“No os espante la pobreza; nadie vive tan pobre como nació.”
Séneca(2 AC-65) Filósofo latino (Romano).
(Por 1981, Gobierno del izquierdista, Frente Sandinista de Liberación Nacional, (FSLN) en tiempos de la guerra civil)
Jorge Luis Chamorro, vecino de la comarca “El Carmen” por el norte de las faldas del volcán Cosigüina en el Golfo de Fonseca en Nicaragua, durante meses guardó dinero para viajar a Chinandega y tal vez seguir para Managua. Su sueño, como el de todos los campesinos, era conocer algún día la capital y ver si conseguía una oportunidad de quedarse allá para mejorar su condición económica. La vida del campo es dura e incierta. Lo mismo aparece trabajo en las fincas de maní, como que vienen unas lluvias y todo se paraliza y el hambre llega a las casas buscando asilo para quedarse a vivir a sus anchas junto con la anemia hija legitima de la miseria endémica que parece rodear a todos como las moscas al burro.
Logró reunir una cierta cantidad de devaluados Córdobas, nuestra moneda que un día en tiempos de la Dictadura de Somoza estuvo casi al par con el dólar de USA. También dinero que compartieron con él, que se ganaron en la rifa local ilegal, sus familiares. También unos pocos dólares que cambio a un turista playero que paso por ese rumbo. Además se desprendió de algunos bienes de su hogar, para poder hacer su viaje, con su nieto, y su esposa.
Su nieto que su hija lo trajo un día para que se lo cuidaran y dijo que venía en una hora. Para ese tiempo el niño tenía menos de un año. Hoy es adolecente y ella aún no ha regresado. Dicen que se fue con unos extranjeros que llegaron en un velero desde San Lucas en Baja California, México, al vecino puerto de Potosí en el Golfo de Fonseca. Triste historia de muchas.
Como preparativo al viaje, le pidió al vecino que la velara el rancho. Él, como miles de vecinos vivía en un rancho a la orilla del camino polvoriento en la servidumbre pública entre la carretera y la finca privada. Tierras de todos por ser públicas y de nadie en particular a la vez. El comunismo tomado por los desposeídos.
Así que en la madrugada se levantaron temprano, y se fueron a la parada para esperar el viejo camión destartalado y con olor a cabras que venía de Punta Ñata. El camión de cargar vacas, se lo confiscaron a una familia pudiente que era amiga, de una amiga, de un amigo del ex dictador pasado. Así que los nuevos políticos administradores de las miserias, lo “arreglaron” para movilizar personas. Pero solo llegaría al Puerto de Potosí al occidente de la península, o sea media vuelta al volcán, pues con bancos de tabla y el radiador roto, que llenaban al pasar por los riachuelos, no lo dejan ir más allá, Si, los cacareados puentes sobre los riachuelos que nunca construyeron y que están aún en los planos que le presentaron a la embajada china el pasado año y todavía no han sido aprobados para recibir fondos de ayuda solidaria internacional. Dicen que fueron los mismos que le presentaron a la embajada de Suecia que dio el dinero hace tres años y nunca llegó o cogió viaje a otros bolcillos. Eso dicen algunos vecinos por lo bajo, pues si los oyen los camaradas, comisarios del partido, dirán que son contrarrevolucionario y que quieren desacreditar el país para desestabilízalo. De esos están llenas las cárceles.
Por el camino el bus se paró un par de veces porque se rompía una u otra cosa. También nos detuvo la guardia revolucionaria fronteriza, dis que para revisar. O sea a pedir de lo que llevábamos. Y darnos su discurso de mentiras. En sector le farallón de El Rosario, el camión se paro y no pudo más. De ahí a caminar a Potosí. Llegaron allá casi de noche y decidieron pasar la noche a la estación pues el autobús saldría de madrugada y además no tenían dinero para esos lujos.
