Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
En una forma mordaz, pero realista, un usuario de Facebook hizo la expresión » Se ahogaron en Los Naranjos» en ocasión del simulacro Lantax pasado.
Los Naranjos es un lugar bajo el nivel del mar. Le afluye un caño y toda el agua que baja por tierra desde el sur de Vega Baja. No es necesario que venga un tsunami para que se inunde y lo peor es que tiene focos de infección que van a acabar con la vida de esos buenos vegabajeños a la corta o a la larga cuando venga cualquier desastre natural.
Hemos visto una escuela, un comedor escolar, casas y negocios inundados en el pasado reciente. El agua que pasa donde hay tierra generalmente tarda mucho en regresar porque el ambiente a su alrededor es de humedales, agua corriente y terrenos con un alto nivel freático.
Ese problema lo iba a solucionar el genio Edgar Santana y por eso apoyó el proyecto de Playa Hermosa. Mentiras. Iban a utilizar el poder de expropiación del Gobierno para darle el espacio que necesitaban los proyectistas e inversionistas políticos, como el Sr. Rivera, un conocido extorsionista que trató de que el arqueólogo Carlos Ayes desde su lujoso Pool Palace Restaurant en el Viejo San Juan interviniera en la Comisión de Arqueología Terrestre y Marítima de la que era miembro, para favorecer su proyecto privado. El siguiente alcalde, Iván Hernández, como ingeniero que es, trató de buscar nuevas soluciones y el actual alcalde, Marcos Cruz, lo hemos visto también meter el pecho y ponerse las botas para limpiar el área y correr a las agencias cuando la carretera se daña o el caño se tapa. La anterior representante María Vega estuvo hasta las rodillas metida en las aguas negras de la comunidad, a punto de coger una enfermedad mientras llevaba comestibles a las personas aisladas.
Pero algunos han abusado de esta comunidad. Les gestionan cupones, ayudas de todo tipo, atención a los deportistas, pero no le dicen la verdad. Esa verdad que hasta ahora la he escuchado públicamente sólo de dos personas, el miembro de la Oficina Municipal de Emergencias que nos dió la orientación de qué hacer en caso de un Tsunami y del usuario de Facebook Monchito Cano, quien fué quien hizo el comentario mordaz pero realista que les menciono. Por lo bajo todo el mundo lo dice, pero la incredulidad y desconfianza de lo que los políticos puedan expresar, permite el mutis generalizado y la creencia de que eso no nos va a pasar ahora.
Es tiempo de que el Gobierno Municipal, con el poder grande que tiene el alcalde de convocar a los organismos estatales que en el confían para que se encargue de esta comunidad a la que se le anticipa su desaparición. Sufren la incomunicación por tierra cuando no hay un desastre y nadie sabe por dónde van a salir cuando lo haya. Son la comunidad El Fanguito de otros tiempos pero en nuestra ciudad, donde les hacemos vecinos de la planta de tratamiento de las aguas que usamos y que pese a todas las precauciones, huele mal cuando se pasa por la Carretera 686, ahora cerrada.
En Los Naranjos viven seres humanos, no ratas ni cocodrilos. Se me rompe el corazón cada vez que visito esa comunidad que no teniendo recursos para donde ir, piensan que ese es su paraíso terrenal. Pienso que lo que veo y a los que veo, algún día no los veré más por culpa de ellos y de nosotros. Esta responsabilidad compartida, merece una solución compartida.
Yo no quiero siquiera que un animal muera en la próxima inundación. No minimicemos su situación ni justifiquemos sus actitudes de optar quedarse en ese sitio peligroso.
El agua generalmente es sinónimo de vida, pero mucha agua no tiene ese mismo significado.