Corrupción es una mala palabra. Es el adjetivo que los políticos no quieren que se tenga sobre su desempeño. Es el sustantivo que marca de por vida a quienes transgreden el espacio de la honestidad personal.
Pero ser corrupto no es solamente violar leyes y reglamentos. Socialmente, es también faltar a la moral y para los que somos cristianos, es caer en tentación y pecado. Otro día abundamos en la parte espiritual de los místicos y religiosos pero por el momento tenemos que enfocarnos en el más amplio concepto de lo que es corrupción y de lo que es ser corrupto, con interés en lo que acontece en nuestro patio.
Cuando renuncié a la Legislatura Municipal, había hecho varios planteamientos éticos que no se resolvieron entonces y que aun no han hallado respuesta. En estos asuntos, la ley puede aplicar o no, pero las consecuencias ya se dieron cuando no se pudo aprobar el presupuesto que durante varios días, con costo económico y de tiempo trabajado por los legisladores locales, no se pudo aprobar. La causa fue el exceso del alcalde al nombrar en el poder ejecutivo a familiares de los legisladores que tuvieron que inhibirse preventivamente por si había un conflicto ético. El alcalde se beneficia de su propio error ya que el el efecto es que queda aprobado el presupuesto municipal como si nunca lo hubiera considerado el poder legislativo. Eso es un golpe a la democracia vegabajeña porque impide al poder legislativo municipal fiscalizar efectivamente al poder ejecutivo municipal en algo tan fundamental como es el presupuesto.
Por otra parte, el alcalde se defiende de nepotismo alegando que algunos empleados municipales son familiares de él, pero que estaban trabajando antes de él llegar a la Casa Alcaldía. Es posible que algunos que otro trabaja a poco espacio de distancia de su despacho, de hecho, a menos distancia de la que tenían antes. Eso de por sí es un aspecto que se puede mirar ante la defensa que ha hecho de su alegado cumplimiento con las normas de sana administración. Pero debe cuidarse si ellos fallan, pues su supervisión tiene que ser igual o más efectiva que cuando se trata de un empleado sin vínculo como pariente.
Se le ha señalado también que nombra a familiares de otras personas allegadas a él, como el de sus ayudantes, con exclusión de otras personas que pudieran aspirar a puestos, cargos o contratos de servicio, que utiliza su nombre dentro del lema que ha adoptado para promover su administración y que se beneficia políticamente de la difusión de su imágen en las publicaciones oficiales, como el reciente Programa de las Fiestas de Pueblo donde aparece su presencia o su lema en más de la mitad de sus páginas.
La corrupción, como he dicho, es una mala palabra en el presente. Pero puede transformarse en buena si nos enfrentamos a ella con un propósito individual para atajarla y combatirla. La meta individual debe ser acompañar la legalidad con moralidad y espiritualidad para que fortalezcan los valores de honradez y diligencia que deben estar presentes en el servicio público. «Lo que abunda, no daña», dice otro adagio. Esto tiene que ser un compromiso personal pues no es posible de otra manera.