Un rancho a medio hacer servía de terminal de autobuses. En el pasaron la noche turnándose para dormir pues las cosas no están como para que le roben a uno. Allí la familia fue atormentada por enjambres de mosquitos y cucarachas, y ratas, que se ocultaban en los las paredes llenas de huecos merodeaban, en los alrededores de los bultos, tratando de abrirse entrada por los huecos para penetrar en ellos.
En la madrugada llego el autobús. No tenían boleto pues llegaron cuando la boletaría ya había cerrado y saldrían antes de que se abriera. Cosas de las burocracias socialistas.
La parada estaba llena. La gente esperanzada en sueños de ir a la capital y abrirse paso en ella parecían desesperados por irse.
Jorge Luis se acerco al chofer y le dijo que no tenía boleto y le explicó, porque. El chofer dijo que todo estaba vendido para los viajes de dos semanas. Solo que daban los cuatro asiento para ser vendidos en moneda extranjera (dólares).
“Increíble”, pensó, “Tanta propaganda sobre los enemigos americanos y a la hora de la verdad, el dinero de los gringos lo compran todo y con prioridad.”
Volvió a donde su esposa y le contó. Ella le dijo “Ya hemos llegado hasta aquí con el amparo de la virgencita, que había que seguir. La divina madre pondrá en tu corazón la decisión.” Entonces el sacó unos dólares que tenia ahorrados y se los dio al chofer que le entrego los boletos priorizado para extranjeros. El anuncio que ya podían entrar en autobús según el los llamara. Comenzó con Jorge Luis y su familia. Los demás formaron una gritería que el chofer detuvo diciéndole que ellos sabían que asi era el sistema, que alguno de ellos tenían dólares podían pagara el boleto en dicha moneda y entrar.
Todos callaron. El chofer explico las normas del equipaje. Con la mirada torva de los demás pasajeros, entraron, y Jorge pensando aún en el sacrificio que hizo para ahorrar el dinero y como se fueron en un segundo.
Así salieron a Chinandega por el camino medio en tierra, medio en asfalto lo que queda de carretera que hizo el dictador cruel, según los revolucionarios, que hoy la tienen abandonada. Miraba por las ventanas los campos verdes sembrados se maní que se iría a los países ricos para consumirlos. Irónicamente para las bocas del enemigo del gobierno, según su discurso socialista.
Así paso varias horas subiéndose varias personas que irían de pie, pues no había asiento disponible. En chofer y el ayudante se repartían el dinero que pagaban como pasaje pues el gobierno, dueño del autobús y de casi todo, nunca se enteraría.
Al llegar al cruce donde la carretera se divide para darle la vuelta al volcán, por la laguna de canas blanca antes del poblado de Gaspar García un contingente de ejercito detuvo el autobús, para una requisa. Eran tiempos de guerra civil y la escases, hizo incrementar el contrabando. Eso desde los importadores ilegales hasta la mafia boba de los agricultores que se arriesgaban a sacar sus productos a la ciudad para resolver necesidades mínimas de cosas que en el campo escaseaban. Jabón, medicamentos, aceite, gas querosén para la estufas y otros productos de aseo personal era apreciados.
El ejército nos hizo bajar con todo los bultos. Un joven de al lado de Jorge tenía un saco con arroz, frijoles y ajos. Uno de los soldados lo increpó, diciéndoles que eso era contrabando y el hombre le dijo que eran provisiones para su madre que estaba enferma en Chinandega. El soldado se rio y le dijo que le confiscaría todo y se fue a la patrulla a buscar los documentos de confiscación. En un descuido de todos, el joven saco el querosén del saco y rucio el saco dañando los productos agrícolas. Y dijo en voz alta, “Ya el saco está listo para ser decomisado.” La gente se sonrió y los soldados lo detuvieron. Los demás fuimos ordenados a subir y el auto bus siguió la marcha a Chinandega.
