A las seis de la mañana| El destino de los municipios como Vega Baja

THOMAS JIMMY ROSARIO HIJO

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Toda organización gubernamental en un país democrático como Puerto Rico está sujeta a reglamentación y fiscalización. Los municipios se establecen por la Constitución de Puerto Rico como la más limitada de las jurisdicciones, después de la estatal y la federal. Pero los municipios sólo pueden ser creados o suprimidos con el permiso de los electores de cada pueblo.

Siempre las inventivas de los políticos diseñan mundos ideales para exponer su creatividad e imaginación. Pero no van al fundamento de las cosas y ni siquiera estudian las leyes aplicables y más aun, la idiosincrasia de los pueblos.

Cada municipio es distinto. En la historia aparecen muchos intentos de darle prominencia, poder, de reducir o eliminarle la jurisdicción, o sea, el poder que se ejerce en su territorio. Algunas entidades son más notorias que otras, pero es por las ejecutorias de sus líderes. En un momento de la historia, por ejemplo, Vega Baja fue clasificado dentro de unas categorías. En otro le fue anejado el municipio de Vega Alta y era aquí donde se tomaban las decisiones de ese pueblo. Los estilos de los aborígenes, españoles, americanos y el de nosotros mismos han sido distintos respecto a cómo manejar el presente y el progreso de cada época.

En mi libro inédito titulado Los Vegabajeños esbozo distintas épocas de nuestro gobierno municipal pero con énfasis en la identidad que nuestros residentes quisieron forjarle. El dínamo de un pueblo está en el amor que le tengamos al territorio que nos hemos ganado y por lo tanto, es la fuerza interna la que determina si como municipio nos integramos a otro, otro se integra a nosotros o desaparecemos por cualquier desliz. Somos nosotros quienes decidimos si somos faro de luz o antorcha apagada. Somos quienes definimos nuestra existencia, basado en un sentimiento poderoso  llamado vegabajeñismo.

La Constitución es clara. Basado en ella, nadie que quiera su pueblo votará a favor de su supresión. Ensayar otras alternativas es regresar al pasado con clasificaciones discriminatorias, agrupaciones que en otros lugares funcionan pero aquí no y tratar de imitar disfuncionalmente.

Pero aparte de eso, la calentura no está en la sábana. La razón de que muchos municipios no funcionen es que tienen malos administradores y cuadrillas de malhechores que buscan el beneficio económico sin importarle el resultado negativo para los residentes. No respetan las leyes, reglamentos ni a sus constituyentes. Así pasó, en varias ocasiones de nuestro pasado, en nuestro pueblo. El remedio es la fiscalización efectiva. Sabemos que para los partidos es importante respaldar a los incumbentes que han ganado en un municipio, pero hay alcaldes que no merecen ese respaldo de afuera porque adentro no están haciendo las cosas bien. Hay otros que se sostienen por fama de Robin Hood porque le quitan a los ricos para darle a los pobres, pero ese es solo un personaje literario que no se regía por las leyes del Reino de Inglatera.

Un buen gobierno municipal comienza a forjarse desde que los candidatos se presentan para serlo. Al mirarlos tenemos que ver qué han hecho anteriormente por nuestro pueblo para examinar su don de servidor público en favor de los nuestros. Hay que ver quiénes lo promueven o lo acompañan y hay que estar pendientes de su discurso político. Luego de elegirse, tienen que ser adecuadamente fiscalizados por los ciudadanos, por los legisladores municipales, por las agencias reguladoras y fiscalizadoras y deben estar dispuestos a explicar y documentar sus actuaciones. Porque no manejan una finca privada, sino los bienes y servicios de los ciudadanos.

No hace falta, pues, legislación. La experimentación es buena, porque nos muestra unos parámetros. Pero cuando se habla de municipios tiene que verse la experiencia que ha habido en más de cinco siglos de historia puertorriqueña y en el caso de Vega Baja, más de 240 años de organización local. El seguir practicando el trial and error en circunstancias donde ya hemos pasado esos intentos es reducir las posibilidades de progreso, dándole la vuelta a la noria.

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