Por Thomas Jimmy Rosario Martínez DVPR
Vega Baja no es una isla, está unida física y políticamente a Puerto Rico y a Estados Unidos. Eso quiere decir que lo que pase fuera desde nuestras fronteras nos afecta.
En este momento hay importantes medidas que pueden afectar a los vegabajeños. El juego social con la cruzada de los discriminados y sexualmente distintos parece que seguirá siendo un discrímen, a tenor con las posiciones de mucha gente que responde a grupos de presión y no a una conciencia limpia que borre de una vez las posiciones ultraconservadoras y dañinas de los que nos gobiernan.
También, hay un previsible desastre económico que se está formulando con la coautoría de nuestros legisladores estatales, o sea, los representantes de los distritos 11 y 12, los Senadores de Arecibo y los demás.
El Gobernador y el Comisionado Residente también los elegimos nosotros, por lo que nos responden. Pero tal parece que todos los anteriormente mencionados no tienen una orientación adecuada y basado en que tienen que cumplir promesas inocuas y nunca bien formuladas durante la campaña y estan abocados a una metida de pata colectiva.
El discrímen nos ha dado mucho dolor en el pasado. La distinción entre el hombre y la mujer, entre los blancos y los negros y la una vez abismal diferencia entre los pobres y los ricos solo ha traído abuso de unos sobre otros. Yo creo que la sociedad trabaja en mejor armonía cuando nos sentimos más iguales a nuestros semejantes.
Los distintos sexualmente son parte de la sociedad vegabajeña. Los ha habidos en todos los puestos y cargos públicos y privados en Vega Baja. Muchos de ellos han superado el rendimiento de una persona que consideramos normal, pero seguimos poniendo el pero cuando nos referimos a ellos. Antes lo mismo decíamos de la mujer sometida, cuando incluso le echábamos la culpa total de su destino y aun el el de los hombres y al negro, de quien decíamos que era una bella persona pero que era «de color». Ya no se dice, pero por lo bajo se sostiene el sometimiento y la creencia colectiva de una inferioridad a los que son distintos.
A los vegabajeños nos afecta que se discrime contra los que exhiben o tapan sus preferencias y conducta personal como homosexuales, transexuales, lesbianas y todas las demás variantes, al igual que en Puerto Rico. Pero no escucho voces ni leo escritos sobre el tema, como si fuera un asunto que nadie se atreve a comentar. Hay quien dice que temen que se les ligue a esas personas o que se podría descubrir y obligarle a salir del closet, si tuviera una preferencia distinta a la reconocida social y tradicional heterosexualidad.
El otro tema que nos afecta es el de los cambios al sistema tributario, que los analistas financieros anticipan que generará un aumento de los productos. Que yo sepa, el efecto de eso no se quedará en Manatí, Vega Alta ni Morovis, sino que también aplicará a Vega Baja. Pero no he visto al alcalde ni la Legislatura Municipal expresarse de ninguna manera sobre tales medidas, en especial cuando el Presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Representantes responde a uno de nuestros distritos representativos y es del mismo partido que Marcos Cruz.
Pero tampoco hemos escuchado a la oposición. Minerva Figueroa, Miguel Ojeda, el virtual legislador Municipal Duhamel Adames, José Galán y los que cacarean mucho en las redes sociales están más callados que nunca. Tal parece que agazapados detrás de la puerta, esperan que el asunto termine para después dar su opinión de las deficiencias que puedan haber, que probarían que los que hicieron las leyes son malos. Eso sería un oportunismo político irrazonable y poco noble, más politiquería barata que los que están bregando con las manos llenas de grasa deliberadamente para que se les resbale la sustancia y después decir que se está «haciendo algo».
Esos dos problemas son fundamentales. Hay que tener las herramientas adecuadas para que Vega Baja progrese y lo que se hace allá, nos va a afectar acá.
Hace un siglo, los legisladores municipales de Vega Baja, llamados entonces concejales, acostumbraban meterse en los asuntos estatales y aun en los nacionales, haciendo expresiones de cuerpo y notificándole a los gobernadores, al Comisionado Residente y hasta el Congreso cuáles eran los intereses de este pueblo.
Hoy día es raro ver alguna de esas expresiones individuales y de grupo. Hay que volver al pasado para con un mejor presente preparar un óptimo futuro. Todos tienen que manifestarse y no avestruzarse escondiendo la cabeza, cuando hay que dar la frente y la cara al sol.
Si no pueden cumplir con este importante deber, hay una insuficiencia obvia en su desempeño que deben explicar con una excusa razonable o dejar que su trabajo lo haga otro. Tal vez sus sucesores puedan pensar más ampliamente, actuar oportunamente y manifestarse dentro de la tendencia del momento.