Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
El 25 de octubre de 2013, en el Teatro América de nuestra ciudad, subirá de nuevo el telón de la historia. Se reanudará, después de ocho años de sequía, la exaltación de tres deportistas más del extenso universo de excelentes vegabajeños que se han destacado con pasión y disciplina en sus respectivos deportes. En esta ocasión, los llamados al paso de la inmortalidad serán tres representantes del béisbol vegabajeño, Aguedo García, Pedro (Tongo) Crespo y el dos veces mejor jugador de las ligas mayores, Juan Alberto (Igor) González Vázquez.
El Salón de la Fama del Deporte Vegabajeño es la principal institución vegabajeña y la de más larga duración en la búsqueda continua de la historia de sus pares. Ellos no han cesado desde mediados de la década de 1990 en recibir recomendaciones para investigar la vida deportiva de los mejores – y en ocasiones los únicos- practicantes de la diversidad deportiva.
El símbolo del imponente Olivo Azucarado lo define así su autor, el Dr. José Portela: «Desde el año 776 A.C. se efectuaban en Olimpia, cada cuatro años, los juegos más importantes y espléndidos de Grecia. Los jóvenes griegos se adiestraban para ganar el premio olímpico, que consistía en una corona de olivo. Este era el máximo honor que un griego podía alcanzar, pues la Corona Sagrada provenía de los olivos del Templo de Zeus y para ganarla tenían que mantenerse sanos, fuertes y vivir limpiamente. El símbolo creado para el Salón de la Fama del Deporte de Vega Baja se conoce como el Olivo Azucarado. La caña de azúcar que acompaña la Corona, representa el esfuerzo y la lucha por la existencia del hombre de la caña que sostenía parte importante de la economía vegabajeña. Ambos símbolos, en forma íntegra, representan la lucha y el honor de dos pueblos: Olimpia y Vega Baja y con este premiamos a los Inmortales del Salón de la Fama del Deporte de Vega Baja».
En los próximos días conoceremos el trabajo que ha hecho la Junta Directiva del Salón de la Fama del Deporte y repasaremos los talentos que se han inmortalizado con sus respectivas exaltaciones.