, negociando para evadir la prisión.

Debe estar fuera de su casa por haber cumplido la primera etapa de su sentencia que era la restricción domiciliaria, pero debe tener un artefacto en una pierna y no puede, de acuerdo a la sentencia, volver a las andadas de negociar con lo que tenga que ver con finanzas públicas. Comoquiera, no es una persona peligrosa a menos que comience a hablar de dinero. Ese es su sello hasta la muerte.

Para los vegabajeños, debe ser una lección. Habiendo talento en Vega Baja no hay que buscar en Metrópolis a Superman o a Batman en Ciudad Gótica. Irving Piñeiro fue históricamente, el peor recurso de asesoramiento seleccionado por un alcalde de nuestra ciudad porque no puso su honestidad a favor de lo que suponía defender.

Ese es el Irving Piñeiro que conocí. Podrá ser otra cosa para su familia y para sus amigos, pero yo no soy pariente ni he sido ni soy su amigo… ni su enemigo.

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