Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
La comunicación verbal o por escrito es un don que nos permite enriquecer la continuidad de la vida. Cuando nos percatamos de ese valor, jugamos con las palabras para dar sentido a la vida.
Mi querido amigo, el vegabajeño Jan Martínez, desde su temprana juventud, casi niñez, es poeta. Si estuviéramos en el mundo antiguo, fuera filósofo. La poesía, que el ha cultivado prolijamente, es una manera excelente de decir las cosas como las pensamos. De su libro (Re) dobles, nos describe el universo de la palabra de una manera ingeniosa.
Dicen que tiene peso
que son oro o plata,
que el verbo es un diamante.
Dicen que se las lleva el viento.
Que es infinita la paciencia del papel.
Que el hastío las abisma.
Que el amor las junta.
Que el dolor las afila.
Que tiene un fondo
y alientan en una forma.
Que hay palabras gastadas y malolientes
De tanto estar en la boca de todos
y en el corazón de nadie.
Se comenta que a veces esconden
Más de lo que dicen.
Que hay palabras blandas y azules
Como para meter el pan y la mañana en ellas.
Y palabras de bruma
Como para undir silicios en las noches silentes
y palabras cristalinas
donde el iris a veces estampa la fe de su firma.
Que la palabra dada es asunto de honor.
Que hay hiladas palabras
Que ha sus años le han brindado
La precaria eternidad de los hombres.
Juran que las palabras tienen peso.
Si, pero su peso varía de acuerdo
A quien diga las palabras,
porque las mismas palabras
No significan lo mismo
En los mercados que en el lecho.
En el pedestal que en el martirio.
Si, a veces las palabras, pesan.