Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
Marihuana es una mala palabra para muchos padres e hijos de usuarios. La dependencia psicológica, el gasto económico y la influencia que tiene en el carácter de la persona son factores que molestan a la sociedad. No hay tal cosa que la marihuana sea inofensiva, aunque cuando se usa para propósitos medicinales, tiene sus aciertos.
La producción de la hoja para consumo de placer, es una industria ilegal que no paga contribuciones al erario público. Algunos lo han visto como una industria en ciernes que puede mover la economía y a la vez nutrir a las arcas del estado para hacer obra pública.
Yo no entiendo cómo se invierte tanto tiempo de algunos funcionarios de gobierno y de personas particulares en tratar de convencer en cambiar regulaciones locales. El Gobierno Federal es muy estricto y tiene jurisdicción sobre cualquier legislación estatal sobre el particular en la posesión, distribución y venta de la marihuana. Tal vez quiera provocarse un cisma adicional con el Gobierno Federal como se hizo con lo de la quiebra federal gubernamental que no se extiende a Puerto Rico o la anunciada Junta de Control Fiscal.
La marihuana, es, por lo tanto, otro problema de estatus que no podemos resolver, porque el control a la larga o a la corta, lo tiene el Congreso. Yo estaría de acuerdo en que se dejara de cultivar el tabaco, que se dejara de producir el licor y en un mundo también ideal, que los productos agrícolas fueran orgánicos.
La vida, empero, no se rige por prohibir lo que en exceso hace daño o causa adicción. Detrás de todo eso hay intereses económicos que mueven la balanza para justificar hacer el mal y hacer pensar que se está resolviendo un problema social. Eso provocará, sin lugar a dudas, una nueva clase de esclavitud fomentada por el estado como ha sido la legalización de otras drogas como el alcohol y el juego y que en lugar de resolver algo, nos hará ver que es solo un cambio de actitud y tolerancia dentro del derecho de otros de escoger lo que quieran.
Esto solo se puede interpretar como el fracaso del los insuficientes y los limitados, que solo ven la opción más fácil como la posible. En realidad, hay mucho más que se puede hecer en esta guerra, que matar los prisioneros capturados.