De allí en adelante un trecho de carretera estuvo en buenas condiciones, como recuerdos de los tiempos de la dictadura anterior. Media hora después llegamos al empalme de el lugar llamado “El Congo” donde se encuentran la carretera principal núm. 50 y el callejón que viene de las comarcas “El embudo y Buena vista”. Allí se subieron dos jóvenes intrépidos vestidos a la usanza campesina y algo desgarbados. El auto bus siguió camino. Uno por la puerta delantera y otro por la puerta trasera. Uno le grito a otro, “Hola peón; ¿Que me cuentas?, pues te digo que un primo mío que viven en la capital, se compro un carro nuevo. Pero como no podía pagarlo, decidió sacar de su casa a su anciano padre para ahorra sus gastos y pagar el auto. Así le dijo a su padre que recogiera sus cosas, pues el tubo su oportunidad en su juventud y no la aprovecho. Que él quería tener auto y por eso el viejo, tenía que irse. Oyendo el lejano dialogo el hijo de mi primo llego a la sala y vio a su abuelo llorando y le conto a su nieto la situación. Que se iría a la calle a vivir, pues su hijo lo voto de la casa. El niño se fue a su habitación y buscó su frisa y le dijo a su padre que prestara unas tijeras. Y el primo le pregunto qué haría. El niño le contesto que picaría en dos partes la frisa para darle la mitad a su abuelo. Y mi primo le dijo, pero si ledas la mitad solo te quedara a ti la otra mitad.” Y su hijo le contestó, “no esa mitad no es para mí, la guardare hasta que seas viejo para dártela cuando me toque botarte de mi casa.”
Todos sonreímos con la lección y moraleja que ellos trajeron. Luego uno de los jóvenes nos dijo; “Voy a pasar mi sombrero para que él quiera cooperar con nuestra colecta lo haga. Pero no piensen que el dinero es para nosotros, lo usaremos para pagar la fianza para sacar a mamita de la cárcel. Esta presa por la semana pasada en este mismo autobús, apuñaleo a un pasajero que se negó a cooperar con nosotros”, todos reímos y cooperamos con esos artistas del camino. Por el poblado de Tepalcatepec se bajaron y se montaron en otro autobús a toda prisa.
Estos son tiempos de inventar nuevas formas de sobrevivir.
Llegada la tarde entramos al poblado de “El Viejo” que es el remanente del viejo Chinandega pues allí fue el primer asentamiento humano con ese nombre, en tiempos indígenas. Hoy está a un par de kilómetros del “Nuevo” Chinandega que capital del departamento del mismo nombre. En la estación del Viejo se subieron vendedores de todo tipo desde unas muchachas vendiendo güirila (tortillas de maíz nuevo con cuajada (queso blanco artesanal) hasta los que venden medicinas, vitaminas, útiles escolares y hasta Mariguanol. Un ungüento color verde para fricciones de las coyunturas, supuestamente basado en la planta de la mariguana. También vendían agua y fresco de grama. (Un té hecho de la grama o pasto) que cortan a la orilla de los caminos cuando los limpian. Nada se pierde. Los camineros de municipio recogen el pasto cortado, sacan la basura y el resto verde lo hiervan para venderlo con azúcar morena que recogen de la que cae al suelo en la procesadora de la central cañera local. Si. Todo es hervido, lo enfilan y para la venta. Ya le dije, hay que inventar.
Unos bajaron, otros subieron y seguimos hacia Chinandega, no sin antes ser requisado otra vez por el ejército. Todo el día de sol lo pasamos en la carretera.
La Chinandega a la que llegaron resentía y sufría el abandono de los tiempos de guerra civil. Así a su llegada se llevaron una gran sorpresa. Percibieron con desagrado y tristeza la imagen de una ciudad que se desploma producto del abandono, las calles sucias, malolientes y cubiertas por basura, las centenarias edificaciones que amenazan con enterrar a decenas de familias, las personas deambulando como zombis por las calles, tratando de buscarse la vida a toda costa.
