Vega Baja News| Carlos M. Ayes Suárez


Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

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Carlos Ayes es un reconocido arqueólogo puertorriqueño que desde niño ha tenido importantes inquietudes sociales, económicas y políticas sobre su pueblo y su nación puertorriqueña.

Ha realizado estudios y trabajos de investigación sobre las culturas precolombinas en todo Puerto Rico. Conoce cada palmo de nuestra ciudad de Vega Baja desde la costa hasta las colindancias. Pero sobre todo su conocimiento, está el aspecto generoso de educar a sus compueblanos sobre lo que ha aprendido en la aventura de su vida.

En este lugar de Internet, auspiciado por Vega Baja News, Carlos escribe sobre el pasado para el presente y para el futuro con nueva información y análisis sobre nuestra historia.

Accédalo en www.carlosayes.wordpress.com

Carlos M. Ayes Suárez| AI OVERCOUT DE GRASSJOPER DAD A HUATER CIRO FOLLS.


Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

Tuve tremendo dilema durante una conversación imposible con un vecino del norte cuando intentaba comunicarme con él en su lengua vernáculo; el inglés. Nunca había tartamudeado tanto (Alejandro García Padilla se quedó corto a pesar de haber tartamudeado tanto en las vistas congresionales). Hasta que recordé las lecciones de inglés que me dio mi inolvidable amigo Luis de la Rosa. El me explicaba, no sé si en serio o en broma, que al momento de hablar inglés el traducir palabra por palabra la frase me podía ayudar. Con eso en mente traté de retomar la conversación comentándole que “abrigaba la esperanza de que cayera un aguacero”. Y créanme que puse en práctica las lecciones de mi maestro y me funcionó. Lo primero era traducir la palabra abrigo y busqué mi diccionario y encontré que se podía traducir como “overcoat” y la esperanza se traducía como “grasshoper”. Mientras que aguacero se podía dividir en dos partes como prefijo y sufijo y se podía entonces traducir dichas partes de forma individual y concluir que si agua es “wáter” y el cero se queda igual entonces un aguacero era un “wáter cero”. Bueno y todo el mundo sabe que el tiempo caiga del verbo caer no tiene otra forma de traducirse que como “falls”. ¡Logré comentarle a mi amigo norteño que esperaba que lloviera! Por la expresión de su rostro percibí que no había entendido nada y que era mejor que buscara un intérprete si quería insistir en comunicarme con él.

La realidad es que en nuestro país hablamos español y que no hay nada de malo en reconocerlo antes de hacer el ridículo (Como me pasó a mí). No acabo de entender por qué en un pueblo como el nuestro de profundas raíces hispánicas, los vehículos gubernamentales se rotularon todos en inglés. Sí señor, así como lo oye. Lo que antes era la Policía Municipal de Vega Baja, ahora es la “Vega Baja City Police”. Y como si fuera poco rotularon en inglés otros vehículos de otras dependencias municipales. El actual Alcalde de Vega Baja podría argumentar en su defensa que la rotulación se hizo durante el cuatrenio de los “Petit yankees” de Edgar Santana Rivera e Iván Hernández o que el uso de fondos federales para comprar las unidades motorizadas los obliga a usar la lengua de “Shakespeare” para identificarlas.

Sin embargo, nada está más lejos de la realidad. A la actual administración parece no importarle la defensa de nuestro idioma. (Aunque es posible que los meses que lleva Marcos Cruz como Alcalde no le haya dado tiempo para establecer una política cultural municipal). Si porque el asunto del idioma es parte de la cultura. Y con el idioma, la literatura oral y escrita aparte de muchísimas otras expresiones de la creatividad y del ingenio de nuestro pueblo. Estoy seguro de que si sigue así de lento en su accionar va a “hacer historia”. Pero no va a ser una historia de defensa de nuestra forma de ser como pueblo si no una historia de inmovilismo, hermetismo y desconfianza en el pueblo. Señor Alcalde, no se olvide de que la confianza que los electores depositaron en usted solo por 4 años, podría convertirse en desconfianza para los próximos 4 años.

No te voy a negar de que… ¡Déjame decírtelo en inglés! Ai overcout de grasshoper dad mai huoris huil vi licen vai iu. En otras palabras, abrigo la esperanza de que mis preocupaciones sean escuchadas por ti. ¿Y por qué por ti? Porque tuya es la responsabilidad de cumplir con las promesas que le hiciste a los electores. Tienes tiempo aunque no sé si tienes la convicción de que se quiera o no la historia se sigue concatenando mediante eventos donde están en relación dialéctica las fuerzas productivas. Es decir, lo que cada uno hace está en función de procesos más complejos que muchas veces no percibimos a menos de que tengamos conciencia clara de donde estamos ubicados. 9 de agosto de 2013.

