Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Duele hablar de la muerte. Pero cuando hay violencia, duele doble. Y cuando en esa violencia hay personas que de alguna manera se relacionan con nuestra idiosincrasia, el dolor es infinito.
El nombre de Orlando uno lo relaciona con la inocencia. Disneyworld es el lugar donde se va a fantasear y con Disney muchos otros lugares aledaños que se supone que nos brinden felicidad y espacio para compartir la alegría. Saber que una de las mayores tragedias de Estados Unidos ocurre allí, es de entrada, inconcebible.
Pero lo que nos deja perplejos son las motivaciones. La homofobia y la ideología son dos valores de los más bajos de la humanidad. Nadie tiene el derecho de coartar libertades humanas. Cada persona tiene derechos que tienen que respetarse por los demás.
Ahora hay que contabilizar muertos y heridos, vivir con el recuerdo negativo y seguir tratando de prevenir que eso vuelva a ocurrir. En nuestra ciudad, no estamos exentos que algo así pase. Cualquier inadaptado puede encender la chispa que encienda el daño físico y mental de los demás. Ya ha pasado en otros lugares de Puerto Rico y puede repetirse.
La prevención tiene que ser inculcando valores positivos. No hay de otra.