Por Thomas Jimmy Rosario Martínez

Ricardo Rosselló es un jóven que tiene aspiraciones políticas. A su edad, puede aspirar todas las posiciones públicas disponibles porque así lo han determinado los padres de la Constitución y los gobiernos que nos han precedido.
Y si ese estudio de la probabilidad y posibilidad es el derecho vigente sin que haya requisitos adicionales ya lo han hecho por sesenta y dos años desde la creación del Estado Libre Asociado, ¿porqué insistimos es que la persona es muy joven? ¿No es acaso por la mala experiencia que hubo de 1973 a 1977 con el Gobernador electo más joven de nuestra historia que se llamaba Rafael Hernández Colón?
Ricardo Rosselló lleva un apellido controversial, pero nada lo tiene que ligar a la controversia. Los populares llevaron a su padre del juicio político hasta las cortes de verdad y no pudieron probar su caso donde la diferencia la hace un veredicto o un fallo de un juez. Para todos los efectos, su padre tiene la misma inocencia que tuvo los vegabajeños Carlos Ayes Suárez en el juicio injusto de Hartford, Connecticut, Luisito Meléndez en la Corte Federal de Hato Rey, Filiberto Ojeda en el Viejo San Juan y Aníbal Acevedo Vilá ante un juez de fuera de Puerto Rico y un jurado federal local. Y no voy a sumar a Carlos Romero Barceló, en el que invirtieron una millonada para un juicio político donde aun hay gente que le grita asesino por asociación y hasta conspiración cuando nunca hubo ni una scintilla de evidencia.
Pero tampoco de trata de aquellos que se han quemado en la política de alguna manera. Ricardo Rosselló, nunca ha sido acusado de nada. Como no hay conducta extraña o delictiva, ahora le acusan de ser joven. Obliteran su preparación académica y experiencia profesional, su perspectiva del mundo político y administrativo que ha vivido con su padre y su interés en la política partidista desde jóven. Yo lo recuerdo muy bien saliendo a dirigirse al pueblo en sustitución de su padre cuando perdió ante Fortuño para las primarias en el PNP. Ese día todos lo elogiaron a pesar de presentarse con una chivita incipiente que no era su mejor cara, por su valor de aceptar la derrota. Esa fue su graduación como político. El valor de hablar en circunstancias adversas.
Pero también hay dos cualidades que se nos olvidan. El, al igual que su padre, tuvo la iniciativa de comenzar su propia agenda particular defendiendo la estadidad en un grupo de otros jóvenes de distintos ideales, lo que le da una dimensión inclusiva de poder dialogar con quien no piensa como él. Además, en sus palabras nunca se encuentran ataques a personas dentro de su partido, incluso aquellos que lo han insinuado o mencionado por su nombre.
Después de Edgar Santana, cualquier persona puede convertirse en alcalde de Vega Baja y después de Alejandro García Padilla, uno piensa que no puede haber un gobernador más ineficaz. Para mejorar la selección sobre nuestra percepción, tenemos que tomar muchos aspectos de los candidatos donde no necesariamente la experiencia en otros puestos públicos, deba ser un requisito sine qua non.
Como ciudadano votante, uno debe darse la oportunidad de escuchar a personas serias y bienintencionadas de querer servirle al país. Pertenecer a un partido político o a una facción dentro de un partido y desestimar desde un inicio a un posible candidato es una acción poco inteligente. Aquellos que viven de la política no lo entenderán porque su salario o contrato dependerá de su lealtad a un ganador y hay gente que cultiva la asociación desde las campañas para caer en gracia cuando se gana.
Hay una realidad. El que quiera ganar, tiene que ser inclusivo en su propio partido y fuera del él. Tiene que convencer de que el país deberá estar por encima de todo, como era el mensaje de los políticos en antaño y que entre ser leal al partido y a nuestra nación puertorriqueña, deberá optar por la segunda opción. Deberá estar unido a personas decentes y de gran estima pública y muy lejos de los inversionistas políticos. Tampoco podrá hacer alianzas que no pueda hacer públicas.
Todos los gobernadores que ha tenido Puerto Rico desde Jesús T. Piñeiro lo fueron siendo mayores que Ricardo Rosselló, a excepción de Hernández Colón en su primer término. La edad no los hizo excelentes gobernadores, pues a todos los criticamos por haber sido insuficientes y por haberse equivocado. Pero nosotros no tenemos que equivocarnos.
No defiendo a Ricardo Rosselló ni votaré por el en primarias de un partido al que decidí hace algun tiempo no pertenecer. Defiendo su derecho a estar y pertenecer, a aspirar y a convertirse en candidato a su edad y sin la experiencia que se dice que no tiene, como si eso fuera un requisito importante que otros que estuvieron la tuvieron…y que de muy poco sirvió.
Hay una nueva perspectiva en el ambiente. No la podemos ignorar.
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