Carlos M. Ayes Suárez| Una Comunidad en Palafitos


Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

Por Carlos M. Ayes Suárez

(Este escrito apareció por primera vez en El Diario Vegabajeño en la edición del 19 de junio de 2010 y que hemos regresado a publicar por su vigencia. Ayes está realizando estudios en el presente sobre la historia de nuestros barrios).

Luego de caminar hasta el cansancio a lo largo de una extensa furnia y agobiados
por los incesantes ataques de insaciables mages y mosquitos logramos divisar a distancia el legendario villorrio. El percatarnos de que hambrientas sanguijuelas podrían alimentarse con nuestra sangre nos llevó a interrumpir el descanso y a acelerar el paso interrumpido a lo largo de los matorrales paticerrados. Mientras más nos acercábamos al villorrio, más profundas eran las aguas. No empece a esto vadeábamos cada charco que encontrábamos con la esperanza de llegar a nuestro destino. Los árboles de cayures eran vestigios de antiguos caminos recorridos desde tiempos inmemoriales por los transeúntes. De repente estaba allí, frente a nosotros, el villorrio cuyos límites se confundían con la extensión de la ciénaga.

Nuestro arribo no pasaba inadvertido de los paisanos. Cientos de rostros negros se asomaban por ventanas, puertas y balcones de cada palafito del villorrio. El instinto de supervivencia del palenque evocaba los orígenes mismos de la comunidad de esclavos libertos que habían rescatado de manos de sus amos las peores tierras para vivir.

Después de vivir tantas privaciones sirviéndole a sus amos, ahora vivían las privaciones de su nueva condición social. ¡Estaban hartos hasta la saciedad de los antropólogos que se sucedían unos a otros tratando de entender su forma de vida! Pero habían vuelto en el momento en que todo se encontraba anegado y la pestilencia de las aguas del pantano sofocaban el villorrio.

Los viejos caminos se encontraban bajo agua y al pretender transitarlos se arriesgaban a caer de sus propias piernas por tropiezos inesperados. No había época más entretenida para los niños del villorrio. Los jueyes invadían sus palafitos y ya no tenían que ir a capturarlos para que sus madres les prepararan la comida, jueyes hervidos con guineítos hervidos o en salmorejo. Era también la oportunidad de venderlos a los transeúntes.

La curiosidad por conocerlos mejor nos invadía. Ya lo habíamos intentado hacia más de tres décadas atrás y las autoridades policíacas nos arrestaron y llevaron a sus cuarteles bajo alegadas sospechas de actos de subversión. Sabíamos que podíamos volver a confrontar problemas con las autoridades. Esta vez procuraríamos buscar la cooperación de los jefes del villorrio.

Conocimos a la familia de Inés; descendiente de los esclavos de uno de los mas importantes esclavistas de la provincia. En su palafito vivía con nueve hijos, una amiga con su hijo, su padre y uno de sus hermanos. Ninguno trabajaba como asalariado y apenas sobrevivían de chamba en chamba y con las limitadas ayudas que recibían del gobierno provincial. La extrema pobreza y la marginación en que vivían  no impedían para nada el que su afición a los caballos y a los gallos de pelea ocuparan gran parte de su tiempo. Eran fanáticos a la lúdica y a la política. Pero
solo contaban con ellos para buscar su respaldo durante cada proceso electoral.

Se acercaba el atardecer y sabíamos que ya era hora de dar por terminado el trabajo. Mientras salíamos del villorrio dejábamos atrás un deteriorado letrero que rezaba: “Los Naranjos; la comunidad más olvidada de Vega Baja”, Siempre recordaríamos la hospitalidad de los naranjitos y esperábamos haber logrado nuestro objetivo de describir por primera vez una de las comunidades donde parecía que se había detenido el tiempo.

19 de junio de 2010.

Carlos M. Ayes Suárez| Orígen e historia de la bandera de Puerto Rico


Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

 

 

Por Carlos M. Ayes Suárez

Aunque el orígen del uso de banderas no lo podemos establecer con certeza, sí sabemos que en la Epoca Medieval éstas eran usadas como emblemas de la nobleza y, que con el surgimiento de las nacionalidades las mismas se han usado como símbolos de identidad nacional. En la heráldica, que es el arte de describir los escudos, se ha adoptado tradicionalmente los colores gules (rojos), azur (azul), vert (verde), sable (negro) y purpure (púrpura) como los más apropiados para el diseño de una bandera.

