Terminando otra esclavitud

Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

THOMAS JIMMY ROSARIO MARTINEZ SONREIDOEl Gobierno acaba de anunciar su postura para liberar cualquier oposición oficial para el matrimonio entre personas del mismo sexo.  Ahora faltaría equiparar los aspectos jurídicos procesales para que se convierta en una realidad de hecho.

Se atribuye esto a otra estrategia para ganar adeptos a un gobierno en franca descendencia en el aprecio público, pero yo no creo que esa sea la principal razón por el día y la hora en que se anuncia, un viernes en la tarde dentro de un fin de semana.  El Secretario de Justicia, un estratega político más que un reputado jurista, parecía forzado y abochornado cuando hizo el anuncio, que debió hacer el gobernador.

Comoquiera, yo entiendo que la acción destapa una de las ollas de presión que atribula a nuestro sistema de derecho. Y como un problema de derecho es que hay que verlo. Aunque a algunos nos parezca anormal, las relaciones entre personas del mismo sexo no tienen el privilegio de saltar a la institución del matrimonio que tienen los hombres y mujeres cuando desean unirse más allá del sentimento para hacerlo una relación de beneficios mutuos en la parte material y futura de la pareja.

Yo he estado casado toda mi vida adulta. Mi primer matrimonio comenzó pocos días después de cumplir la mayoría de edad y volví a casarme a poco tiempo de divorciarme. A la gente como a mi, se le presentan dificultades en la relación de pareja. Pero si no damos el paso de formalizar una relación, se dan situaciones injustas para una de las partes, especialmente la que sea más débil, sentimental, menos educado, que gane menos dinero o que el trabajo sea de menor jerarquía. Aun entre personas buenas y bienintencionadas, mantener la relación de dos personalidades distintas requiere de mucho amor y respeto.

El matrimonio entre personas del mismo sexo no garantiza lo que en personas de sexos distintos no ha sido historias de éxito. De hecho, la tasa de divorcios nos dice la poca durabilidad promedio del matrimonio, pero menos dura lo que nunca comienza. Al levantar las barreras, tendremos un sector de nuestra sociedad que ahora  es infelíz que podrá experimentar algo que le está vedado en este momento. Los que tienen ese derecho y no creen en este avance por razones morales o religiosas tendrán que tratar de convencer a los homosexuales de no serlo si quieren que algo que se convierte en un derecho, no sea un hecho consumado por individuos y parejas.

La ciencia no se ha puesto de acuerdo aun en definir la sexualidad más allá del varón y la mujer, pero hay tendencias aparentes, deseos y realidades que no pueden ser reprimidas ni suprimidas. Los homosexuales han pasado por el via crucis de no haber sido aceptados por algunas culturas y han sido y son perseguidos por muchos grupos organizados y aun por gobiernos. Hace unos días atrás veía tirar desde un balcón a un homosexual por parte de unos religiosos estrictos en otro país, pero eso es solo un ejemplo de lo que ha pasado y pasa a los que no respetan la integridad humana del semejante.

Tenemos que abrir los ojos. Todos hemos hecho chistes de burla de amigos o enemigos homosexuales y nos hemos reído a carcajada de una situación penosa, de privaciones de un ser humano que no merecía un trato distinto. El acoso, el discrímen y los crímenes de odio, que nos debe dar verguenza a todos, no podemos defenderlo con nuestra censura al gobierno por haber dado el paso correcto. Esa apertura nos releva de una carga que nos pesa a todos.

Ojalá que este reconocimiento de respeto a las ideas y la conducta distinta a la nuestra termine con el estigma social que divide familias y amistades y que de distintas maneras los religiosos, moralistas y algunos hipócritas sin razón terminen de presionar a las instituciones que hoy mantienen un sistema de apartheid en cuanto al matrimonio entre homosexuales y lesbianas.

En unos días como estos, se liberó la esclavitud negra, pero no todas las esclavitudes sociales  han terminado. Como ser humano sensible, me gusta ver la gente más feliz cuando caminan sin prejuicios y a los esclavos, verles romper las cadenas y comenzar a disfrutar la plenitud de sus derechos.

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