¿Hace falta otro alcalde en Vega Baja?

Thomas Jimmy Rosario Martínez por LuigiPor Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR

Frecuentemente vienen amigos a darme quejas de Marcos Cruz Molina, el alcalde de Vega Baja. Todos quisieran que el alcalde fuera más simpático, más comprometido y más proactivo. Tienen ideales de alcaldes perfectos, lo que nunca ha pasado ni podrá pasar.

Los populares de otrora que no guisan en esta administración ni son tomados en cuenta por asuntos de actitud y de enfoque sobre cómo se debe administrar, se siguen quejando de su jefe político. Los penepés, en general, tienden a señalar dificultades triviales de administración pero no tienen planes alternos de cómo dirigir los recursos y la gente de esta municipalidad. Con las manos vacías, ambos grupos critican.

En estos días el Partido Nuevo Progresista ha comenzado un proceso de reorganización. Le toca a los novoprogresistas y no a las demás personas, incluyéndome, decidir quiénes van a representar al Partido y quiénes se postularán para las distintas posiciones. Si los novoprogresistas eligen bien, tienen oportunidad, pero si eligen mal, podrán hacer todo el ruido que puedan, pero por costumbre histórica, serán derrotados nuevamente.

La alerta de fracaso no es buena para la democracia. Pero en nuestra ciudad, solo han ganado en tres ocasiones (1976, 2004 y 2008) de 13 elecciones desde 1968, en que la insignia de la palma se presentó por vez primera.

Ese es el factor electoral. Súmele también la última derrota que fue muy significativa por el resultado desastroso para la plancha que se ofreció para gobernar a Vega Baja. Esas personas fueron rechazadas por el pueblo y aunque tienen derecho a competir para ganar las nominaciones y luego presentarse en las elecciones, es difícil su retorno.

Un equipo nuevo, reorganizado, no se puede hacer con arrastres. Hay gente que tiene que darle paso a otros porque no han ganado el favor del pueblo  y no hay justificación ni elementos nuevos de aprecio para decir que se ha revertido la probabilidad. Esto incluye no solo la gente a postularse sino también los oficiales que representan al partido en los organismos electorales.

Cada cual tiene que hacer un exámen de conciencia y de honestidad individual y los demás que no tienen esos intereses de comparecer a una competencia interna ni pública, deben decirle a sus compañeros esta verdad.

Hundir el barco no debe ser la opción. El Partido Nuevo Progresista necesita gente activa que con un buen trasfondo y reputación se pueda postular y ser una opción con probabilidades para ganar. Otros serán agentes pasivos de la contienda de 2016 y deberán refrenarse de ser candidatos, para no dividir el partido y para no ayudar con su presencia pública a otro fracaso electoral.

Si algo ha caracterizado siempre al Partido Nuevo Progresista, desde la primera elección, es que van internamente fragmentados a las elecciones. No es inteligente hacerlo de nuevo, porque las probabilidades están en contra.

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