Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
El gobernador ha sentenciado con respuesta de cortesía pero con manos vacías una posible negociación con los maestros activos y los maestros jubilados. Yo no sé cuál será la carta bajo la manga, pero eso es inaceptable. Lo único que creo es que está fomentando una crisis innecesaria.
Tantos mensajes en corto tiempo demuestra una inestabilidad evidente. Está en un plano de terquedad al sostenerse en una posición que le hace daño y que tiene alternativas pues no había daño inminente y existían otros caminos a seguir.
El haber actuado en las Navidades fue un acto de prepotencia de él y de los líderes legislativos y representantes y senadores que le dieron la mayoría para aprobar prácticamente por decreto. Sus mensajes y respuestas a la prensa denotan un ánimo de que es dueño de todo y que es lo último, porque él lo dice.
Cuando coinciden tantas cosas negativas en una misma persona, la conclusión tiene que ser que le falta capacidad para entender las funciones de gobernar.
Eso es malo para sus subordinados, los que comparten el poder en las otras ramas y el pueblo que está al otro lado de la cancha. Todos debiéramos estar en el mismo juego, pero él tiene el balón y no hay árbitro que le cante una mala jugada y lo saque del juego.
No veo sino dos caminos: un paro indefinido de los maestros, padres y estudiantes y la intervención del tercer poder, el judicial, que al fin y al cabo puede deshacer este entuerto.