Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Hoy hay una protesta en la Escuela José Gualberto Padilla de Vega Baja. Se está tratando de prevenir la incomodidad de traslados de planteles a estudiantes que están identificados con una escuela y se piensa en forma general que a la hora de dar privilegios, las autoridades mueven su balanza sin tomar en cuenta las necesidades y la comunidad escolar en general.
Al Secretario de Educación se le tilda de indolente y al Representante del Distrito 11 de oportunista porque sus hijos se han beneficiado de la escuela Brígida Alvarez y por lo tanto, el favorece a la misma sobre todo lo demás.
Lo que han hecho mal por muchos años, se complica. Los que han callado y permitido que se haya mantenido y preferido a una escuela especializada en detrimento de la comunidad escolar restante y mayoritaria por lustre personal o conveniencia privilegiada, deben desistir. Los que hayan actuado en crear el problema, deben poner las cosas en donde siempre debieron estar.
El sistema educativo de Puerto Rico se ofrece hasta donde las facilidades del estado lo permita, porque hay límites para todo. Este es tiempo de estrechez en todos los aspectos. Hay, pues, que reducir, controlar, posponer expansiones y hacer un uso inteligente de los recursos. Lo que se exceda, hay que contenerlo. Mientras menos se menee la sustancia maloliente, menos hiede.
Lo primero que hay que hacer es atenderse las necesidades de la escuela regular sin hacerle exclusiones ni limitaciones al ofrecimiento mínimo que se da. El que quiera una educación mejor y si tiene hijos con talento, debe unirse a la gran masa o emigrar a un colegio privado si sus recursos se lo permite. La Escuela Especializada de Artes y Ciencias es un buen proyecto, pero no se puede sostener sobre otros estudiantes menos aventajados que necesitan un esfuerzo adicional del sistema educativo, porque la educación gratuita es para todos, pero debe ser sobre una base igualitaria.
Y por favor, reviertan el ultraje a la Escuela Padilla, devolviéndose la visibilidad de su nombre en forma prominente. Los que no conocen la historia de Vega Baja ni la de Puerto Rico, se aprovecharon del buen nombre de otra buena vegabajeña, Brígida Alvarez Rodríguez, para hacer cosas impropias que han creado una animosidad injusta hacia esa extraordinaria dama como si cargara con la culpa que causaron unos pocos.
Lo que no se hizo legalmente puede deshacerse sin necesidad de mucho protocolo ni otras leyes enmendatorias. El camino de la corrección debe ir dirigido a salvar la historia de injusticias, tomar a los próceres en su justo valor y honrarlos en todo momento.
Este enojoso asunto tiene que terminar. Es un asunto vegabajeño, por lo que el alcalde y la Legislatura Municipal tienen que hacer algo más que estar de acuerdo con los protestantes. Es un asunto educativo, por lo que el Secretario de Educación, quien parece que de vez en cuando da paso a la equidad y al discrímen, debe hacer una decisión justa y permanente para todos. Es un asunto del futuro de los que tendrán a cargo el país y no emigrarán, por lo que sus padres tienen derecho a exigir.
Hay que volver al principio, deshacer los entuertos e ir al simplismo mágico donde todos antes estaban contentos. Hay que terminar lo que parecen ser determinaciones poco inteligentes y desiguales para la comunidad educativa.