Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Cuando se menciona el caso de Puerto Rico en las Naciones Unidas, también se refiere al caso de Vega Baja. Algunos líderes vegabajeños han acudido anteriormente a Nueva York a denunciar el colonialismo local, lo que hacerlo no es cosa nueva. Los líderes de todos los partidos políticos han denunciado nuestra situación por años.
Alguna gente cree que la Organización de las Naciones Unidas es un supergobierno que ordena a los demás países lo que tienen que hacer. No es así. Cada gobierno representado o no dentro de la ONU tiene independencia y puede hacer lo que quiera, pero la unión de muchas otras naciones responderá a cualquier situación de discrímen, violencia o injusticia.
La ONU la gobiernan las cinco potencias más poderosas del mundo. Otras naciones están representadas en comités y en el pleno, pero la realidad es que se agrupan en tendencias de acuerdo a sus distintos intereses ideológicos o económicos. Después de resolverse la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos quiso que se eliminara su obligación de presentar informes anuales sobre el proceso de colonización que tenía sobre Puerto Rico y que había comenzado en 1898 con la invasión. Las colonias tienen dificultades cuando no cuentan con derechos suficientes para su desarrollo y se considera desde la persuación hasta declarar crímenes humanitarios a las naciones cuando su trato a las tierras bajo su poderío no incluye el derecho pleno a las libertades individuales y como nación.
Cada vegabajeño debe visitar la sede de Nueva York de la ONU. Allí hay mucha historia, recuerdos y colecciones de artículos sobre su existencia, que es la de velar por el mundo. Pero no creo que aparte del alcance publicitario, el asunto de Puerto Rico sea resuelto a partir de lo que pueda hacer o haga las Naciones Unidas.
Tampoco creo que una Asamblea Constitucional en Puerto Rico pueda hacerse, porque es costosa y con tanta divergencia, los consensos son apretados y no representan una mayoría adecuada. Algunos, también, temiendo que llegue el día de la suprema definición, que no es como Albizu Campos decía de escoger entre yanquis o puertorriqueños, sino entre puertorriqueños que quieren seguir siendo y defenderán la puertorriqueñidad siempre con las ventajas de una economía vigorosa sostenida por una nación poderosa, propondrán la posposición de todo para ver si alguna vez tienen posibilidad de triunfar. También, la Asamblea Constitucional siempre estaría supeditada a lo que quiera el Congreso finalmente, por lo que la batalla hay que darla allá, en el Congreso. Cualquier esfuerzo acá, es fútil, inútil, pérdida de tiempo y de esfuerzos, un griterío sin consecuencias.
Lo único que puede trabajar es el consenso. Que el gobernador cite a los líderes de todas las fórmulas posibles que tengan respaldo universal y que la legislatura convierta una petición de consenso en un pedido al Congreso sobre el proceso de descolonización. Si el Gobernador o la legislatura manipulan desde el principio la manera de actuar, dañarán el proceso justo y razonable para prolongar el nonismo.
Este es un pueblo inteligente que ya no se deja coger de tonto por las elucubraciones de escritorio.