Por ThomasJimmy Rosario Martínez

Leo lamentos entre los novoprogresistas. Pero lamentarse lo que hace es que muchos que quisieran acercarse, se alejarán. Empezarán a escuchar «yo no me voy a meter más en política», «la política no deja na» o cosas por el estilo, porque esa es la consecuencia del desánimo que otros con sus expresiones causan. Los ánimos son como las gripes, que aun desde lejos se pegan.
Yo estuve envuelto en la política desde joven. Nunca tuve intenciones ni quise ocupar ninguna posición. Pero algunos que veían alguna clase de oportunidad o hasta de rivalidad, siempre me preguntaban si yo iba a ser candidato. Otros vinieron hasta a ofrecerme hacer la campaña y hasta a ofrecer financiamiento, pero un rotundo no, siempre fue mi contestación. La experiencia que he tenido desde mi desvinculación, ha sido mejor que la que tuve cuando estaba en el ajo de la cosa.

Mis antepasados estuvieron envueltos en política. Lino Rosario Rosado, tio-bisabuelo, murió siendo miembro del Consejo Ejecutivo, institución predecesora de una de las ramas legislativas estatales. Mi tio-abuelo Víctor Rosario Cordero fue un popular importante dentro del magisterio, precursor de las instituciones educativas de la Asociación, Retiro y Hospital del Maestro. Mi abuelo Esteban acompañó a Luis Muñoz Marín en sus primeros años de conquista de votos en el nuevo Partido Popular y escribía en el mensuario Justicia de los populares de Vega Baja. Mi padre fue candidato a alcalde por el Partido

Independentista Puertorriqueño en 1960 y a asambleísta municipal por el Partido Independentista y el Partido del Pueblo en varias ocasiones.
Particularmente ocupé varias posiciones en el Partido Nuevo Progresista, tanto en Vega Baja como a nivel de isla y también en los partidos Demócrata y Republicano de Puerto Rico. Conocido es que soy partidario de la estadidad para Puerto Rico pero en el único partido que milito es en el del vegabajeñismo y el de la educación histórica. He tenido el privilegio de asesorar a personas de todos los partidos políticos y eso me ha hecho distanciarme de las instituciones que representan las alternativas políticas de Puerto Rico. Como ciudadano no vinculado a los partidos, mi percepción es más aguda que la del que profesa una tendencia o pensamiento y que tiene que estar defendiéndolo todo el tiempo. Aun con los prejuicios inconscientes, puedo navegar entre todas las verdades y falsedades. Eso no me hace sabio, pero me permite asociar y comparar.

He dicho antes que un partido es una porción de una verdad. Si tomamos al Partido Independentista Puertorriqueño, que es más sencillo de explicar, nos preguntamos qué en realidad lo define. Desde su creación, muchas han sido las variantes y los discursos que han llevado dependiendo de lo que imponen sus líderes y es evidente, que el Partido se mueve como se mueva su líder principal, que en una ocasión fueron unos y luego fueron otros. Si la independencia fuera tan sencilla de explicar, alguien debe saber porqué algunos de sus candidatos a gobernadores o a otras posiciones importantes personas que los favorecieron en un momento, luego se desafiliaron y hasta fundaron nuevos partidos. Antonio J. González, Carlos Gallisá, David Noriega, son tres ejemplos de ello. Por otra parte la forma como implementarían la independencia -con socialismo o sin socialismo, por ejemplo- es otro factor que le distingue de tiempo en tiempo. Su participación en eventos -especialmente cuando hay fondo electoral de por medio- es otra incógnita variable cuando se trata de representar a la fórmula independentista en eventos electorales.
De los populares es evidente su cambio de discurso más hacia la derecha o a la izquierda y hasta del ninguneo como en el llamado «Referendum de la Quinta Columna». Allí fue el colmo, pues ellos, como institución no definen una fórmula y cuando alguien se las define dicen que es trampa y optan por «ninguna de las anteriores» para paralizar el proceso histórico. Cada cual tiene su propia interpretación, pero la realidad es la indecisión. De paso, la frase «quinta columna» se usa para significar la presencia de un elemento que conspira internamente contra la estabilidad o la seguridad del Estado, del gobierno, de un partido, de una operación militar o de un proyecto político. Eso, que les causó un triunfo aparente, resultó ser una victoria pírrica pues marcó un avance en el número de personas que favorecían la fórmula de la estadidad.


Los penepeístas tiene una guerra montada con varias cabezas de playas. Dentro de la uniformidad y paz que se pretende ante un terreno llanito del adversario gobernante, optan por pelear entre sí por el poder. Cada cual tiene una visión de lo que debe hacerse para adelantar la estadidad pero los demás no se unen y plantean sus propias teorías pues la meta en 2016 parece ser una personalista más que una idealista. Aun en Vega Baja, un Vicepresidente ha sido declarado contendor del Presidente a quien otro que había sido Presidente le había adelantado que sería su rival en unas primarias. En Puerto Rico, la pugna se trividió con Pierluisi, Rivera Shatz y Rosselló. En Vega Baja, a manera de mímesis, el trío vegabajeño lo compone José Galán, Tito Cordero y Miguel Angel Figueroa.
En las democracias es buena la participación, pero como Esmirna Myrna ha dicho, no hay lealtades residuales. No internalizan lo que es una derrota en una elección en cuanto a las lealtades que deben continuar hacia las instituciones, los procesos y los demás candidatos. Se convierte en una lucha personal, en explicar que no perdí porque no era peor candidato sino porque me hicieron trampa, me robaron la elección, compraron a los que iban a votar por mi y otras simplezas tradicionales.
Algunos nunca madurarán porque toman la contienda muy personal y las
derrotas le afecta hasta el alma. Posiblemente sea ausencia de algunos principios en la competencia y en la excelencia en ese llamado deporte. Reitero que no se puede ir con un curriculum vitae mullido porque lo puede desinflar las actitudes prepotentes. Tampoco se puede ir muy sencillo, porque la incapacidad se hará evidente. Hay que tener una mente limpia que no se ensucie con la arrogancia al triunfar ni con el desánimo o la amargura al perder, hay que estudiar las estrategias que se van a tomar y después de ganar o ser derrotado, analizar las razones, porque las oportunidades cada vez se dan en distintos escenarios.

Los lamentos en los PNP surgen de varias fuentes con las que el Partido, a nivel local, tiene que lidiar. Primero, con la historia de las administraciones que favorecieron desde 2005 a 2013, donde no hay ejemplos en los gobernantes locales que puedan reclamar repetir. Segundo, que como la insuficiencia en la administración del Partido Popular a nivel estatal es tan evidente, es penoso que viendo un Partido Nuevo Progresista con posibilidades de ganar a nivel central, no puedan visionar lo mismo para Vega Baja. Tercero, que en dos años de administración del Alcalde Marcos Cruz, quien le restó votos a los penepeístas locales, no hay una fuerza unitaria y ni siquiera voces fiscalizadoras creíbles que puedan minar el favor público conque cuenta el alcalde, porque todo lo que hace parece estar dentro de los mejores niveles de honestidad e inversión responsable de los recursos.
No se puede considerar que voces esporádicas y fácilmente controvertidas sean una voz de oposición, pero mucho menos un deseo genuino de los que quieren descollar en el futuro con la teoría de que algo anda malo en Vega Baja y que hay que arreglarlo. Hace falta unidad verdadera y voces uniformes. O es que… ¿no hacen falta?
Fuera de caras bonitas y poses triunfadoras en Internet, nadie se atreve a invocar el Salmo 30:11 y cambiar eficazmente el lamento en baile.
