Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Tengo dos momentos de desahogo en el día. Uno, por la mañana, cuando reviso las noticias y escribo esta columna y otro en la tarde, cuando me acuesto a escribir Diario de la Historia Vegabajeña, que todos los días es publicado en el espacio de escuelahistoriavegabajena.org. A las seis de la mañana lo hago sentado en la cocina de la casa de mis padres, mientras les preparo desayuno. Como dije del otro espacio que escribo, imito a Mark Twain, que nació un día como yo y que escribía acostado.
Todos los días me levanto con optimismo y cierro con buenas ideas para perpetuar mi estado permanente de felicidad. No me da insomnio porque no internalizo lo que mentalmente no puedo manejar. Y una de las cosas que no puedo manejar es el estado de la economía gubernamental y la violencia incontenible de nuestro país. Por eso coloco esos dos temas en la parte de atrás de mi archivo mental, buscando soluciones y no dejándome vencer por las emociones fuertes de los que sufren por eso.
Para ambas situaciones hay soluciones. Y la historia, precisamente nos muestra situaciones similares en el pasado que se arreglaron con el pasar del tiempo. Vega Baja, por ejemplo, tuvo periodos en que no había un centavo en las arcas municipales. Y les puedo citar dos momentos , con seis décadas de diferencia, cuando eran alcaldes José Gualberto Padilla y mas tarde, Angel Sandín Martínez. Cuando el último administraba, hasta la Asamblea Municipal dejó de reunirse por meses, porque no tenía dinero para decidir dónde asignarlo.
La Teoría de la Relatividad nos legó el concepto de que la energía no se pierde, sino que se transforma. Eso es un principio universal al que Albert Einstein le dio una connotación química y física, pero existe antes que nosotros, que su propia persona y que el mismo universo. Hay quien llama a Dios el principio y hasta ahí podemos explicarlo. Lo importante es pues, ver cómo esa idea nos resuelve los problemas de día a día en cosas que no tengan nada que ver con complicadas explicaciones fuera de nuestro entendimiento.
Todos sabemos que cada administración ha ido posponiendo (como se llama en otro idioma, procastination). La idea era que resolviera el que viniera en el futuro. El efecto es la acumulación de asuntos que especialmente llevan una carga económica de un dinero que se ha usado y que en teoría, hay que devolver. Se ha hecho maravillosas obras de arquitectura, infraestructura y en ocasiones nada importante con varios fines lícitos o ilícitos bien o mal planificados, mientras han estado abiertas las fuentes del financiamiento. Las cantidades que se tomaron a préstamo dependían de medios para responder pero la realidad es que esos recursos que se preveían, no se ven ahora. Esos que administraron nos fallaron, pues no dejaron un plan alterno.
Parece que no hay solución, pero eso es solo un espejismo. Lo que hay que cambiar es la manera de hacer gobierno. Y en eso todos tenemos que apoyar iniciativas para poder evitar la anarquía y la desesperación pública. Esto se lo pidió Fidel Castro a los cubanos y el resultado no ha sido bueno, pero fue que se sumieron en unas ideas que nunca han probado ser eficientes. Estados Unidos ha tenido que reconstruir en tres grandes ocasiones lo que quedó luego de guerras internas y externas. Pero como la mentalidad no era la derrota sino la suerte de ganar o la pena de perder, los dos bandos siempre supieron que al final tenían que integrarse para formar una mejor nación.
En Vega Baja hay un lugar que se llama El Paso del Indio. Se encuentra en el Barrio Río Abajo, en donde pasa un puente de la carretera del Expreso 22. Allí Osvaldo García Goyco, descendiente de la Familia García Portela de nuestra ciudad y su grupo de trabajo, en la década de 1990 encontró una serie de objetos e indicios que marcan los distintos asentamientos de los aborígenes que hubo en el mismo lugar, pero en distintos tiempos. Ese descubrimiento es importante para Vega Baja, las Antillas y el mundo. Es como Troya, que renació varias veces de distintas maneras.
Después de los indios, los españoles, los americanos y todo el que ha venido aquí, sigue habiendo asentamientos y una población homogénea con un gentilicio de vegabajeños. Eso prueba que no vamos a desaparecer y que nos reconstruiremos. Eso sí, tenemos que estar pendientes de los que se aprovechan de la situación y plantan banderas como si fueran salvadores presuntamente desinteresados, porque eso atrasa el posicionamiento de la evolución. Como en toda transformación, siempre hay cadáveres que no se entierran y las arpías se los comen. Y siempre esos animales que nos acechan tienen vista de tope y a la distancia distingue lo que les interesa y van por eso.
Sólo tenemos que estar listos para la transformación. Esa es la regla de la vida. El miedo no tiene cabida en ello. Nada es inerte, todo se mueve. Aceptar el cambio es la ley, vigilar que sea un cambio bueno y lo más corto en tiempo posible es nuestra tarea.