Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

El Cementerio Histórico no fue creado como primera opción en nuestro pasado ni ha sido la última. De hecho, recientemente hemos hecho una visita a Altos de Cuba donde estuvo parte del primer cementerio civil organizado en el Siglo XIX. Su lugar hoy día está cubierto por construcciones de casa, pero aun hay vestigios y testimonios de vecinos que recogen la tradición oral y de sus propios hallazgos.

Por razones de sanidad pública, para evitar contaminación ambiental y riego de enfermedades y condiciones de salud con la descomposición de los cadáveres, se tomaron medidas para aislar el cementerio. Para eso, tenía que estar seguramente verjada de manera que los animales no tuvieran acceso, especialmente los perros, que tienden a escarbar en busca de comida. Y como los cadáveres contienen carne que en aquellos tiempos no se preservaba con embalsamamiento, podía estar en riesgo la integridad de los venerados restos y la salud de los vegabajeños.

Los muros originales del Cementerio Histórico ya no cumplen su función original. Parte de ellos están dentro del perímetro total y no marcan lo que una vez fue el espacio destinado al cementerio local. Pero para beneficio de nuestra cultural local, podemos apreciar los materiales de los cuales estuvieron construídos, porque están preservados y nos dicen mucho del espacio que confinaban y de la localización de las tumbas más antiguas.

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Esta es una de las tumbas identificadas más antiguas de Vega Baja de las localizadas en el Cementerio Histórico. Su tarja nos dice muchos detalles de la persona y la época y la forma de la construcción de los materiales y el diseño. Al igual que muchos de nuestros pobladores más lejanos en el tiempo, provino de Arecibo, que era y es la cabecera de distrito y generadora de muchos de nuestros tenientes a guerra y primeros alcaldes en el Siglo XIX.

La muerte nos llega a todos. Cuando los restos son enterrados, por razones de reglamentación de salud, deben seguir un protocolo para su manejo y sepultura, que es uniforme. La manera que los sobrevivientes conservan los remanentes pueden variar desde estructuras con extrañas apariencias visuales hasta lujosos mausoleos.

En Vega Baja hay gente importante que no tuvo tumba, como Jesucristo. No precisamente porque la historia nos cuente que ascendieron al Cielo, sino porque fueron cremados, sus cenizas depositadas o esparcidas o porque fueron sepultados en otros pueblos.

Se dice que Salomón Alvarez Domenech, precursor del periodismo local a finales del Siglo XIX, fue enterrado en un camino del Cementerio de Bayamón para que fuera pisoteado por los viandantes en «castigo» por sus ideas espiritistas y liberales. Hay vegabajeños que por circunstancias económicas o por haber emigrado, fueron seputados en territorio de Estados Unidos u otros países y hay militares que nunca regresaron porque desaparecieron mientras servían en guerras.

Ubaldina Rivera era la esposa de un hacendado y alcalde de Vega Baja, Pablo Soliveras. Este es un apellido poco común que ha prácticamente desaparecido de los registros y del recuerdo público. Cerca de esa tumba hay otras de personas económicamente y socialmente poderosos que ya no parecen haberlo sido, por el estado ruinoso o descuidado de sus tumbas.

El Gobierno Municipal no le da mantenimiento a las estructuras que se han construído en el Cementerio Histórico, porque se considera propiedad privada dentro de un ususfructo municipal. Es responsabilidad de los descendientes hacer la limpieza, la pintura y las mejoras.

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Los cementerios modernos, como el privado Fuente de Luz o el Cementerio Nacional, tienen unas regulaciones que no permiten la creación de estructuras multiformes o irregulares.Cuando se comienza desde el principio con un órden y se mantiene, no hay

El Cementerio Histórico de Vega Baja está regido por un reglamento aprobado por el Alcalde y la Legislatura Municipal pero no pueden evitar que subsistan las estruturas del pasado. La realidad actual, con la cremación, puede cambiar el futuro de los cementerios de Vega Baja ya que no se requiere tanto espacio cuando las cenizas no se depositan en la naturaleza.

Algunas estructuras del pasado en el Cementerio Histórico han desaparecido, otras han sido modificadas u ocultadas. Esta que señala el historiador Juan Carlos Rosario es un osario, por eso, su tamaño y forma. El osario es un depósito para huesos, especialmente cuando se hace acomodo en un mismo lugar para sepultar otros cuerpos.

Hay mucho más por descubrir en el Cementerio Histórico y en muchos otros lugares de nuestro querido Vega Baja.

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

El compañero Investigador de la Escuela de la Historia Vegabajeña, Gaston Berthinet Jiménez, visitó en nuestra compañía las tumbas de sus antepasados en el Cementerio Histórico.

Para algunas personas, el vínculo con su historia familiar se desarrolla en los cementerios, aun cuando la materia dentro de las tumbas se descompone y al fin por una ley de la naturaleza, se convierte en un eufemismo lo de la última morada.

Este espacio en nuestra ciudad es importante para la continuidad de nuestra ciudad. Nos hace indagar sobre nuestra historia íntima y la colectiva. Permite inspirarnos en relación a la vida y la muerte y mucho de lo que quisimos hacer en vida, al acabarse nuestro tiempo, lo hacen por nosostros nuestros deudos.

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Una de las tumbas mejor cuidadas es la de la Familia Rivera Landrón. No es casualidad que personas de distintos pueblos de la isla vengan a visitarla, pues contiene los espacios donde depositaron los restos de personas que han servido no solo a Vega Baja, sino a Puerto Rico.

El patriarca, Facundo Rivera Natal, fue agricultor, servidor público y literato.  Residió en el campo y en el pueblo.  Por lo que él fue y lo que sus hijos heredaron es que una bandera boricua adorna permanentemente su última morada.

El crédito de ese lugar lo comparten Francisco, Carmen y Trina. Un poema que sirve de epitafio a la tumba refleja su vegabajeñismo y su amor por la patria puertorriqueña.

El Centro Cultural de Vega Baja lleva el nombre de «Cambu», que de casada llevaba el nombre de Carmen Rivera de Alvarado, una trabajadora social y educadora que marcó su profesión con sus aportaciones y ejecutorias.

Doña Trina Rivera de Ríos fue otra trabajadora social que fue influyente en causas generosas relacionadas con los confinados.