Para poder entender el fenómeno de la creación de la bandera de Puerto Rico, los colores que originalmente se adoptan y el color que posteriormente se utiliza para sustituir el color original del triángulo, es necesario entender el proceso histórico mediante el cual se conforma nuestra nacionalidad y los acontecimientos que durante los últimos dos siglos la han ido moldeando.

No cabe la menor duda de que nuestro sentido de puertorriqueñidad se encubó durante los primeros tres siglos de coloniaje español, pero fue durante el Siglo XIX, regularmente llamado por los historiadores el «Siglo de la Segunda Colonización de Puerto Rico», cuando el mismo dió visos inequívocos de personalidad propia. Ejemplo muy claro de eso es el anécdota del momento cuando nuestro primer obispo puertorriqueño Juan Alejo de Arizmendi, le hace entrega de su anillo pastoral a nuestro primer diputado a las Cortes Constituyentes de Cádiz durante el periodo constitucional de 1812, don Ramón Power y Giralt.

Los intentos diplomáticos de nuestros representantes por obtener reformas políticas para la colonia pronto se bifulcaron en dos tendencias que aunque opuestas se complementaban. Los adeptos de la independencia recurrieron al derecho del pueblo a la lucha armada y a partir de la conspiración del general Luis Guillermo L. Ducoudray-Holstein para establecer la República Boricua o Puerto Rico, no cejarían en sus esfuerzos por una toma revolucionaria del poder. Desde sus inicios los mismos serían alentados por los restantes movimientos independentistas de Hispanoamérica.

El movimiento tuvo la necesidad de diseñar un pabellón que los identificara y es así que como parte de los preparativos para la insurrección que tradicionalmente se le ha llamado el Grito de Lares del 23 de septiembre de 1868, el Dr. Ramón Emeterio Betances diseña la bandera y le encomienda a la Sra. Mariana Bracetti de la Junta Revolucionaria Capá Prieto, su bordado. Aunque durante la insurrección se portó igualmente una bandera blanca con la inscripción «Libertad o Muerte. Año de 1868» y otra roja, fue la bandera de la cruz blanca la que se adoptaría como distintivo del movimiento hasta finales del siglo. ¿Por qué? Nos parece encontrar una contestación en el hecho de que la misma era una adaptación de la bandera de la República Dominicana, primer país hispanoamericano de las Antillas Mayores en independizarse de España y cuna de la familia paterna del Dr. Ramón Emeterio Betances. Además lo mismo entrañaría la adhesión del movimiento puertorriqueño a la causa del pueblo dominicano.

La insurrección contra España no sólo se dió en Puerto Rico, sino que simultáneamente en Cuba hubo otro levantamiento. A partir de ese momento los esfuerzos por independizar a Puerto Rico serían coordinados con los esfuerzos por independizar a Cuba. Muchos revolucionarios, tanto puertorriqueños como cubanos, tuvieron que exiliarse a la ciudad de Nueva York a raíz de los acontecimientos. Y va a ser precisamente en el exilio donde se estrecharían los lazos de solidaridad entre ambos pueblos.

Los liberales que todavía mantenían la confianza en obtener beneficios de parte de España pronto tuvieron que enfrentarse a la oleada represiva que el gobierno colonial desató contra ellos y que culminó con el periodo de los compontes contra los adeptos del autonomismo, quienes el 7 de marzo de 1887, constituyeron el Partido Autonomista Puertorriqueño. Muchos liberales tuvieron que huir del país y entre ellos se encontraba el jóven Antonio Vélez Alvarado del Municipio de Manatí, quien en forma consecuente había esgrimido su pluma contra los desmanes del régimen.

Al llegar a la ciudad de Nueva York se encuentra con muchos correligionarios suyos que, al igual que la comunidad cubana, habían tenido que refugiarse en la ciudad a partir de los gritos de Lares y Yara. Una vez en su nuevo hogar se integra a la lucha política de ambas comunidades junto a sus viejos amigos Sotero Figueroa y Francisco Gonzalo Marín, con quienes funda el Club Borinquen el 20 de febrero de 1892, para luchar organizadamente por la independencia de Puerto Rico.

