Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Ayer los medios nos ocupamos de informar la recomendación del gobierno y meteorólogos de tomar las previsiones necesarias para evitar contratiempos con el cuadro que nos presentaba una onda en las puertas de Puerto Rico. Lo que se hizo no estuvo de más, nuevamente nos sirve como ensayo y como un acto ciudadano responsable de prevenir mayores daños y perjuicios. Eso no se puede controvertir culpando a las autoridades por hacer lo que la lógica nos dice en aquel adagio conocido de que «es mejor precaver, que tener que remediar».
El saldo de la prevención es que no pasó nada, pero comoquiera tenemos millones de vidas salvadas y seguras. Hubo coordinación de agencias y cooperación ciudadana. Hay, pues, respuesta esperable cuando surja una situación similar, porque hemos aprendido disciplina colectiva, a no ser prepotentes ni imprudentes cuando el peligro nos aceche.
Una nota negativa la dio el gobernador cuando informó equivocadamente que se había convertido en tormenta al interpretar que habían detectado vientos de esa categoría. Posiblemente no lo hizo con la intención de confundir, pero el efecto es el mismo. Otro efecto incomprensible fue que la energía eléctrica falló, sin haber explicación aparente.
El ciudadano tiene que estar bien informado. No puede haber datos ni instrucciones que no correspondan a la realidad porque la confianza se quiebra para el futuro. Si hemos llegado a ser obedientes y responsables con los cambios en el tiempo, es porque hemos tenido la ventaja que no tuvieron nuestros antepasados.
Como en todo asunto de la vida, tenemos que educarnos mejor y responder en forma óptima para las advertencias que se nos hagan. Ese es el camino correcto para la sanidad mental y la integridad física.