Por Thomas Jimmy Rosario Martínez
- Diga siempre la verdad. Las falsedades se les olvidan a quienes las dicen o se complica la vida quien luego tiene que justificar o aclarar una mentira.
- No manipule la verdad. La verdad es una sola. Añadir o quitar para conformarla a a una pregunta o una necesidad es un enredo que tiene consecuencias.
- No elabore mentiras para impresionar o salir del paso en situaciones difíciles.
- No deje asuntos sin resolver. Tome determinaciones lo más rápido que conozca los elementos, así no se pondrá en duda su eficiencia y responsabilidad.
- No crea, corrobore. Nada malo hay en que más de una persona, aunque sea un experto, le diga las cosas que usted necesita saber.
- Delegue pero siempre retenga la autoridad final de decidir. Finalmente, la responsabilidad de supervisión es suya, por lo que no podrá culpar a otro responsable que no sea usted.
- Reserve sus prejuicios. No comente cosas negativas de nadie ni de sus actuaciones.
- No desestime ideas porque la persona que las propone no es de su agrado. Escuche, analícelas, refútelas o acéptelas. En la medida en que usted rechaza las personas, igual fuerza de repulsión se genera hacia usted.
- Cuando cometa un error público, acéptelo y explique las circunstancias. Demuestra más integridad el que puede explicar todas sus circunstancias, porque en su naturaleza la gente buena conoce de la imperfección humana y es comprensiva.
- No mezcle sus asuntos personales con los públicos. La percepción sobre la decencia y honradez comienza en esa brecha. La eficiencia en su desempeño es importante, pero vale más que las personas sepan que usted sabe y demuestra que no es el dueño de lo que administra.