Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
El Presidente Barrack Obama nos informa que el dinero para investigación y combate del Zika que beneficie a Puerto Rico se está terminando y no se puede hacer mucho si los republicanos en el Congreso no aprueban más dinero. El gobernador y la Legislatura Estatal parece que van por otro rumbo. Los funcionarios del Poder Ejecutivo son cuestionados por sus ejecutorias. Los secretarios principales, como el de Estado y el de Justicia, no son de fiar, pues sus declaraciones públicas tratan de hacernos creer lo increíble. Los servicios de agua y luz están elevándose al nivel de no poderlos costear. Ahora, hasta el sistema de información del tiempo, en plena temporada de huracanes, está colapsando. Lo que falta es el evento telúrico, el tsunami o al menos una tormenta platanera.
No nos desesperemos. Lo más fácil y lógico es sucumbir a esa ola depresiva. Mucha gente está haciendo cosas malas a la misma vez y parece que eso nos arropa. Pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. Eso que nos está afectando es solo un espacio del tiempo que compartimos donde nos afectamos casi siempre por temor a lo que nos pudiera esperar en el futuro a base del presente.
Para muchos vegabajeños que viven al filo de la pobreza, la vida nunca ha sido fácil. Han dependido de lealtades políticas o de trabajos que han visto como favores benditos y no como un intercambio de trabajo por salario, como debe ser. Sin embargo, La sociedad moderna tiene que verse como un intercambio y no como una fuente de esclavitud u obligación de sumisión. Lamentablemente, la urgencia individual hace que no se negocien valores reales y al final, los más listos se benefician de los demás que no tienen habilidades y que sólo saben entregar su dedicación al trabajo.
Las teorías económicas no funcionan si no hay producción. La producción está en el comercio y en la industria.
La dependencia termina agotando recursos, por lo que estamos obligados a activarnos. La solución tiene que ser la creatividad de productos y servicios para poder balancear la economía personal. Para eso, hay que desregular, aunque sea por un tiempo, los requisitos para poder obtener licencias y permisos. Un segundo paso es que el gobierno tiene que sacar la bota de impuestos que oprime al pequeño y mediano comerciante y que hace que se trabaje indirectamente para el gobierno. También hay que sacar a los intermediarios privados y a los corruptos del gobierno que aguantan permisos hasta que obtienen beneficios.
Si se logra vencer estos tres elementos que impiden el desarrollo económico, lo demás está en el ciudadano. Esto puede convertirse en la derrota de la siempre ascendente economía subterránea y que sustituye, por su flexibilidad, a la legítima.