
Hace unos años, Mario Donate, el creador de Los Titiriteros del Cibuco, tuvo un desacuerdo con el administrador de los teatros Fénix y América, Mario Viceppó. Los detalles no los sabemos, pero creemos que no son importantes. Ambos se fueron en su momento. Mario fue el primero, pero nunca debió pasar.
Mario se inició en la representación teatral bajo la tutela de Evaristo Otero (Coto), actual Presidente del Centro Cultural de Vega Baja, en el Programa de Teatro Escolar del Departamento de Instrucción Pública, a fines de la década de 1960. De ser actor, pasó luego a ser el primer titiritero de Vega Baja y uno de los mejores de Puerto Rico. De su exitosa trayectoria ya tiene mésde cuatro décadas.
En Caguas, donde reside desde hace muchos años, se creó el Museo de los Títeres. El día de su inauguración, el honró a su primer maestro, haciéndole un reconocimiento. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero aunque Caguas le haya hecho un sitial merecido al extraordinario Yuyo, su corazón está en Vega Baja.
Mario Donate debe retornar a Vega Baja y honrarlo como él se merece. Todavía es una mente creativa y activa que ha dedicado su vida a la recreación infantil. Nuestro alcalde, que es educador, sabe del valor de lo que hace Mario.
Cuando nací en la Calle Manuel Padilla Dávila, su padre era vecino. En una ocasión, antes de mis cinco años, me regaló una gorra de David Crockett que tuve hasta que se deshiló y tuve que botar. Nunca me olvidaré de su padre, ni tampoco de su hijo.