Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

Los que hemos estado a las puertas de la muerte sabemos que después que pasa la crisis, el espíritu se renueva de una forma insospechada. Pero lo que yo he visto y sentido en mi amigo Héctor Figueroa Casanova ni siquiera es insospechado, es un milagro.
Hace poco tiempo atrás Héctor vino a la Fotografía Rosario a traerme unos regalos culturales. Cerámica de Caribe China, un set oriental y otras cosas más. Luego vino con libros y cuanta cosa importante que fue para él en un momento me la trajo porque pensaba que en nuestras manos podría servir mejor en el futuro, favor que le agradecemos.
El Héctor que había visto en una actividad en Casa Alonso en diciembre de 2012 no era el de cuerpo atlético y saludable que había conocido desde mi juventud y por casi cuatro décadas. Su cuerpo no tenía peso, sus ojos verdes se salían de sus órbitas y de verdad que me pasó como con otros de sus amigos, que no lo conocí en primera instancia.
De allá para acá, Héctor se ha transformado ante nuestros ojos. Aunque no esté mejor físicamente de acuerdo a la ciencia, porque padece de cáncer, ha puesto a trabajar todos sus talentos en una manera extraoirdinaria. Pero sobre todo, a favor de la humanidad, de Dios y de su pueblo.
En nuestro diario es uno de los pocos que tienen la llave. Entra y publica lo que quiere y lo hace con una certeza y efectividad que siempre nos sorprende y nos deja estupefactos con sus nuevos y renovados proyectos. En ocasiones aporta con críticas y otras maneras de ver las cosas y tratar de ser más justos con todos.
Entre sus habilidades está la de escribir. Es un poeta de una hermosa sensibilidad que nos traduce muchas de las cosas que por nuestra visión trajinada, no somos capaces de percibir. En el Diario hay mucha de su poesía, a veces con la delicadeza de un niño, como en la Biblia nos dicen que debemos ser.
También, como producto de su poesía, es compositor. Quienes vieron las apariciones de Egui Prado con Salsa Timba y Son en los programas de Ellas … y el del Padre Milton, escucharon al Director darle crédito al compositor Héctor Figueroa Casanova y su deseo de no morir sin que se hubiera grabado una de sus canciones. Prado le grabó dos, Pasajero y Hoy. En esa conspiración participó mi hijo, Thomas Jimmy Rosario González, cantante de la Orquesta.
Aun con eso ser suficiente historia, ahí no termina la suya. También es un fotógrafo consumado. Tan bueno, que mi padre, impresionado con su trabajo le ayudó a publicar tres de sus trabajos fotográficos sobre las Fiestas de San Sebastián y el Mundillo. Otras fotos de sus maravillosos viajes culturales por Puerto Rico y por Vega Baja ustedes los han visto y están disponibles en el Diario Vegabajeño de Puerto Rico buscando en el índice el nombre de Héctor. Háganlo con tiempo, pues en menos de un año está creando uno de los catálogos más diversos sobre temas de celebraciones en Puerto Rico, contribuyendo así al acervo cultural de Vega Baja y de Puerto Rico.
Héctor no tiene mucha salud, pero no se detiene a pensar ni a hablar de eso. Para él son importantes los valores familiares, culturales y espirituales. Esa es la energía que hace el milagro.
No nos comunicamos todos los días, pero pienso en él a toda hora. El me enseñó que la prisa no es una de sus prioridades y que la ansiedad es solo una buena dosis de adrenalina. Pero según su libro de conocimiento y vida, hay que ver las cosas en su justa perspectiva y el momento adecuado.
Nunca le llamo, pero siempre espero que me sorprenda, como usualmente lo hace. Ver milagros me hace creyente.