Maldito sea dios. Pero no el Dios de los católicos, evangélicos, judíos y árabes, que conocemos de la letra mayúscula, que fue el primero que ostentó el nombre y que es el creador del cielo y la tierras y de toda criatura viva sobre la tierra, sino al dios de la letra minúscula.
El que creyendo que la fuerza de la semejanza del hombre a Dios, se puede hacer a la inversa. Ese dios de los que no creen en la espiritualidad y le creen a cualquier materialista que con el verbo los duerme. Ese dios que se ha encarnado en Jim Jones, Fidel Castro, Evita Perón y el puertorriqueño José Luis De Jesús Miranda. El dios engatusador que para muchos es algo fuera de serie y al que entregan su inteligencia y se convierten en los esclavos de sus ideas.
Maldito sea dios. Pero dios el que crea el hombre y al que se crea a sí mismo con trucos en actos de prestidigitador y de lavado de mentes que buscan en qué creer.
Estos dioses de aire, de barro y de papel hay que prevenirles el camino por el que llevan el engatusamiento de los semejantes. Hay que detectar a tiempo la debilidad de personas con angustias, complejos y problemas que buscan aliviar su propio dolor. Esos que por fe llegan a ser seguidores, colaboradores y hasta cómplices de estos dioses, creyendo que hay un alivio a su tormento a la primera oferta que reciben de los negociantes del mal.