Desde su arribo a la ciudad ya había conocido a José Martí, quien presidía el Comité Revolucionario Cubano desde su llegada a la ciudad el 3 de enero de 1880. En efecto, es en su imprenta que José Martí componía el periódico Patria y donde el poeta hizo la composición de su famoso libro de poemas Versos Sencillos. Su amistad con don Antonio Vélez Alvarado se hace patente en el hecho de que el Dr. Ramón Emeterio Betances se comunica con él, el dia 6 de febrero de 1892, acusando recibo del ejemplar del libro que José Martí le enviaba a través suyo. El propio José Martí reseña en la edición del 16 de julio de 1892 del periódico Patria una cena a la cual había sido invitado por él y donde observa por primera vez juntos los pabellones de Cuba y Puerto Rico. El propio don Antonio Vélez Alvarado cuenta que concibió el diseño el dia 11 de junio de 1891, cuando esa noche observaba fíjamente la bandera cubana y al mover la vista experimentó lo que él llamó un fenómeno daltónico donde los colores rojo y azul de la bandera cubana se invirtieron, tomando lo mismo como una revelación.

Seguidamente compró materiales y le encargó a doña Micaela Dalmau que confeccionara el nuevo diseño y otra cubana, las cuales observaría José Martí durante la velada y el cual había enviado previamente al Dr. Ramón Emeterio Betances para su aprobación. Este le responde desde París con sobresalto que «Hagamos la república que luego cualquier trapo puede servir de bandera». Estamos convencidos de que el fenómeno descrito por don Antonio Vélez Alvarado tuvo que haber acontecido durante el mismo año en que se lleva a cabo la velada de la cual nos da cuenta José Martí, ya que sería irreal suponer que esperara más de un año para mostrarle el diseño de la nueva bandera a su íntimo amigo, con el cual mantenía una estrecha colaboración política. No cabe la menor duda de que inmediatamente esta se populariza entre los puertorriqueños exiliados en la ciudad, ya que cuando se constituye la Sección de Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano el 22 de diciembre de 1895 en el «Chimney Corner Hall» la misma fue aclamada por los participantes a pesar de que también tenían la bandera del Grito de Lares como opción. ¿Por qué fue aclamada por la concurrencia? Nos parece que lo mismo respondía al hecho de que los esfuerzos por independizar a Cuba y a Puerto Rico hacía años que se estaban llevando a cabo conjuntamente y lo mismo abstraía la unicidad del movimiento. Aunque don Antonio Vélez Alvarado no asistió a dicha asamblea por razones justificadas, quien funge como secretario del Partido Revolucionario Cubano para ese entonces es Sotero Figueroa, presidente y uno de los fundadores del Club Borinquen.

Aunque a raíz de la invasión americana de Cuba y Puerto Rico, se disolvió el Partido Revolucionario Cubano la bandera adoptada por la Sección de Puerto Rico se mantuvo con aceptación por los puertorriqueños, como lo evidencia el hecho del uso de la misma por la resistencia puertorriqueña al mando de José Maldonado, Aguila Blanca. Nos ha informado el Dr. Ovidio Dávila de que descubrió en España varias etiquetas de licores de principios del presente siglo con la bandera puertorriqueña como parte del diseño. Lo mismo será motivo próximamente de una publicación de parte de este.

Aunque a raíz de la invasión americana se organizaron varios partidos políticos que como parte de su plataforma consignaron la independencia de Puerto Rico, no fue hasta la fundación del Partido Nacionalista de Puerto Rico el 22 de septiembre de 1922, que la bandera de Puerto Rico volvería a usarse oficialmente como distintivo del independentismo puertorriqueño. Aunque desde sus inicios dicho partido la enarbolaba conjuntamente con la bandera de Estados Unidos de América en sus actos políticos, cuando el Dr. Pedro Albizu Campos asumió la Vice-presidencia del mismo se negó a que continuara la práctica. Lo mismo trae como consecuencia que se proscribiera el uso de la bandera puertorriqueña sola por la connotación nacionalista que tenía.

Durante dicho periodo el Gobierno de Puerto Rico trató de aprobar sendos proyectos de ley para su adopción oficial, pero la oposición del Partido Nacionalista de Puerto Rico, lo impidió. En efecto, el 16 de abril de 1932, la Legislatura de Puerto Rico iba a considerar uno de esos proyectos y una concurrencia nacionalista que se encontraba conmemorando el natalicio de don José de Diego Martínez en la Plaza Baldorioty de Castro se movilizó al Capitolio para evitarlo. Durante el incidente colapsó una barandilla de la escalera cayendo varios nacionalistas y muriendo el joven Manuel Rafael Suárez Díaz. Desde entonces el Partido Nacionalista de Puerto Rico comenzó a conmemorar ese dia como el de los Héroes y Mártires y de la Consagración de la Bandera.

