Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
- Todo tiene un comienzo. Estudio a los vegabajeños inconscientemente desde

Observando una exposición cutural en la Tienda Eguía, Calle Betances, 1964 que tengo recuerdo de mi existencia. Nací en una familia de vegabajeños por todos lados y de un ambiente cargado de estímulos de toda clase relacionado con mi pueblo de Vega Baja. Desde la escuela primaria, mis padres nutrieron mis casuales e intencionales deseos de aprender la historia de Vega Baja, de las personas que constituían la sociedad que nos precedió y la que hemos vivimos. Luego, maestros y otros buenos vegabajeños han hecho su parte para mantener la llama de interés en mi corazón. Estudié formalmente historia, combinándolo con mis estudios de derecho. Pero mientras se me agotó el interés en los asuntos legales, sigo conociendo la historia y en esta etapa de mi vida, me he dedicado a enseñar lo que sé y los distintos caminos para aprenderla. Busco en cada vegabajeño encender la llama del conocimiento y el análisis para así fomentar un mejor futuro, aun cuando ya no esté.
- Ambito perceptual. Como siempre he tenido a Vega Baja en mi mente y en mi corazón, todo lo relaciono con mi pueblo. Por eso cuando pienso en Vega Baja, creo en una definición más amplia que las palabras que la componen. Vega Baja es un lugar en el mundo, en el norte del archipiélago de Puerto Rico, en el Caribe, en las Antillas, en el trópico, Océano Atlántico y el planeta Tierra. Es un punto de
ubicación, de entrada, de paso y de salida. Políticamente pertenecemos al Distrito Senatorial de Arecibo, pero en distintas instancias hemos sido de Manatí, San Juan y Bayamón, de dos distritos representativos y de áreas de jurisdicción variadas de agencias gubernamentales estatales y federales. Hemos tenido varias banderas solas y acompañadas sobre nuestro territorio, las de España, Estados Unidos, Puerto Rico y Vega Baja. También banderas militares, públicas y privadas, han pasado por nosotros con la imaginaria de la nación aborigen que nunca existió materialmente, pero que dejó su huella en todos nuestros barrios. - Vega Baja tiene varias dimensiones. Físicamente tenemos tierra, agua y aire pero disfrutamos muchas variedades de todo. Nuestra fortuna en la combinación
de tierra nos hace poseedores de varios tipos de suelos. Arena en variedades en la costa y tierras fértiles en la vega y la montaña. El agua nos llega por el mar, ríos, quebradas, caños, lagunas, pozos y la atmósfera nos proporciona un ambiente propicio para el marco de nuestra existencia. La percepción de espacio en todas las posibilidades también la tienen la manera de pensar y crear en nuestra sociedad cuando se escribe la historia, la poesía, se interpretan canciones o se componen y en todos los aspectos de la actividad humana de nuestra ciudad. - El vegabajeño. En medio de ese ambiente natural prodigioso, los aborígenes recibieron la influencia de los españoles y otras naciones que hicieron de nuestro espacio su lugar de vida. La relación entre unos y otros formó un grupo distinguible de los demás puertorriqueños y habitantes del mundo. A esos residentes de Vega
Baja se le añadió la terminación eño para formar un gentilicio único: vegabajeño. Pero vegabajeños no son solamente las damas, los caballeros y los niños. También son nombres de negocios comerciales como Mueblería La Vegabajeña, Bar Restaurant Vegabajeño; grupos musicales como Trío Vegabajeño y el Nuevo Trío Vegabajeño; productos comerciales de comida como el Combo Vegabajeño de Kentucky Fried Chicken; partidos políticos como Vegabajeños Progresistas y Vegabajeños Unidos y organizaciones cívicas como Club Vegabajeño y otros. Vega Baja se repite en otros lugares del mundo como un sector del este de la isla y la Vega Baja del Segura en España, pero los vegabajeños somos únicos en este mundo. - Ser vegabajeño es un sentimiento. Hace años, buscando una definición de lo que era ser vegabajeño, descubrí la verdadera esencia de la palabra. Un vegabajeño es una persona; Vega Baja, es otra cosa. Si un vegabajeño es una persona, por autonomasia, tiene sentimientos. Residir en Vega Baja ha sido la definición más antigua que he conocido. Pero si uno se va de Vega Baja a residir en otro lugar, ¿dejaría de ser vegabajeño? Porque lo que es bueno para uno que reside lo es para otro que lo hace en otro pueblo o ciudad. Los vegabajeños no tenemos la terminación anso, eros, eñes, enses, eses, inos sino la de eños, como puertorriqueños. Pero como los puertorriqueños, somos personas con un sentimiento de pertenencia. Eso no lo ganamos por residir sino por ser partícipes de nuestra idiosincracia local, de nuestra razón de ser y de vivir. Por eso no somos sanjuaneros, arecibeños, neoyorkinos o cubanos aunque no hubiésemos nacido aquí. Y también algunos que no han nacido aquí se sienten más vegabajeños que los naturales. Pero el vegabajeño es un sentimiento que se adquiere en el hogar y por la interacción social. Es algo que llega y se queda, define tu vida y tu interior, te guía y te conduce por el resto de tu existencia.
- Vegabajeños con otros gentilicios. Nadie debe tener duda de que Fernandito Alvarez, ha sido «el más vegabajeño», como le llamé después de su muerte. Creó

Fernandito Alvarez un trío de músicos donde la constante siempre fue él. Con nuestro gentilicio se formó con distintos actores que le acompañaron hasta después de su fallecimiento. El nació en Vega Baja, de una familia que vino de otros pueblos con ideas nuevas que revolucionaron nuestra ciudad. Mantuvo el nombre al grupo aun cuando hubo un período en que no fue apoyado en su propia ciudad. La hija de José Gualberto Padilla, nacida en nuestro pueblo, respetaba a Vega Baja, pero se consideraba arecibeña. Ella conocía sus raíces pero desde sus siete años pasó a ser

Trina Padilla de Sanz, La Hija del «Caribe» parte de Arecibo, aunque mantuvo siempre buenas relaciones con los vegabajeños y aun sus descendientes lo hacen. El cubano Carlos Arnal, quien residió por muchas décadas en nuestra ciudad después de haber salido de su pueblo y su nación, ordenó poner en su esquela que se sentía vegabajeño. Hace años, la Asamblea Municipal otorgaba reconocimientos de «vegabajeño adoptivo» a personas que eran seleccionadas, lo que significaba titular oficialmente a cualquiera con méritos en la vida vegabajeña que no hubiera nacido aquí. Los de Vega Baja, empero, no tenían nada que los definiera como vegabajeños, excepto su propia convicción y el reconocimiento de los demás. Para todos los fines, los vegabajeños naturales y los adoptados son ramas de un mismo árbol. Estamos hermanados por el sentimiento vegabajeño.
(El escrito anterior son notas de mis reflexiones sobre el paso existencial de los vegabajeños, según lo concibo. Mi propósito es descubrir el sentido a lo que colectivamente hacemos y declarar el posesionamiento de valores humanos distintos a los del resto del mundo, los cuales, perfectamente nos definen).
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