El rostro del dolor

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Ayer vi una corta entrevista al Lcdo. Fermín Arraiza Navas. El abogado es el viudo de la fiscal recién asesinada de Río Grande. El es el hijo de Fito y nieto de Don Fermín Arraiza Iglesias. Sus raíces son de Vega Baja pero hace tiempo que la diáspora interna nos llevaron las semillas que se han ido regando por el mundo. Su bella esposa y él, eran, independientemente uno del otro, dos seres que estaban dando lo mejor de sus vidas para servir a los puertorriqueños.

Y digo eran porque desgraciadamente a Francelis le cortaron la vida y a Fermín lo dejan con su alma partida en mil pedazos. Fermín tuvo la cortesía de hablar cuando apenas aun debe estar sufriendo lo que vivió en las últimas horas. Y si su voz era apagada, finita y entrecortada, su rostro igual reflejaba el dolor que salía de adentro. Ese estado depresivo natural no debe ser exhibido, pero una vez publicado, hay que entenderlo en sus dimensiones sociales.

He leído toda clase de teoría sobre lo que ocurrió. Los de mente finita, asociaron este asesinato a algo similar al de Carmen Paredes por su esposo Pablo Casellas. Las posibilidades de que una situación como esa hubiera ocurrido son mínimas. La mayor parte de las mujeres no mueren a manos de un esposo amoroso, de una trayectoria personal y profesional como la que conocemos en ambos y pensar en esa opción, lo que nos hace es desperdiciar tiempo que puede utilizarse en las causas de mayor probabilidades. En un asesinato de esta naturaleza nunca se descarta el motivo pasional, pero si nada sostiene esa posibilidad, la especulación pública lastima a los seres que le sobreviven.

Los puertorriqueños no valoramos a los funcionarios públicos que tienen un nivel de riesgo por la naturaleza de su trabajo. A veces pensamos que todo es corrupción y que los malos están fuera de la cárcel. Cuando un policía, bombero, fiscal o juez hacen su trabajo siempre estamos buscando el punto débil y no las características más fuertes que lo definen. Es una tragedia nacional la confusión de valores. Esta es una quiebra más grande y significativa que la económica.

Tenemos que ser solidarios con Fermín Arraiza Navas y su hija menor de edad. Arraiza pertenece a una estirpe de muchos abogados y ciudadanos que han hecho mucho bien por los vegabajeños y los puertorriqueños, personas históricamente solidarios con el dolor de otros y con la búsqueda de soluciones para nuestros ciudadanos. Han tenido sus tragedias personales, pero nunca una como esta.

Antes no pudimos prever, y ahora, sin evidencias, solo pensando en malos infortunados ejemplos,  levantamos sospechas infundadas que suman mucha carga adicional al dolor. !Basta ya!

He visto rostros del dolor a lo largo de mi vida. He tenido el mío propio por circunstancias de mi familia, de mis amigos y hasta por un escrito que he leído o una película  que he visto. Pero tenerlo por una experiencia de la propia vida como la trágica muerte de la amada en los brazos de uno y en presencia de una hija de cinco años,  debe llevar a una destrucción interna que conllevará  mucho tiempo sobreponerla, porque nunca la memoria permitirá olvidarla. 

Las fisuras que presenta el rostro del dolor de Fermín  tienen que suavizarse y regresar a la paz interior. El y su hija personalmente no se merecen esta especulación absurda como si fuera una verdad absoluta porque nada hicieron para que esta tragedia ocurriera.  

Cada uno de nosotros debe comprometerse con este viudo y esta huérfana que el mal un día los dejó sin el centro de su universo.

Imágenes obtenidas en exclusiva por Noticentro muestran el momento en que el esposo de la malherida fiscal Francelis Ortiz Pagán, la saca del carro baleado

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