Años más tarde, cuando el congresista Millard Tydings radicó un proyecto en el Congreso de Estados Unidos de América para otorgarle la independencia a Puerto Rico a raíz de la Masacre de Río Piedras, hubo tal entusiasmo en el país que arriaron la bandera americana de muchas astas y enarbolaron la puertorriqueña. Sin embargo, el proyecto fue vetado y seguido por una fuerte represión contra los nacionalistas. De hecho, encarcelaron el alto liderato y hubo muchas muertes de nacionalistas. Tal vez, uno de los incidentes que más conmovió al país fue la Masacre de Ponce del 21 de marzo de 1937.

Cuando los nacionalistas iban a comenzar una marcha exigiendo la excarcelación de los presos políticos la policía abrió fuego contra los participantes muriendo 21 y quedando heridos 58. Cuando cayó herida de muerte la joven Carmen Fernández, portadora de la bandera de Puerto Rico, la joven Dominga Cruz Becerril la socorre y mantiene en alto la bandera puertorriqueña porque «Mi maestro ha dicho que la bandera debe mantenerse levantada». Dicho acto pone de manifiesto que ya el pueblo puertorriqueño había forjado una unidad de pensamiento dentro del concurso de las nacionalidades.

La idea de que Puerto Rico era una nación y de que era necesaria la unidad nacional para poder recobrar la soberanía, se ejemplariza en la creación del Comité Pro Defensa de la Bandera de Puerto Rico, organizado por independentistas y comunistas y cuyo primer acto fue conmemorar el 11 de junio de 1939, como el Día de la Bandera Puertorriqueña. La negativa del Sr. Juan Augusto Perea, ex-miembro del Partido Nacionalista de Puerto Rico y uno de los fundadores del Partido Independentista, de llevar a cabo el acto con comunistas lo llevó a su inacción, teniendo que asumir la dirección don José Enamorado Cuesta, adepto del comunismo. Es precisamente en esa fecha que comienza la tradición de conmemorar el Día de la Bandera Puertorriqueña en Manatí.

Cuando el Dr. Pedro Albizu Campos regresa a Puerto Rico el 17 de diciembre de 1947, después de 10 años de prisión en el extranjero, se encuentra con un don Antonio Vélez Alvarado enfermo y moribundo. De hecho, pocos días después, el 18 de enero de 1948, muere en brazos del Dr. Pedro Albizu Campos. El día de su natalicio restablece la conmemoración del día de la bandera puertorriqueña y se concurre por primera vez a su tumba y se coloca una ofrenda floral.

En esos días y como resultado de la agitación política de los nacionalistas el Gobierno de Puerto Rico aprueba la Ley 53 del 21 de mayo de 1948, conocida como la Ley de la Mordaza, la cual prohibía las expresiones públicas a favor de la independencia, con el propósito de allanar el camino para la eventual aprobación de la Ley 600 el 3 de julio de 1952, mediante la cual se creaba el Estado Libre Asociado. Lo mismo tenía como propósito el desviar la atención de la comunidad internacional sobre el caso colonial de Puerto Rico.

La discusión de la misma previo a su aprobación trajo como consecuencia la persecusión de los nacionalistas y el levantamiento armado del 30 de octubre de 1950, históricamente conocido como La Revolución de Jayuya. Como parte del establecimiento del Estado Libre Asociado se adopta oficialmente la bandera usada por los nacionalistas como bandera de Puerto Rico pero cambian el color del triángulo de azul francés a azul marino para que se asemejara a la bandera de Estados Unidos de América. Paradójicamente, las banderas encontradas durante los allanamientos efectuados a los nacionalistas eran usadas como evidencia en su contra en los tribunales. A pesar de la oficialización, el usarla seguía teniendo una connotación nacionalista y los puertorriqueños seguían siendo perseguidos por enarbolarla.

Aunque su centenario pasó inadvertido, el Ateneo Puertorriqueño conmemoró el centenario de su adopción el día 22 de diciembre de 1995. A dichas efemérides se unió la Legislatura de Puerto Rico y es como resultado de dicha iniciativa que se decide poner en perspectiva histórica el acontecimiento conmemorando anualmente la fecha de su creación rindiendo homenaje a su creador don Antonio Vélez Alvarado.

