El Gobernador

ALEJANDRO GARCIA PADILLA

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

El Gobernador no se supone que haga favores políticos en espera de retribución, por lo tanto, no puede reclamar que hizo lo que hizo con sus correligionarios alcaldes  y decir después que son malagradecidos. Tampoco puede decir que la alcaldesa de San Juan le hace el juego a la oposición cuando el ahora dice que Carmen Yulín Cruz está endeudando el Gobierno Municipal. Parece que las flores de ayer son puñales hoy. Para mañana, solo la muerte política de los que estén tirando dardos.

Lo cierto es que Alejandro García Padilla no está muy orientado en cómo debe conducirse un gobernador. Su percepción del cargo parece que es más baja que como debe ser y actúa y habla a ese nivel. Hasta de «pajaritos preñados», así, en esa manera, se ha expresado. Se nota acorralado por la historia, reaccionario y errático.

Su actitud de hablar mucho en los últimos días, mientras tiene en vilo las aspiraciones individuales y colectivas del Partido Popular, no es sano para nadie. Hasta el pueblo no comprometido con la política partidista se perjudica con esa espera. El tiempo de todos se detiene, sus correligionarios no se atreven a convertirse en candidatos, para organizar un nuevo frente de futuro promisorio.

Las fichas de la política partidista deben moverse con su desplazamiento natural. En las democracias, nadie es dueño absoluto de nada. Lamentablemente, la adulación excesiva, a veces produce un sentimiento de poder absoluto que durará menos que la realidad.

Pedir tiempo o espacio como hizo es una estrategia vieja que en los nuevos tiempos la utilizó Sila Calderón. Como era una dama, nadie la molestaba hasta que le saliera de su interior dar el próximo paso. Ese tiempo a veces se pide para agotar oportunidades pero se va convirtiendo en una necedad imperdonable. El resultado fue el mismo con Muñoz, Hernández Colón, Rosselló y  Calderón, todos se retiraron voluntariamente siendo incumbentes en su último año de servicio, cundo vieron que el futuro político sería difícil. 

En el caso del Gobernador Alejandro García Padilla produce ansiedad y es innecesaria, porque tal parece que ya no es tan querido no solo por los que nunca lo quisieron o lo quisieron poco, sino por los que le dieron su lealtad y lo sostuvieron hasta este momento. Alguien le está insuflando falsas esperanzas o no tiene la percepción adecuada de la calle, pero no hay duda de que visionar su triunfo en las circunstancias actuales, se hace cada día más difícil. Seguir forzando una trayectoria no le lleva a ningún lado.

Esto se ha convertido en un asunto de salud mental de los puertorriqueños,  que él está llamado a resolver. Su decisión inevitable de dar paso al cambio político de Puerto Rico, sin su presencia, dará paz a muchos. 

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