Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Para el que sigue las noticias, casi todas las nuevas, son malas. Hay quien habla de rachas, de malas acciones del pasado y hasta de fraude social. Lo malo de esto es que nos tienen entretenidos en ciertos juegos sociales que no parecen ir a ningún lado, benefician a un tercero o al nonismo o ningunismo y hasta complican de manera mental y real la situación de Vega Baja y de Puerto Rico.
No hay ningún problema que no se pueda resolver. Lo que sí existe son alternativas o cambios en la visión y actuación que nos llevan a nuevas cosas. Como seres humanos, somos productos de la evolución y el cambio. Cada segundo somos diferentes en nuestra composición química, en lo emocional, mental y hasta en la espiritualidad. Lo importante es mirar a los que ya pasaron por el proceso de adaptación buscando el ejemplo y crecer por dentro para evolucionar a un ser más a tono con los tiempos modernos. Eso reduce la tensión interna y nos permite encontrar nuevos caminos.
Se estima que la evolución de la mente es un proceso que existe desde el principio de la humanidad. Incluye actitudes hacia la realidad y la manera de lidiar, en forma general, con los problemas. Conocer la mente y cuerpo de cada uno ayuda individual y colectivamente a mejorarnos. El que logra dominar las técnicas de la búsqueda de la felicidad (porque al fin y al cabo, eso es lo que queremos tener) permite que el espacio de sociedad familiar, vecindario y hasta su nación crezca positivamente.
Llegar a un estado de complacencia requiere mucha humildad. Hay que limpiar la mente de los demonios que hemos heredado y los que al paso de la vida hemos construido. No nos podemos sostener en verdades absolutas porque inmediatamente hacemos de nuestra persona un blanco de ataque de los que sostienen por conveniencia o tradición otras «verdades». Tampoco tenemos que sostener lo que creemos cuando hay un mundo de nuevas interpretaciones para convencernos de nuestros errores de juicio y de actuación.
No hay que tener prisa por evolucionar, pero hay que hacerlo de forma efectiva. Un momento de introspección, cada vez más frecuente, nos puede ayudar a encontrar esa ruta para disfrutar el limitado tiempo que nos quede por vivir. No hagamos los problemas de los demás nuestros problemas personales cuando dejamos en manos de otros las soluciones. Busquémoslas nosotros mismos.
Isaac Newton nos dejó esta frase célebre: «No se lo que pareceré a los ojos del mundo, pero a los míos es como si hubiese sido un muchacho que juega en la orilla del mar y se divierte de tanto en tanto encontrando un guijarro más pulido o una concha más hermosa, mientras el inmenso océano de la verdad se extendía, inexplorado frente a mi.»