Aunque el Partido Nacionalista de Puerto Rico continuó con la conmemoración anual de la efeméride, la propia crisis organizativa que enfrentaba dicha colectividad política hizo languidecer los actos hasta que se creó la Asociación Manatieña de Amigos de la Bandera, la cual fue incorporada en el Departamento de Estado como una organización sin fines de lucro dentro de las leyes del Gobierno de Puerto Rico. A raíz de su creación llevaron a cabo su primera conmemoración el dia 11 de junio de 1996, y han continuado organizando la actividad en forma ininterrumpida desde entonces.

El 16 de abril de 1998, los gobiernos municipales de Ponce y Manatí envían dos banderas de Puerto Rico al espacio en el transbordador Columbia con motivo del natalicio de don José de Diego Martínez y el Gobierno Municipal de Manatí decide conmemorar anualmente el día 11 de junio como el día de su creación. A tales propósitos se creó un comité el día 3 de febrero de 1999, el cual ha comenzado la coordinación de los preparativos de la conmemoración.

Carlos M. Ayes Suárez| Mapas y Planos Históricos de Vega Baja


1763. Plano de Puerto Rico donde aparece Vegas (Vega Alta y Vega Baja al norte)

1763 MAPA DE PUERTO RICO

Carlos M. Ayes Suárez| HAY UN PUERTORRIQUEÑO PRESO POR SUS IDEALES


Oscar López Rivera
Oscar López Rivera

 

Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

Hace treinta y dos años en los suburbios de la ciudad de Evanston del estado de Illinois, las autoridades policiacas llevaron a cabo el arresto de un grupo de puertorriqueños que alegadamente eran miembros de la organización patriótica Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). Esta se había dado a conocer por llevar a cabo varios operativos políticos en territorio continental para reclamar el derecho del pueblo puertorriqueño a su independencia y autodeterminación. Al igual que muchas otras organizaciones políticas que existían en Puerto Rico reclamando ese inalienable derecho, recurrieron al uso de las armas como una de sus tácticas políticas. Sostenían que Puerto Rico era una nación intervenida por los Estados Unidos de América y que el uso de las armas como táctica política para el alcance de su objetivo estaba reconocido por el derecho internacional.

Uno de esos revolucionarios (“freedom fighters”) alegadamente era el ahora prisionero político Oscar López. Quien fue encarcelado por el llamado “delito imposible” de conspiración sediciosa. Este lleva preso desde entonces y su excarcelación es reclamada de forma amplia por personas que creemos que su condena solo evidencia la hipocresía de un sistema político que acusa a otros países de la violación de los derechos civiles y humanos de los opositores a sus respectivos regímenes mientras mantiene en la prisión de Leavenworth al prisionero que más tiempo lleva confinado por razones políticas en el Hemisferio Occidental.

La vida de este prisionero político es reflejo de la vida contradictoria y complicada que vivimos todos en la colonia. Fue un soldado condecorado en la Guerra de Viet-Nam, compartió el exilio con cientos de miles de otros puertorriqueños que hemos tenido que emigrar buscando una mejoría en nuestras condiciones de vida y estuvo dispuesto a poner en riesgo su propia vida en defensa de nuestros derechos como pueblo. Pese a esto, nunca se ha podido obtener evidencia alguna de que haya sido el responsable directo de ninguna muerte o de delito alguno. Ha sido encarcelado como parte de una estratagema para criminalizar la lucha por la independencia de nuestro país. Paradójicamente, el resto de los coacusados por los mismos supuestos delitos, han recibido el indulto por parte del Presidente de Estados Unidos.

Hay muchas razones para creer que Oscar López debe de ser excarcelado; razones políticas y razones humanitarias. Siempre hemos creído que ambas razones son suficientes. Pero nos parece que en el afán de lograr hacerle justicia, debemos tomar en consideración de forma prioritaria las razones humanitarias. Lleva cumplidos treinta y dos años en prisión, es una persona vieja, ha tenido una conducta intachable en la prisión y su excarcelación es el reclamo de amplios sectores de la población. Nos parece que es una condena excesivamente larga. Por principios nunca hemos creído en la pena de muerte ni en las cadenas perpetuas porque ambas condenas representan una negación en la práctica del derecho constitucional a la rehabilitación del confinado. Si comparamos las condenas impuestas en Estados Unidos a personas convictas por delitos de lexa humanidad con las impuestas por otros países del mundo vamos a encontrar que el sistema judicial de Estados Unidos impone condenas mucho más largas que la mayoría de los países del mundo sin que la extensión de dichas condenas haya incidido de forma favorable en la disminución de la delincuencia del país.

