A documentar a Erika

010-0 Latigazos Santa Clara Varias fotos 1956Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Thomas Jimmy Rosario Martínez
Thomas Jimmy Rosario Martínez

El pasado miércoles le leía a los compañeros de la Escuela de la Historia Vegabajeña una crónica que le envió el alcalde de Vega Baja Manuel Joaquín de Navedo al Gobernador Miguel de la Torre en la segunda década del siglo XIX. En la misma, se puede comparar cómo el elemento sorpresa y la falta de preparación causaba muchos daños, en situaciones de tormenta.

Los hechos los podrán conocer tan pronto transcribamos el documento. Mientras tanto, la tradición oral, el recuerdo, la experiencia colectiva,  y la información son los recursos con los que podemos contar para prepararnos ante un evento natural que puede ser benigno o muy activo, poniendo en peligro nuestros bienes,  salud y vida.

Después de Santa Clara en 1956, hubo un período de poca experiencia sobre tormentas y huracanes para nuestra generación de los baby boomers. Mis antecesores -abuelos y padres- nos contaban de la vulnerabilidad y fragilidad del vegabajeño y el puertorriqueño cuando asomaban vientos y lluvias fuertes. Para los tiempos que ellos vivieron, las casas eran generalmente de madera que no resistían tormentas y huracanes, pero tampoco los cuerpos, por fuertes que fueran, evitaban volar como papeles ante la fuerza que generaban las ventoleras.

Para predecir las tormentas, muchos usaban los síntomas de su cuerpo. La percepción del barrunto, que se define por la Real Academia de la Lengua Española como prever, conjeturar o presentir por alguna señal pero que para los puertorriqueños era un malestar general y dolores que los cambios de temperatura y la presión barométrica causaban al organismo humano y que constituían la primera notificación  de mal tiempo.

Se dice también que los aborígenes observaban la naturaleza y de seguro, ese conocimiento también fue heredado por nosotros. El cambio del color del cielo, la forma de las nubes, el vuelo de los pájaros y los animales terrestres y las variaciones del mar, son algunas de las señales que nos da el Dios de nuestros corazones en su inmensa creatividad, la cual compartimos.

PROFESOR MACDOWELLHay quien cree que la forma de las cosechas previas también son signos para predecir tormentas. ¿Se acuerdan del aguacatito del Profesor MacDowell para avisar tormentas? Para los que no vivieron esos tiempos ni se han enterado, Dean Clay McDowell era un meteorólogo que en los comienzos de la televisión y antes que vinieran las chicas hermosas y los hombres guapos, nos ofrecía el Informe del Tiempo. El aguacatito era un símbolo de la predicción sobre tormentas que representaba por un dibujo, pintura y pequeña escultura, de acuerdo a la tradición boricua. El era profesor en la Universidad de Puerto Rico, a quien veíamos a menudo en los pasillos del Recinto de Río Piedras con su siempre simpática sonrisa.

La experiencia de aquellos que nos precedieron los llevaron a pensar en el futuro. Para no tener que huir a cuevas o quedar lejos de su estancia, hacienda, hato o residencia durante una tormenta, construyeron unas estructuras especiales conocidas con el nombre especial de «barraca», algunas de las cuales aun existen al constituir pieza de coleccionista y otras se han hecho para recordar las que con el tiempo se desmantelaron.

barraca 1

Hoy día tenemos el beneficio de unos satélites en todas las partes del mundo que pueden detectar e historiar los fenómenos atmosféricos desde su comienzo. Personas que han estudiado los comportamientos de ellos acostumbran a hacer predicciones y hasta unos aviones vuelan sobre estos fenómenos y describen sus características. Durante una época  que comienza anualmente el primero de julio y que termina el último día de noviembre se difunde información valiosa sobre cómo prepararnos con suministros y protección para el impacto y los efectos posteriores del daño y la carencia. Se ha creado una institución gubernamental especializada en la prevención y remedio en el nivel local y otra en el nivel federal para atender las consecuencias.

Los tiempos de tormenta han evolucionado. Pendientes de todo lo relacionado con los efectos de la Tormenta Erika, que es la más próxima que nos afectará, recomendamos que sin tomar riesgos, nuestros Investigadores de la Escuela de la Historia Vegabajeña y todos los demás ciudadanos interesados en la historia vegabajeña escriban sus propias crónicas y tomen fotos y películas sobre lo que pueda acontecer en las próximas horas y días.

Estoy seguro que esta convocatoria a documentar distintos escenarios de un evento predecible, por más simples que parezcan, nos permitirá hacer en el presente lo que será historia en el futuro.  Cada uno de nosotros deberá convertirse en un cronista del presente con el propósito de ser el historiador del futuro. Es una gran oportunidad que no podemos perder.

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