Dicha terminal de autobuses presenta un espectáculo ruinoso. Hasta los perros hacen sus necesidades en el interior de la terminal. Los baños desbordados de excrementos, la cafetería sucia, invadida por las moscas. Una cantidad enorme de personas amontonadas, hablando en alta voz, todos a la misma vez, sin preocuparse de aquellos enfermos, que con mucho trabajo tienen que acudir a al hospital departamental, con regalos para los médicos, a ver si logran ser atendidos.
También, visualizaron el caos que reinaba en Mercado del “El Bisne” como le llaman, que está al frente.
Con la escasez del transporte, se benefician los individuos inescrupulosos e inhumanos, como los rateros, que están a la orden del día esperando que alguien se distraiga para robar lo poco que tienen los desconsolados pasajeros. Igualmente, pudieron distinguir la venta de pasajes “por la izquierda”, a precios inalcanzables para la mayoría de los viajeros. La corrupción y la desidia reinan por doquier.
En el caso de Jorge Luis, sufrió amargamente, no tanto por él, sino por ver a sus seres queridos que estaban tirados en aquel insano lugar: su nieto y su esposa diabética.
Jorge Luis dejó a su familia en la terminal de autobuses, para poder resolver el problema de que no tenía boletos para ir a Managua. Paso de oficina en oficina porque los funcionarios de esa burocracia socialista, no se ponían de acuerdo en nada. Le pidieron dinero (extra) para acelerar lo los pasajes. Pero al finan todo quedo en nada.
La radio revolucionaria de Frente Sandinista informaba que la trasportación a la capital estaba detenida porque un comando de los contrarrevolucionario había volado un puente durante la noche por el empáleme a Copaltepe en la carretera León – Managua. Atender esa situación tardaría días en lo que el ejército nacional hacia una trocha por la barranca del rio y esperar que esta bajara la corriente del río que por esos días de lluvia era mucha, para que pudieran pasar los camines altos.
Horas más tarde, se reunió con su familia para intentar regresar a su hogar pues el destino puso fin a su aventura y con ella a sus sueños.
Pensó y busco al chofer que los trajo desde el Puerto de Corinto para ver si podía regresarse en mismo autobús. Así en el rejuego de la surte con una cal y otra de arena lo encontró. El chofer le dijo que él no regresaría esa noche pero que el autobús sí. Le dijo que lo ayudaría, Juntos fueron a hablar con el chofer asignado y este le dijo que lo ayudaría. Pero como no tenia boleto de regreso y en esos tiempos todo se movía a base de listas de espera, le dijo que fueran hasta “El Viejo” y lo esperaran en la carretera tras de la catedral (el Santuario Nacional) y que él los montaría. Claro irían de pie unos kilómetros según se iban desalojando los asientos. Jorge Luis sin alternativas la dijo que sí. Ciertamente tendría que pagarle a chofer directamente al subirse. Usted sabe como caminan esos asuntos.
Al final, para evitar dormir en la estación, tuvo que pagar a un chofer de un camión, que iba a las fincas por la ruta del “El Viejo” que negoció llevarlos por unos pocos córdobas. Claro tendrían que montarse sobre la verdura y sería a la vuelta de la esquina, pues el camión era del gobierno: Así lo hicieron El camión arranco y siguió a toda prisa, como ladrones que robaban cerdos en las fincas.
Durante la travesía, dijo luego, en aquella “veloz e incómoda caja de hierro” que era el camión, que estuvo angustiado por sus familiares. En su mente estaba el recuerdo reciente de un carro cargado de pasajeros que se trasladaba a alta velocidad, y que cuando trató de adelantar a otro vehículo en su afán de ganar más dinero, a llegar primero a la parada para recoger más pasaje, se volcó. En aquel accidente perdieron la vida varias personas, entre ellas un pariente muy querido de Jorge Luis.
Pero al final llegaron a “El Viejo” y como quedaron el autobús los recogió detrás de la Catedral y de regresa a su tierra.
Por el camino pensaba; ¿Cuál sería el futuro de su patria? ¡Cuando terminaría la guerra civil en que todo perdían?
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