En el momento en que el gobierno de Estados Unidos condenó a Oscar López por “conspiración sediciosa” se olvidó de que su propia independencia como país fue el resultado de una gran conspiración sediciosa contra Inglaterra y que como parte de dicha conspiración tomaron las armas contra los ingleses bajo el mando del General George Washington con el apoyo de su Ejército Continental y de sus guerrilleros “Minutes men” o “Wolverines”. El paralelismo entre las quejas de éstos contra Inglaterra y nuestras quejas en contra de Estados Unidos son muy parecidas. Se quejaban de “haber sido llevados allende los mares para ser juzgados por alegadas ofensas” y hasta llegaron a consignar sus quejas en la declaración de independencia de las trece colonias.

Ya la Legislatura Municipal de Vega Alta y muchas otras, al igual que el gobernador Alejandro García Padilla se han expresado a favor de su excarcelación. ¿Qué espera nuestra Legislatura Municipal para ponerse a la vanguardia de los tiempos? Apoyamos de forma incondicional la excarcelación de Oscar López y de Norberto González Claudio. 11 de julio de 2013.

 

Carlos M. Ayes Suárez| Fiscalizar o no fiscalizar


 Carlos M. Ayes Suárez

Carlos M. Ayes Suárez

Cuando entramos a la caseta electoral elegimos un candidato a alcalde sin pensar que nos pasaría lo mismo que le pasó al personaje que compró una vaca por medio peso sin esperar que le diera un torito de gratis.

Se darán cuenta de que me dio de nuevo con volver a escribir. Más bien, con fiscalizar porque pude haber dado la impresión de que la fiscalización que hice de las pasadas administraciones penepés fue por razones únicamente personales.

Aunque admito que no pude dejar de lado mis prejuicios contra ellos, soy igual que el resto del pueblo; mi salario no me alcanza para llegar al final de la quincena, ando loco buscando un segundo o tercer trabajo, dejé de pasear para que me alcance la gasolina para trabajar, estoy jalto de la comida china por barata y abundante, me estaciono a orillas de la plaza pública para acceder al “wi-fi” gratuito  gubernamental y juego pega 2, pega 3, pega 4 y loto. Claro, con revancha. De vez en cuando compro mi kikiriki. Y no se trata precisamente del pintoresco gallo enano de nuestros corrales si no de otra modalidad de juego de azar. Soy irreverente y ya no me trago ningún cuento. Tal vez sea porque me han hecho todos los cuentos y ya los conozco. A decir del laureado poeta español León Felipe.

Nunca nadie dijo, al menos que yo sepa, que una vez llegaba un nuevo alcalde al pueblo tenía que presentarle cuentas al pueblo que lo eligió o no lo eligió sobre su obra de gobierno dentro de los primeros cien días. Pero como ya pasaron más de cien días y no logro entender cuál ha sido la obra de gobierno del alcalde Marcos Cruz Molina quisiera saber por qué los faroles de bolas de Luis Meléndez Cano se encuentran unos prendidos, otros apagados y otros sin bolas semejando una ciudad después de un ataque militar aire-tierra o tierra-tierra.

Parece que el militarismo permea nuestra forma de ser. Si no hay dinero tampoco hay excusas para removerlos o, ¿estaban esperando por el nuevo año fiscal? Pero, ¿cuánto dinero hace falta para remover el adefesio que Luis Meléndez Cano instaló en la entrada oriental del pueblo que una vez se prendió dejó de funcionar (como el famoso trencito que la comitiva popular compró en Portugal) y jamás volvió a informar a ningún transeúnte?

No importa por donde entres al pueblo vas a encontrar abandono y deterioro. Por el oriente el letrero electrónico enmohecido; por el occidente una fuente con un pescao enmohecida con agua estancada y una biblioteca clausurada; por el norte, un edificio para biblioteca enmoheciéndose y cayéndose en cantos; por el sur, pues por el sur no hay entrada.

