Por Esmirna Vega García, Diario Vivir
Drogas, alcohol y sexo desenfrenado, esas son algunas de las cosas que corrompen nuestra sociedad actual. Las escuelas públicas siempre han sido lente de críticas ante la ciudadanía, los jóvenes siempre son utilizados para describir lo afectado que está el sistema. Nunca he escuchado a alguien decir: “Los adultos no sirven.” Lo cierto es que la culpa de todo se la achacamos a los muchachos que se están levantando. ¿Te haz preguntado el porqué se atrofia su desarrollo emocional? ¿No son los adultos quienes les muestran valores y disciplina?
Pero bueno, sea como sea me quiero enfocar en un grupo de jóvenes de la escuela Superior Lino Padrón Rivera de Vega Baja. Una escuela que ha sido marginada por años por la problemática de gangas y todo lo antes mencionado. La realidad es que en esa escuela, que es el “Cuco” de muchos padres, se está levantando un grupo de estudiantes amantes al arte. Los alumnos de cuarto año, Luz Morales, Amarilys Orengo y Esteban Rosado son jóvenes apasionados, entregados al dibujo.
Sus sentimientos, situaciones y conflictos los reflejan en las ilustraciones. Cada detalle, cada línea, cada trazo tiene un significado especial en sus vidas. Además, una de las cosas que más me ha llamado la atención de este grupo de estudiantes (que son más), es el trabajo en grupo. Para estudiar, para las tareas y hasta para sus dibujos se unen y buscan que todo sea lo mejor de lo mejor. Esto, sin mencionar la preocupación que tiene el uno por el otro. Su trato hacia ellos mismos es el que se le tiene a un familiar.
No creo en esa mentira de que la juventud está perdida, no creo en que los jóvenes no sirven. Creo que ellos serán nuestros próximos líderes, médicos, abogados, políticos, pastores, maestros y más. Creo que quienes tenemos que evaluarnos somos nosotros, los que afirmamos que somos adultos y criticamos sin compasión la nueva generación. Somos nosotros los que debemos comenzar a declarar cosas positivas sobre estos adolescentes que tanto necesitan de nosotros.