Dirán que Marcos Cruz no tiene nada que ver con esto; que todo lo heredó de las administraciones pasadas. Pero, ¿acaso no tiene él la responsabilidad vicaria en este momento? ¿Para qué quería ser alcalde? ¿Elaboró o no elaboró un plan de gobierno para “levantar a Vega Baja”?  Les admito que su consigna no me gustó nunca ni me gusta aún. Levantar a un pueblo, ¿Qué significa? Que está sentado, acostado, derribado o de rodillas. Y me parece que haría falta más de un Edgar Santana Rivera para que nuestro pueblo no se mantenga en pie.

Que cometimos errores eligiendo a un corrupto como Edgar Santana Rivera es verdad. Pero, no ha sido el único error político que hemos cometido.  Ya tendremos la oportunidad de hablar sobre eso. Más de un empleado municipal adepto a la ideología política del nuevo alcalde, me ha expresado su insatisfacción y descontento con éste. En el momento en que serví de paño de lágrimas de éstos, me advertían que a pesar de haber transcurrido tanto tiempo desde que este se sentó en su oficina, no había visitado sus dependencias.

Los empleados penepés hablan de “cacería de brujas” cuando celebran sus conciliábulos. Pero era de esperarse, ¿quién duda que en cada elección los partidos en oposición “demonizan” a sus contrarios y cuando tienen el control se quejan de que los opositores “demonizen” todo lo que hacen. Que en última instancia se trata del diablo investigando el infierno.

Un personaje de nuestro pueblo que en su enajenación se cree abogado, me comentaba un día que coincidimos en un establecimiento comercial de nuestro pueblo que “Marcos Cruz no brega”. Comenzó a gesticular ademanes de una persona arrogante para hacerme entender su opinión sobre el alcalde. Y es que no hay que estar muy enajenado para darse cuenta de que se está forjando una visión del nuevo alcalde que está lejos de permitirles ver en él la persona que podrá “levantar a Vega Baja”.  Antes de que intente su quijotada debería arreglar los bloques de las jardineras de las isletas de la carretera militar. Para eso no necesita el presupuesto del próximo año fiscal. O debería apuntalar las ruinas de la “Junior” antes de que se derrumbe. O al menos erradicar los árboles parásitos que quiebran las paredes.

Escuchaba los otros días decir que si los malos hacen lo que hacen es porque los buenos no hacen nada. Y como yo, como en casa y bebo en el río, he decidido no permitir que los malos sigan haciendo lo que están haciendo o deshaciendo sin yo hacer nada.

En otras palabras, seguiremos fiscalizando.

Carlos M. Ayes Suárez| Mis recientes escritos sobre historia de Vega Baja


Carlos M. Ayes Suárez

Nuevos descubrimientos en la historia vegabajeña


Carlos M. Ayes Suárez
Carlos M. Ayes Suárez

Carlos Ayes descubre  documentos con nueva información que aclarará muchos aspectos de nuestra historia local

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

Nuestro compañero Carlos M. Ayes Suárez ha hecho un alto en su aportación acostumbrada en esta publicación, pero parece que su sabática virtual está rindiendo frutos.

Carlos no solo ha sido pionero en la investigación de la prehistoria de Vega Baja y de Puerto Rico, sino que ha hecho varios estudios consultando documentos y archivos  y los depósitos eclesiásticos, desde hace muchos años.

Como producto de eso y en los albores de sus estudios conducentes al doctorado, Carlos muy pronto nos ofrecerá datos inéditos y un nuevo análisis de nuestro pasado que aclara muchas de las interrogantes que hemos tenido todos los historiadores de nuestro pueblo. Nos permitirá conocer quién era la figura de nuestro teniente a guerra Manuel Negrón, del cual el ha estudiado su genealogía y su estadía en nuestro pueblo desde el siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX.

También ha estado estudiando y analizando los deslindes que formaron lo que hoy en día conocemos como el territorio vegabajeño, su desprendimiento de Manatí y Vega Alta y cómo se marcaban los límites. Esto traerá nombres nuevos para reescribir nuestra historia y acciones nunca antes conocidas ni mencionadas por ningún otro historiador.

Por último, sabremos los orígenes de la presencia de la Iglesia Católica en su ubicación actual y más importante aun, conoceremos cuando oficialmente y cómo fue reconocido Vega Baja como un pueblo.

La aportación historiográfica de Carlos, será una primicia en nuestra ciudad. Me place darles este anticipo a mis compueblanos, ya que estamos en un tiempo fértil, crucial y generoso para nuestros valores locales.

Vegabajeños| ¿Quién es Carlos Ayes?


Carlos Ayes Suárez
Carlos Ayes Suárez

Acceda a ¿Quien es Carlos Ayes?

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez